La capital del estado brasileño de Paraná, supo recibir apodos como "ciudad sonrisa" o "ciudad ecológica" y se consolidó como la ciudad más limpia de Sudamérica. En la década del 70, Jaime Lerner, arquitecto y por entonces alcalde de la ciudad, quería modernizarla a través de una planificación urbana basada en el desarrollo sostenible con miras a la integración de la urbe al medio ambiente.
La consolidación de ese modelo se dio gracias a 30 años de proyecciones y desarrollo urbanístico. Lerner quería preparar Curitiba para el siglo XXI sin sacrificar su patrimonio natural ni su acervo cultural. Las claves de su plan fueron: perfeccionar el sistema de transporte para reducir el uso del auto, peatonalizar las calles del casco histórico, que los edificios rodeen la naturaleza y no al revés y, que los rascacielos tengan fachadas y terrazas verdes para ahorrar energía. Una ciudad pensada para su gente y no para sus máquinas y construcciones. Además, era clave orientar a la ciudadanía para colaborar con el mantenimiento y conservación del patrimonio urbano y la creación de un sistema de parques para optimizar el drenaje de la ciudad.
Si juzgamos a Curitiba en el contexto actual, nos llama mucho menos la atención; vemos que, de manera más eficiente, hace lo mismo que intentan hacer muchas otras grandes urbes de la región. Pero si intentamos imaginar que este movimiento se inició hace más de 40 años, difícilmente entendemos que todo eso haya pasado en el país vecino cuando el tipo de medidas que tomaron las autoridades de la ciudad brasileña no estaban por aparecer en la agenda de la región en las siguientes décadas.
Si bien por su gran crecimiento - triplicó su población desde los años setenta - tuvo que ajustarse para mantener su lugar de referente, todavía está muy por delante de la región. Y aquellos puntos clave que llevaron a Curitiba a la vanguardia hace más de tres décadas, siguen siendo el eje de la ciudad.
1) TRANSPORTE PÚBLICO (BRT)
Los ómnibus son el principal medio de transporte público en la capital de Paraná. Todas las rutas de buses están interconectadas entre sí y recorren la ciudad de punta a punta. El primer BTR (Bus Rapid Transit) empezó a funcionar en 1974. El sistema es similar al de un metro y en su momento, tenía capacidad para cubrir el 100% de la población. Hay más de 250 líneas y 30 terminales. Es un sistema integrado en el que se paga un solo boleto antes de subir. Ése permite tomar todos los ómnibus necesarios para llegar a destino.
Los buses son conocidos por ser rojos, biarticulados y por sus terminales metálicas futuristas en forma de tubo que se sumaron en la década del 80. Tienen carriles y sistema de semáforo exclusivos, algo que aunque ahora pueda parecer más normal, en los 70 estaba lejos de ser siquiera un pensamiento en el resto del continente.
Además, 7 de cada 10 ciudadanos se trasladan en bici. Curitiba tiene 120 kilómetros de carriles para ciclistas que conectan toda la ciudad. Para tener una idea, ese kilometraje es más que el de las ciclovías de San Pablo, Porto Alegre y Belo Horizonte juntas. Cerca del 70% de la población no depende de su propio auto; esto disminuye el del tráfico y las emisiones de carbono.
2) PARQUES Y JARDINES
En palabras de los locales, los parques son las playas de Curitiba. Son la carta de presentación de la ciudad. Son espacios, muchos de ellos, especialmente desarrollados, para reducir las inundaciones en la ciudad y mejorar el drenaje natural del agua de lluvia y la calidad del aire. Hay más de 50 metros cuadrados de áreas verdes por persona.
El parque más conocido, emblema distintivo de la ciudad es el Jardín Botánico y es célebre por su invernadero de vidrio conocido como "estufa", inspirado en el Palacio de Cristal de Londres. Sus 245 mil metros cuadrados incluyen un bosque de araucarias y gran variedad de jardines.
Algunos de los principales parques son conocidos por diferentes motivos: el Parque Barigui por sus capivaras (carpinchos), el Tanguá por su puesta de sol, el parque das Pedreiras por albergar la Opéra de Arame, otro de los símbolos emblemáticos de la capital de Paraná; dentro del bosque Zaninelli funciona la Universidad Libre del Medio Ambiente y el Parque São Lourenço es famoso por su lago.
Muchos de los parques cuentan además con monumentos conmemorativos a inmigrantes ucranianos, polacos, alemanes y árabes que poblaron la ciudad en los siglos XIX y XX.
3) CENTRO HISTÓRICO PEATONAL
Con gran revuelo, la Rua XV de Novembro fue la primera vía peatonal de Brasil. En aquel momento, la invasión de autos ya era imparable y la forma de solucionar esa conglomeración, según Lerner, no era ensanchando las calles, sino, por el contrario, prohibiendo la circulación de vehículos. Idea por entonces revolucionaria e impensada.
Después se fue cerrando el paso de autos en toda la zona. Se sumaron la Rua das Flores y Largo da Ordem, el corazón del centro histórico - lugar en el que nació la Vila de Nossa Senhora da Luz dos Pinhais, a finales del siglo XVII, que después pasaría a llamarse Curitiba - hasta las ruinas de San Francisco.
4) EDUCACIÓN CIUDADANA
Una de las premisas de la planificación urbana fue diseñar una ciudad para sus habitantes, no para las máquinas. Otra involucrar a los curitibanos desde el principio en todo lo relativo a la sostenibilidad de su ciudad. Por eso, la mayoría, tiene gran conciencia ambiental que se cultiva desde la infancia en las escuelas por medio de actividades dirigidas a la educación ambiental.
En Curitiba desde hace décadas se reclicla cerca del 50% de los residuos. Además, en las zonas de bajos recursos, se promueve el intercambio de residuos reutilizables por productos como frutas y verduras y servicios. Hoy en Curitiba son conscientes de que hay que establecer mejoras en un presente con mucha más población y una demanda por mantenerse sustentables mucho más alta.