De Descartes a Merlí, cinco visitas muy filosóficas
1 Francia. La casa de René
Visito ergo sum: en estos tiempos de sobreturismo, este aforismo podría ser el punto de partida de una nueva reflexión filosófica. ¿Y por qué no durante las reuniones que se organizan regularmente en la casa donde nació el filósofo francés René Descartes en 1596?
Se encuentra en un pueblito del Valle del Loire, al norte de Poitiers. Desde afuera, la vivienda no tiene nada de particular y es muy parecida a las que se ven habitualmente en esa región de Francia. Pero por dentro fue transformada en museo para recrear la vida y la obra del filósofo. Las exhibiciones también abarcan la vida cultural del Renacimiento y el siglo XVII.
La visita sigue en el jardín, que perteneció a la abuela del pensador y es actualmente un parque. Además de esta mansión -integrante de la red de casas-museo de escritores y el patrimonio literario francés- el pueblo, que cambió su nombre histórico para adoptar el patronímico de su vecino más ilustre, preparó un paseo peatonal llamado La Cartesiana. Hay placas y carteles informativos en los principales puntos de la caminata. Se pasa por el centro de informes turísticos (sobre la plaza Blas Pascal…) y delante de la estatua de Descartes frente a la Municipalidad. Y por si no fuera lo suficientemente filosófico, se organizan en el museo Cafés-Filo el primer viernes de cada mes.
La casa está en Descartes, en la rue Descartes 29. El pueblo se llamaba originalmente La Haye y cambió de nombre en 1967. El museo abre del 1º de abril al 31 de octubre, de 14 a 18, de miércoles a lunes. También por la mañana de 10 a 12 en junio, julio y agosto. La entrada cuesta 5 euros.
2 España. Tras los pasos de Merlí
De la misma manera en que varios edificios oficiales se convirtieron en referencias turísticas en Madrid gracias a La Casa de Papel, la serie catalana Merlí llevó a los turistas hasta rincones muy poco visitados de Barcelona. El profesor de filosofía y sus alumnos atraen a sus admiradores hacia Sant Genís del Agudells, al pie de la sierra de Collserola. El paseo es más bien contemplativo y solo permite ver los exteriores de varias locaciones de la ficción. Nada muy filosófico de por sí, de modo se puede completar la visita con la lectura de algunos de los libros editados para acompañar la extrema popularidad de la serie. El instituto Àngel Guimerà se reconoce en la fachada de la exescuela Menéndez Pidal (ahora un edificio ocupado) y el colegio Mare de Diu de Montserrat. El parque de atracciones Tibidabo, escenario de una escena emblemática protagonizada por Merlí y su hijo, se encuentra en lo alto de Collserola, desde donde se ven lindos panoramas sobre la ciudad. Otra parada del circuito es el CosmoCaixa, una institución que se nombra de manera recurrente a lo largo de todas las temporadas. En la realidad es un museo de ciencias muy interesante, dentro del cual se recreó el ecosistema de la selva amazónica. La visita termina finalmente en el barrio vecino de Sarrià, donde está el bar de Miriam.
La única verdadera atracción del recorrido es el Parque Tibidabo. La entrada cuesta 28,50 euros por un día completo. El verdadero Bar de Miriam se llama Can Pau y está sobre la Plaza Sant Vicenç de Sarrià.
3 Suiza. El Monte de la Verdad
La filosofía le debe mucho a los pensadores de cultura germánica. Pero es en la Suiza italiana donde algunos librepensadores encontraron la verdad, a principios del siglo XX. O por lo menos encontraron el Monte de la Verdad, una colina de 332 metros que domina la pequeña ciudad de Ascona, por encima del lago Maggiore. Los lugareños lo conocieron siempre como Monte Monescia, hasta que llegaron intelectuales y ricos de varias naciones europeas a principios del siglo XX. Los atraían tanto la neutralidad y la discreción suiza como el microclima de esa riviera en medio de los Alpes.
Ascona ya había recibido a Nietzsche y Bakunin, entre otros, a fines del siglo XIX. Fueron ellos quienes dieron a conocer el pueblo y su región, atrayendo a otros buscadores de verdades y seguidores de los principios de la Lebensreform, una reforma de la vida que inspiró mucho más tarde el movimiento hippie. En 1900 el monte fue comprado por el hijo de un hombre de negocios de Amberes, que fundó la Cooperativa Vegetariana Monte Verità. Convocaron a políticos, pensadores, escritores, artistas y pedagogos. Bakunin, Herman Hesse, Carl Gustav Jung, Paul Klee, Isadora Duncan, Rudolf Steiner, Nietzsche y Remarque fueron algunos de los huéspedes o residentes del Monte de la Verdad. Actualmente la colina es un complejo con un hotel, un restaurante, un centro de conferencias y un museo. Las instalaciones de los primeros ocupantes están abiertas al público; al igual que la Casa de Té.
La casa de Té abre todos los días, desde marzo. El museo y las visitas arrancan el 3 de abril hasta noviembre. De miércoles a sábado de 14 a 18 y los domingos también de 10 a 13. La entrada cuesta US$ 12,40 por persona.
4 Japón. Una experiencia filo-zen
Kanazawa es una ciudad sobre la costa opuesta a la de Tokio, en la isla de Honshu. Allí enseñó y pasó parte de su vida el filósofo japonés Kitaro Nishida, un pensador que trató de sintetizar las filosofías occidentales con las japonesas durante la Era Meiji (un período durante el cual el archipiélago se abrió al mundo a fines del siglo XIX y principios del XX). Nishida fundó la Escuela de Kioto y asoció sus reflexiones y su pensamiento con la meditación zen. Su obra y sus reflexiones inspiraron el Museo Memorial de la Filosofía, un lugar único en el mundo. A la diferencia de las instituciones habitualmente dedicadas a filósofos en el mundo occidental (como la mencionada casa-museo de Descartes), la visita es una invitación a la introspección y a la reflexión. El edificio mismo fue concebido como una sucesión de "zonas para pensar". Fue construido sobre una colina y la vista abarca toda la ciudad y la costa del Mar de Japón. Además de esta experiencia zen, la ciudad de Kanazawa propone otras, mucho más prosaicas, como paseos por el barrio de las geishas o el de los samurais, compras en mercados, ceremonias del té y visitas a jardines y al castillo local.
El Museo Memorial está en el suburbio de Kahuko, a 20 minutos a pie de la estación de Unoke, la más cercana. La entrada cuesta US$ 2,75 por persona. Se ingresa al museo por el Camino de los Pensamientos, plantado con sakuras que agregan una dimensión poética a la visita cada primavera cuando florecen. Se permite el ingreso hasta las 17.
5 Grecia. El fin de Sócrates
No se puede pensar en visitas filosóficas sin Grecia. El Siglo de Pericles perdura por medio de magníficos monumentos en Atenas, pero también en las ideas y conceptos intelectuales que asentaron el pensamiento occidental gracias a los matemáticos, autores y filósofos de aquel tiempo. Sócrates fue uno de los más destacados, a pesar de no haber dejado ni escritos ni rastros de su vida terrestre. El siglo V antes de nuestra era sigue aflorando en varios rincones de la capital griega, como en Kerameikos: el barrio de los ceramistas es la mayor necrópolis de la época clásica.
Se ven vestigios de tumbas y monumentos funerarios, y seguramente algunos fueron contemporáneos de Sócrates y Platón. Se levanta cerca del Acrópolis y del Ágora, donde los filósofos y sus discípulos armaban debates públicos e interpelaban a la gente. Esta práctica contribuyó a la pérdida del gran maestro del pensamiento occidental, acusado de corromper las mentes de sus contemporáneos y alejarlos del culto a los dioses. El juicio que se le entabló derivó en una sentencia a muerte. Estuvo encerrado un tiempo antes de su muerte en una cárcel, que se suele mostrar sobre la colina de Filopapos, en los alrededores de la Acrópolis. Es el único lugar tangible que se puede asociar con la vida del filósofo.
El recinto de Filopapos es un espacio público abierto sin restricciones de horario. Los mejores momentos para recorrerlo son la mañana o el atardecer, para disfrutar de la vista sobre Atenas y el Partenón. La elevación se conoce también como Colina de las Musas. Tiene 147 m de alto. La cárcel de Sócrates es una de las cavidades que se ven en el suelo, que sirvieron originalmente como casas trogloditas.