El cielo se suma al circuito turístico
Mirar las estrellas está de moda: nuevas propuestas de astroturismo en sitios sin contaminación lumínica
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En apenas unos minutos el mar y el bullicio de un verano intenso en Puerto Madryn quedan atrás. La estepa domina el paisaje mientras las estrellas comienzan lentamente a encenderse y el frío de la noche se hace sentir. En la estancia San Guillermo, a 8 km del centro, por un rato no se hablará de ballenas, orcas, pingüinos ni delfines, que habitualmente acaparan todas las conversaciones en esta ciudad de Chubut. Esta vez, el cielo será el gran protagonista.
“Este es un buen cielo para descubrir las constelaciones, planetas y estrellas”, cuenta Nani Pegoraro, la guía, por ahora la única que ofrece salidas de astroturismo en la zona. En ronda, los visitantes mantendrán la vista arriba, descubren el cielo y se transportan al Olimpo, con la amena charla de Nani sobre los dioses griegos y su mitología estelar.
El turismo astronómico sigue creciendo a paso firme. Ya no es solo una actividad exclusiva de los cielos diáfanos de San Juan, considerada Capital Nacional del Turismo Astronómico, a salvo de la contaminación lumínica y con garantía de noches despejadas, o de otros enclaves tradicionales como Ampimpa en Tucumán o Malargüe.
Esta propuesta, tan simple y antigua como mirar el cielo, se está extendiendo rápidamente por toda la Argentina con nuevas propuestas que se suman mes tras mes en sitios sin tradición de turismo astronómico. Ya hay salidas de astroturismo de norte a sur del país, encuentros organizados por municipios, giras provinciales con referentes de la actividad y campamentos con estudiantes para mirar las estrellas.
Esta propuesta, tan simple y antigua como mirar el cielo, se está extendiendo rápidamente por toda la Argentina con nuevas propuestas que se suman mes tras mes en sitios sin tradición de turismo astronómico.
El gran empujón vino sin dudas de los grandes y multitudinarios eventos astronómicos de los últimos años, como fue el eclipse de sol del recordado 2 de julio de 2019 que oscureció la tarde en una franja de menos de 200 kilómetros desde San Juan a Buenos Aires y que causó una revolución entre locales y turistas (muchos extranjeros), con telescopios, cámaras y lentes especiales por ver el fenómeno. Algo similar, aunque en escala menor por las restricciones de la pandemia, se repitió el 14 de diciembre de 2020 en varias zonas de la Patagonia con otro eclipse de sol.
Y este interés por descubrir el cielo se confirma cada vez que hay una superluna, una lluvia de estrellas o pasa un cometa, como el C/2022 E3 (ZTF), el llamado cometa verde, que se dejó ver hace apenas una semana.
De Bariloche a Bragado
Río Negro organizó, por primera vez, encuentros de astroturismo gratuitos en Bariloche, Cipolletti y Las Grutas durante el verano, para difundir una actividad que crece incipientemente en la provincia. “Fue un éxito, vino demasiada gente. Llevé al Centro Cívico dos telescopios para ver la luna, que era casi llena”, comenta Daniel Chiesa, el guía encargado de la actividad.
Hace un año y medio, Chiesa abrió un pequeño observatorio astronómico con forma de cúpula que construyó a pulmón en la zona rural Ñirihuau Arriba, a 23 kilómetros de Bariloche, alejado de las luces de la ciudad. “Hay más interés por hacer cosas diferentes y el astroturismo es una actividad relativamente nueva y para todas las edades. La gente de la ciudad no está acostumbrada a estos cielos distintos, tan oscuros”, cuenta Chiesa, apasionado por la astronomía de chico, que dejó su trabajo como técnico en una empresa telefónica para dedicarse de lleno a su emprendimiento Astropatagonia, donde recibe visitantes todas las noches, tanto en verano como en invierno.
Aunque pocos lo sepan, Bragado es de esos lugares de larga tradición astronómica ideal para una escapada con intenciones de dar una vuelta por el cosmos.
En 1882 llegaron al pueblo, a poco más de 200 kilómetros de Buenos Aires, astrónomos franceses para observar el paso de Venus delante del sol, que se da cada 100 años.
“Se instaló un observatorio para esa ocasión y los franceses cuando se fueron dejaron el telescopio, de dos metros, de bronce que actualmente está en la Asociación Amigos de la Astronomía de Buenos Aires, pero que esperamos que vuelva cuando tengamos un observatorio”, cuenta Federico Rodríguez Malvido, profesor de geografía y apasionado por la astronomía. Desde el Grupo Choique, donde participa, se encargan de organizar encuentros para recorrer el cielo y también luchan para recuperar el viejo observatorio. Una escuela en medio del campo, a 30 kilómetros del centro que se quedó sin alumnos y cerró, se convirtió en el actual centro astronómico.
“Hay mucho interés en conocer, después de las charlas, la gente se compra largavistas y telescopios. Las salidas de astronomía se complementan con otras propuestas para recorrer lugares históricos, es un buen plan para una escapada”, recomienda.