Es posible conocer y dormir en la suite 205 del viejo hotel Cervantes, hoy remodelado, donde estuvo el autor de Rayuela alojado entre noviembre y diciembre de 1954.
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”A Petrone le gustó el Hotel Cervantes por razones que hubieran desagradado a otros. Era un hotel sombrío, tranquilo, casi desierto. Un conocido del momento se lo recomendó cuando cruzaba el río en el Vapor de la Carrera, diciéndole que estaba en la zona céntrica de Montevideo”. Así comienza el cuento de Julio Cortázar La puerta condenada. El escritor se alojó en el hotel durante un viaje por la capital uruguaya, entre noviembre y diciembre de 1954, convocado a reuniones de la Unesco. El cuento fue publicado en Final del juego, en 1956.
“El agua salía hirviendo, y eso compensaba la falta de sol y aire. En la habitación había una pequeña ventana que daba a la azotea del cine contiguo; a veces se paseaba una paloma por ahí. El cuarto de baño tenía una ventana más grande, que se abría tristemente a un muro y a un lejano pedazo de cielo, casi inútil. Los muebles eran buenos, había cajones y estantes de sobra. Y muchas perchas, cosa rara”. La descripción de las instalaciones del hotel entonces llamado Cervantes (Soriano 868, Barrio de las Artes) despertó la curiosidad de sus fieles lectores y aportó un halo de misterio por siempre, aunque haya sido remodelado.
Quien transite los pasillos del hotel, se encontrará con un edificio que combina su original estilo italiano florentino de los años 20 con nuevos aires vanguardistas. Nada tiene de sombrío. Sí conserva la tranquilidad. Se trata de un hotel boutique, distinguido, con comodidades al por mayor, incluso la habitación 205. No lleva placa, ni nada en especial en su puerta de entrada. Desde afuera se ve como una habitación más. No para la percepción de un lector de Cortázar. Será imposible quitarse de la mente al protagonista del cuento, Petrone, un argentino que viaja por negocios y tiene todo bajo control, hasta que un mundo fantástico se cuela por una puerta donde escucha una criatura llorando y una mujer que lo consuela. La puerta condenada es la típica puerta clausurada por un mueble, que comunica a otra habitación.
La ausencia de la puerta en los viejos planos
¿Si la puerta existe o existió? La gerente del hotel nos da su respuesta. “Esta puerta hoy no existe. Tampoco tengo conocimiento si algún día existió o si fue solo el fruto de la imaginación de Cortázar… Lo que sí puedo decir es que en el plano original de 1927 esa puerta no está dibujada. ¿Pero quién sabe?”, se pregunta Lucile Gutiérrez, gerente general del actual Esplendor by Wyndham Montevideo Cervantes.
En el imaginario, la puerta tiene el poder de seguir existiendo, igual que el armario que la tapa. Hoy es posible dormir en esa habitación. Una manera de decir, en tanto uno sea capaz de silenciar la mente, y no llamar el llanto del niño.
El hotel fue construido por el arquitecto Leopoldo Tosi e inaugurado en 1927. Cortázar no fue el único huésped ilustre. Alojó a Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Norah Lange, José Luis Romero, Carlos Gardel, Atahualpa Yupanqui.
“Registros del hotel antiguo, no quedan. Después del cierre, el edificio se convirtió en un poco de todo: desde una fábrica de textiles, aulas de clase de baile, hasta un estacionamiento”, se lamenta Lucile Gutiérrez.
La habitación 205 se reserva de manera normal, es una habitación de categoría Suite. No hay tiempo específico de reserva. Siempre es bueno anticiparse para esté la habitación libre en las fechas requeridas. En la habitación está en exhibición una fotografía de la muestra de la argentina Rox Boyer “Cortázar en París”, que tuvo lugar en el hotel. La fotógrafa se dedicó a seguir los pasos del autor de Rayuela por la Ciudad Luz.
A pesar del paso del tiempo, cambio de nombre y reformas, la cultura continúa anidando en los espacios comunes del Esplendor by Wyndham Montevideo Cervantes. El grupo Cultural del Plata, gestiona sus muestras de carácter trimestral, que involucran a artistas locales, como Laura Moras, Erika Curbelo, incluida Rox Boyer.
“Del hotel, lo que está conservado es el techo del teatro. Todo lo demás fue reformado. Sobre todo la parte del lobby que antes era la entrada a la Sala Cervantes”, detalla Lucile Gutiérrez. La sala del ex teatro Cervantes fue declarada patrimonio nacional y monumento histórico en Uruguay. El Esplendor hoy ofrece 84 habitaciones remodeladas, tiene piscina interna climatizada y una gran terraza con vistas al río color de león, como poéticamente se refirió Cortázar al Río de la Plata en una carta al artista Eduardo Jonquières el 27 de noviembre de 1954.