Nació casi con la pandemia. Tras un soft opening en el verano 2020 (en febrero, con muy buenos comentarios de los huéspedes que llegaron a visitarlo), Chalten Camp se prepara para recibir aventureros que aprecian la buena vida en un ámbito sustentable.
Es el resultado del sueño de Nicolás Di Costanzo, que está en la industria del turismo desde 2004. Trabajó en Los Notros, Bahía Bustamante, Puerto Valle y en la apertura del Awasi de Iguazú, entre otros. Pero el concepto del glamping le tiraba mucho por su especial contacto con la naturaleza.
Son cuatro domos habitación (3 dobles y 1 triple) y un domo que funciona de house, conectado a un domo cocina. Todos fueron construidos con un mínimo de 20 metros de distancia entre sí; de esta forma, se pueden apreciar las vistas del Fitz Roy como si cada domo fuera el único en el bosque.
Los domos son estructuras geodésicas construidas en hierro y lona, de 26 m2, con baño privado, cargadores USB y electricidad 12 voltios. Hay enchufes 220 W y wifi sólo en el domo comedor. Prácticamente todo responde a criterios sustentables; se eligieron las maderas de kiri y eucalipto, y los sanitarios son ecológicos. Patricia Ganly, a cargo de la decoración, interpretó de inmediato el concepto del proyecto: supo darles funcionalidad y carácter.
¿Qué significa una experiencia glamping? Dormir cómodamente bajo las estrellas, en medio del bosque, en este caso, y en contacto con la lluvia y el viento. Además, al no tener wifi en las habitaciones, invita a un uso consciente y medido de la conectividad.
Concebido para funcionar en consonancia con el entorno, está a 3 km del pueblo de El Chaltén, en una zona virgen donde el pionero Andreas Madsen había montado su casa a principios del 1900.
Ofrece una experiencia integral que, además del alojamiento, brinda las comidas y la coordinación de actividades; es decir que trekking, avistaje de aves, kayak, escalada, pesca… puede incluir el picnic, según las expectativas de cada huésped. Algunos programas son de mediodía y otros de día completo, en función del clima y las ganas de los participantes. La cena se sirve a la luz de las velas.
La estadía mínima es de dos noches, pero se recomiendan tres para vivir la propuesta de manera más completa y relajada. La temporada arranca el 20 de octubre y llega hasta marzo. La tarifa promedio, por persona por noche, con pensión completa y algunas de las actividades, ronda los u$s 280 + IVA.