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Isla y península: un grupo de cinco islotes alterna estos estados cuatro veces al día, al ritmo de los pleamares y bajamares del Atlántico en el Golfo San Matías. Se trata del Complejo Islote Lobos, un minúsculo rincón del país prácticamente ignoto hasta hace unos días, cuando se supo la noticia de la creación del 40° parque nacional argentino.
Cuando se formalice, la provincia de Río Negro contará con su segundo parque y tendrá en su territorio a la vez el más antiguo y el más joven, uno sobre la costa y otro en los Andes: el Nahuel Huapi -decano de los parques nacionales argentinos- y el nuevo Islote Lobos.
El sitio se encuentra a unos 50 kilómetros de Sierra Grande, un pueblo minero rionegrino, y a una distancia similar de San Antonio Oeste, la cabecera de la región. La zona protegida provincial cubre actualmente una superficie de costa y otra de océano en torno a los islotes y hasta la Punta Pozos, al norte de Playas Doradas. El ingeniero agrónomo Daniel Somma, presidente de Parques Nacionales, precisa que "la delimitación exacta es una cuestión que estamos terminando de definir con los productores locales vecinos. Antes de alambrar el parque tenemos que consensuar el límite preciso en función de la máxima pleamar". Se trata de una franja de un kilómetro de ancho de tierra y cuatro de mar, a lo largo de 8 kilómetros de costa.
Una vez visualizada la ubicación, se puede detallar la de los cinco islotes: están pegados a la costa y apenas sobresalen por encima de las olas cuando sube la marea. El más septentrional es el más aislado, el menos accesible y el más desolado. Sin embargo, dio su nombre a todo el conjunto. Luego del Islote Lobos, vienen hacia el sur en dirección a Playas Doradas los otros cuatro: La Pastosa, Ortiz Norte y Ortiz Sur, Redondo y la islita de los Pájaros.
Este paraíso natural poco conocido, y en consecuencia poco visitado, sirve de refugio a numerosas especies de aves marinas y terrestres. También es una importante área de descanso para las migratorias durante sus largos viajes. El mar es poco profundo, rico en nutrientes y propicia la proliferación de crustáceos, moluscos y peces: para los pájaros y los lobos marinos, es como una heladera siempre llena. A pesar de esta evidente vitalidad, tanto el ecosistema como sus habitantes son frágiles y la categorización próxima como parque nacional, con más y mejores medios para su cuidado y su conservación, será vital para que pueda perdurar.
Daniel Somma estima que la concreción del parque no tardará a pesar de la pandemia y los confinamientos que obstaculizan la marcha normal de la administración. "La gobernadora de Río Negro impulsará la ley provincial de aprobación del plan de manejo que ya aprobó por decreto. El segundo paso será la ley de cesión de la jurisdicción a la Nación. Pero estimo que entre este semestre y el próximo el parque ya estará legalmente creado. Y quisiera agradecer a cinco personas que fueron clave en el desarrollo de la propuesta: el ministro de Ambiente Juan Cabandié, la gobernadora de Río Negro Arabela Carreras, la secretaria Provincial de Ambiente Dina Migani, el intendente de Sierra Grande Renzo Tamburrini y el Director Regional Patagonia Norte de Parques Nacionales Javier Grosfeld".
De área provincial a parque nacional
Por el momento, el miniarchipiélago tiene estatuto de área natural protegida provincial, como recuerda la bióloga Patricia González, coordinadora del Programa Humedales de la Fundación Inalafquen, que participó junto a otras voces de la región y de la provincia en la elaboración del Plan de Manejo que estudió en profundidad la naturaleza, las características y las amenazas de este fragmento único de la costa patagónica.
"Los islotes son muy importantes desde el punto de vista de la biodiversidad porque son lugares de reproducción de lobos de un pelo y de muchas aves marinas y costeras", comenta. "Las aves no pueden nidificar en cualquier lugar. Tienen que proteger sus nidos de predadores y del clima. Las islas con su vegetación son ideales para varias especies. Uno de los trabajos más importantes del plan fue la delimitación de zonas y precisar cuáles son las intangibles para que las visitas no perturben la fauna".
Patricia González tiene una importante trayectoria en el estudio de las aves marinas de la región y más particularmente las migratorias, como el playero rojizo, una especie en peligro de extinción que viaja dos veces por año entre el extremo sur y el extremo norte de las Américas. "Hemos notado su paso por el Complejo de los Islotes. Es una excelente noticia que nos confirma el valor de este ecosistema", subraya. Es la especie de B95, que fue anillado en 1995 y censado varias veces a lo largo de las costas patagónicas, incluyendo la región de San Antonio, durante los años sucesivos. Sus observadores piensan que el pequeño pájaro recorrió una distancia total de 600.000 kilómetros a lo largo de su vida, equivalente a una ida y vuelta a la Luna…
El más accesible de los islotes es La Pastosa. Es el más grande también, donde anida la mayor cantidad de pingüinos de la colonia. Como el resto, seguramente formará parte de la zona intangible, pero las futuras visitas se podrán acercar a zonas de observación. Daniel Somma adelanta que desde Parques Nacionales se estudia y trabaja sobre la base de las zonas propuestas por el Plan de Manejo "y que se va a ajustar a los estándares de la APN. Los visitantes estarán limitados a sectores que mantendrán distancia con la fauna para no impactar en ella".
Javier Grosfeld precisa que "la Pastosa y la Punta Pozos son los dos mayores atractivos turísticos del parque. Serán los dos puntos de acceso para visitas. Todo está en estudio todavía, pero trabajamos con un centro de visitantes cerca de la Pastosa, un área de uso diurno a mitad de camino y otro en Punta Pozos. Pero nos faltan todavía varios estudios para medir el impacto y no interferir con los importantes restos arqueológicos que hay en todos esos lugares".
La importancia de proteger
Hasta el momento los islotes contaron con la protección de dos guardafaunas provinciales que se formaron con el guardaparque Daniel Paz Barreto. Sin embargo, el mayor resguardo de este maravilloso ecosistema fue su relativa inaccesibilidad. Mientras el verano "explota" -como se suele titular- cada año en Las Grutas, y que Playas Doradas también viene creciendo, son realmente pocos quienes se aventuran por tierra siguiendo huellas de ripio por el monte o por mar, a bordo de gomones desde Playas Doradas.
El titular de Parque Nacionales aclara sobre este tema que "hasta el momento los islotes recibían hasta dos grupos de 20 personas cada día, durante la temporada alta, proveniente de Las Grutas. Uno de los productores locales, Mauro Bregante, creó un emprendimiento turístico rural. Organiza pernoctes, asados y visitas a los islotes. Se limitó la cantidad de gente que llevaba para frenar el impacto. Como se accede por caminos privados, era imprescindible contar con él u otros de la zona para llegar. Pero vamos a mejorar accesos y acordar horarios de apertura de tranqueras. Otra opción es desde Playas Doradas, pasando por Punta Pozos. Es una huella transitable incluso luego de lluvias, pero que necesitará un puente por encima del lecho del Arroyo Salado".
"Es mejor que el acceso no haya sido tan fácil -subraya Patricia González- porque los vehículos 4x4 provocan muchos daños. No tanto por las huellas que dejan en el paisaje sino por pasar encima de zonas de nidificación de aves cuando se hacen travesías".
El Plan de Manejo apunta al mismo problema y sus redactores detallan que "se realizan travesías en vehículos todo terreno por la playa, desde Las Grutas y playa El Sótano, distante unos 65-70 kilómetros al norte de Playas Doradas, hasta dicho balneario. No existen regulaciones para esta actividad y dado que se trata de vehículos todo terreno, pueden ingresar ad libitum a los sitios que les interesen, sin ninguna restricción excepto las que impone la marea".
Lo mismo ocurre en Punta Pozos, donde además los ambientalistas recuerden haber constatado disturbios que alejaron especies de pájaros por algunas temporadas. Al hacer inspecciones in situ, encontraron cantidades de cartuchos sobre el suelo… El sitio tiene una fisonomía poco común: lo conforma una estrecha lengua rocosa de un kilómetro de largo que, al alejarse de la costa, forma varias albúferas circulares de distintos tamaños.
A partir de esta punta, la zona intermareal -o intertidal- va ensanchándose hasta que aparecen los cinco islotes. Salvo Lobos, están parcialmente cubiertos por una vegetación similar a la del continente, compuesta esencialmente por molles y jarillas aprovechados tanto por los pingüinos como por otras aves para preparar sus nidos y buscar sombra.
Los pingüinos más septentrionales
Sea todo el año o durante las épocas de migraciones, se registraron 61 especies de 20 familias distintas de aves en los islotes. Algunos son más numerosos que otros y algunos fueron vistos en raras ocasiones. La lista es larga pero se pueden mencionar varios tipos de gaviotas, gaviotines, playeros, chorlitos, ostreros, garzas o patos entre los de hábitos marítimos; gavilanes, halcones, torcazas, lechuzas, bandurritas y canasteros entre los de hábitos terrestres. Los pingüinos de Magallanes, por su parte, forman allí su colonia más septentrional en todo el mundo. Conviven con choiques, que aparecen ocasionalmente, y flamencos.
Ese Arca de Noé no solo tiene habitantes alados. A pesar de su pequeño tamaño, los afloramientos son el hogar de ejemplares de 19 especies de reptiles y 27 de mamíferos. Los guanacos se ven muy ocasionalmente, aunque abundan a lo largo de la costa, sobre el continente, al igual que varias especies de gatos y de roedores, maras, zorros, peludos, vizcachas y animales exóticos como el jabalí y la liebre. Pero los más llamativos entre todos los mamíferos son los lobos de un pelo, que formaron colonias reproductivas sobre Pastosa y el bien nombrado Lobos (unos 600 individuos censados en 2016 en cada caso, según el Plan de Manejo). Últimamente se registraron algunos nidos de pingüinos también en Punta Pozos. Conviven con importantes bandadas de tres especies de gaviotines, el real, el sudamericano y el pico amarillo.
Patricia González recuerda que vio pingüinos por primera vez en los islotes durante los años 90, en tanto los primeros nidos se registraron en 2002. Ese año eran unas 22 parejas sobre Redondo y muy rápidamente crecieron en cantidad y se asentaron sobre Pastosa, el mayor de los islotes, y también sobre Pájaros. Daniel Somma precisa que son "12.000 aproximadamente ahora y hay 4000 nidos. Es una colonia importante y consolidada pero muy joven. Tiene tan solo unos 20 años. Por lo que es importante cuidar el impacto que pueden tener las visitas para no perturbar su crecimiento".
Huellas tehuelches
La zona de los islotes también es muy rica en vida marina, desde crustáceos a peces, moluscos y cetáceos. Se registra la presencia frecuente de varias especies de delfines -y entre ellos la escasa franciscana, el delfín más amenazado del continente- y en temporada de invierno también repetidas visitas de ballenas francas australes.
Como en Las Grutas, el mar se retira muy lejos y deja al descubierto una ancha zona intermareal. Las depresiones en las rocas se transforman en piletones naturales donde quedan atrapados pececitos y moluscos, hasta la siguiente marea. Este ecosistema era frecuentado desde tiempos inmemoriales por los tehuelches. Los pulperos no son sus descendientes, pero sí sus continuadores. A pesar de ser una reserva natural, la costa de los islotes es el último lugar del país donde se sigue practicando una pesca trashumante como en tiempos prehispánicos. La protagonizan los pulperos que viven en un asentamiento al margen de Las Grutas, y buscan pulpitos patagónicos a lo largo de las costas rionegrinas y hasta Puerto Madryn. El presidente de la APN precisa que "acordaremos con ellos prácticas de manejo sustentable del recurso para que puedan seguir su trabajo sin impactar dentro del parque. Lo que hacen tiene una larga trayectoria sociológica y cultural. Conocen como nadie el medioambiente".
La pesca de pulpitos es una de las actividades que promociona el balneario de Sierra Grande en su litoral, aunque aconseja "mantener la posición original de las piedras luego de descubrirla en busca del pulpo. Si las piedras son cambiadas de lugar, el octópodo no regresa".
Los habitantes originales de aquellos lares dejaron varias huellas de su paso por los islotes. Todavía se notan los senderos que marcaron, se encuentran artefactos líticos, fragmentos de cerámicas y concheros que demuestran que venían con regularidad y se alimentaban de lo que capturaban y recolectaban en estas extensiones liberadas temporalmente por el océano. Al igual que la protección de la naturaleza, el pasado de esta porción de la Patagonia costera necesita que el Parque Nacional sea promulgado en breve para poder gozar de la protección que merece y se convierta en un nuevo y deslumbrante atractivo dentro de marcos pautados.
Parques costeros argentinos
El PN Complejo Islote Lobos será el 40° para el país y el segundo para la provincia de Río Negro. A lo largo de los últimos años, la fachada maritima del sur del país recuperó el atraso que sufría en relación con las regiones patagónicas andinas y en la actualidad suma el Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral en Chubut, el Parque Interjurisdiccional Marino Isla Pingüino, el PN Monte León y el Parque Interjurisdiccional Marino Makenke, en Santa Cruz; además de la Reserva Natural Silvestre Isla de los Estados y las áreas marinas protegidas Namuncurá – Banco Burdwood II y Yaganes, en el Atlántico Sur.
El nuevo Parque Nacional Islote Lobos fue decidido en base al análisis de huecos ambientales en los cuales la APN no está presente todavía. Y una de sus prioridades actuales es reforzar la protección del litoral oceánico, como lo confirma Daniel Somma. “Es un objetivo del ministerio de Ambiente que compartimos”. El proyecto estaba en carpeta desde 1993. “No es un proyecto nuevo. Ya estaba cuando ingresé a Parques en 1988. Pero finalmente se concreta” concluye el directivo que también adelanta que se están estudiando nuevas áreas protegidas en del Delta (en la zona de San Fernando) y en Villa Gesell (para proteger el sistema de dunas de la zona del Faro Querandí). También anticipa que pronto puede haber novedades en Mendoza, para proteger un ecosistema alto-andino.