Coronavirus. Varados en lugares remotos que ya perdieron las esperanzas de regresar
Una pequeña ciudad a orillas del Mediterráneo en Marruecos, la histórica ciudad de Podgorica en Montenegro, la antigua Nueva Delhi India y Johannesburgo en Sudáfrica serían destinos imperdibles para cualquier viajero.
Pero todo cambió desde que el coronavirus se extendió a cada rincón del planeta. Con idiomas diferentes, atracciones turísticas cerradas, toques de queda, policías en las calles y fronteras clausuradas, estos lugares se transformaron en la peor pesadilla para los argentinos que quedaron varados.
Emiliano Galizio, porteño de 36 años es el único argentino varado en la ciudad de Podgorica, en Montenegro. Lo que empezó como un viaje que duraría tres meses y lo llevaría por varios países, terminó en una estadía de más de un mes en una habitación de un hostel en absoluta soledad.
"Es una ciudad en donde hay un poco de turismo, pero la gente no habla inglés. Con el paso de los días me empecé a desesperar porque está todo cerrado. En un momento, me quisieron echar de donde estoy y hasta tuve que ir a la Policía", cuenta Galizio que es desarrollador de software.
Hoy agradece estar en Podgorica a pesar que Montenegro no tiene embajada argentina. El 11 de marzo, a unas horas de llegar al que sería su destino por varios días, estuvo en Budva, una ciudad con no más de 18 mil habitantes.
"Tuve que pasar por tres hostels hasta encontrar uno abierto. Dejé mis cosas, salí a caminar, pero no había absolutamente nadie en la calle. Volví y quise tomarme un micro a Serbia, para estar en un país con embajada argentina. Cuando subo, el chofer mira mi pasaporte y me dice: ‘Sólo están dejando entrar a nacionales y si no te dejan pasar, te tengo que dejar solo en la frontera’".
Finalmente se decidió por Podgorica desde donde se comunica con la embajada de Belgrado y Budapest pero aún no tiene fecha posible de regreso. Una primera opción fue tomarse un vuelo hacia Estambul que finalmente se canceló o trasladarse a Luxemburgo o Estocolmo, ciudades muy costosas para poder mantenerse hasta volver.
"Es horrible la sensación. Yo estoy solo, nadie habla mi idioma salvo el hijo del dueño del hostel que algo me entiende. Las reglas de acá no son las de Argentina y estás lejos de tu gente. Estoy resignado y se que nadie me va a ayudar".
"Nos tenemos que esconder como los judíos con los nazis"
Ivana Ponzio, de 36 años, partió el 28 de febrero, después de renunciar a su trabajo como azafata, desde Córdoba hacia Bali junto a su pareja. Después de un mes, llegaron a la India y se instalaron en Nueva Delhi.
"De un día para el otro, la gente se puso loca. El 20 de marzo el presidente dio un discurso y, cuando volvimos a salir a la calle, la gente nos gritaba que nos volviéramos a nuestros hoteles. El 21 se declaró el estado de sitio y nadie más podía salir de sus hogares", contó.
En ese momento, Ivana y su pareja estaban dentro de un hotel que de a poco empezó a quedar vacío. El lugar estaba ubicado en la zona de Rajasthan y cada tanto recibían la visita de un grupo de policías que les tomaban la fiebre, les hacían un certificado y les colocaban un sello en la mano que los distinguía de los locales. Después les sacaban una foto de su rostro junto al brazo sellado.
"De 30 habitaciones que tenía el hotel, sólo dos estaban ocupadas. Querían cerrarlo porque estaban perdiendo plata. Entonces, nos cortaban el agua, la luz y el wifi pero no teníamos a donde ir porque en los hoteles no querían a extranjeros".
Ivana forma parte de un grupo de Whatsapp en donde hay unos 220 argentinos que también están varados en India. Las historias que se cuentan son prácticamente de un país en guerra: una señora que había quedado varada en una isla fue sacada a las 3 de la mañana en un vuelo que no sabía a donde iba a aterrizar y unos turistas que violaron el estado de sitio tuvieron que escribir 500 veces "no he cumplido con las reglas, lo siento mucho".
Tras dejar el hotel, Ivana y su pareja consiguieron que dos hermanas francesas las alojaran en su casa, en una zona residencial de Nueva Delhi.
"Nos piden que no salgamos de la casa, que no nos vean los vecinos. No podemos ni asomarnos a las ventanas. Es como los judíos en la época de los nazis".
Y la imagen de las calles de la ciudad que ven por redes sociales o televisión, es mucho peor que lo que se puede imaginar. En varios videos, se ve cómo la policía usa palos de bambú para pegarle a la gente que anda en la calle.
"Al principio teníamos miedo de salir porque creíamos que nos iban a pegar, nos dimos cuenta que es algo súper discriminatorio".
Si bien los 220 argentinos mantienen contacto con la embajada, aún no tienen novedades sobre un posible regreso. Según Ivana, el embajador argentino en India está en Buenos Aires y el personal diplomático los ayuda con algunas cuestiones operativas.
"Nos duele porque cuando estalló todo esto, nosotros ya no podíamos volver. Solo conseguimos un vuelo que demoraba 52 horas en llegar y, para ese entonces, las fronteras ya iban a estar cerradas. Nadie sabía lo que iba a pasar. Es canalla echarnos la culpa a nosotros".
"Necesitamos que dos países se pongan de acuerdo para salir"
Essaouira es una de las ciudades más turísticas de Marruecos. Sus kilómetros de playa de arena fina son uno de sus principales atractivos, aunque en estos días, no están abiertas por las restricciones del coronavirus.
"Esta ciudad es muy tranquila. Tiene una costa, unas playas hermosas que sólo vemos cuando vamos al súper. Después de haber recorrido parte de Marruecos podemos decir que es una de las más lindas", cuenta Daiana Irene González Jadrosic, de 29 años, que está varada en este lugar junto con Nicolás Felipe Andrés García Méndez, su pareja.
Sus vacaciones iban a seguir por Grecia y luego hacia Barcelona para tomar el vuelo de regreso a Buenos Aires el 27 de marzo. Hoy están dentro de un Airbnb que consiguieron al llegar a la ciudad y a la espera de poder salir, cuando se abran las fronteras.
"Nos reprogramaron el vuelo de vuelta para el 17 de mayo, pero necesitamos salir antes de Marruecos para poder llegar a Barcelona. Necesitamos que dos países se alineen para irnos. Dependemos mucho de cómo estén las circunstancias", agregó.
En Marruecos hay unos 40 argentinos varados en diferentes ciudades como Tánger, Rabat y Marrakech. A diferencia de lo que sucede con otros, Daiana y Nicolás consiguieron una ayuda de la embajada argentina para pagar alojamiento y algo de alimento.
El pasado 9 de abril recibieron 400 euros, lo que les alcanza para estar unos 25 días más. "A esto, le sumamos que negociamos con el dueño del Airbnb y logramos que nos deje quedarnos por la mitad de precio".
Diana es calígrafa pública y trabaja en una consultora de ingeniería mientras que Nicolás se desempeña en finanzas de una empresa. Ambos están intentando hacer su trabajo a distancia para no perderlos.
"Tuvimos que avisar que no íbamos a llegar a tiempo y logramos alquilar una computadora para turnarnos y hacer el trabajo".
En Marruecos hay 2564 casos confirmados y 135 muertes, un promedio que se extiende a lo largo y ancho del continente africano. Sin embargo, las imágenes de la pésima salud pública del país ya están dando vueltas en todas las redes sociales.
"Nosotros estamos agradecidos porque la embajada nos ha ayudado mucho, pero lo único que queremos es volver. Llevamos mucho tiempo afuera de Argentina y no queremos pensar en qué va a pasar si nos enfermamos".
En un momento, tuvieron la idea de alquilar un auto y salir por el paso fronterizo de Ceuta para poder llegar a España. Para eso, debían viajar más de 10 horas y tramitar varios permisos. Sin embargo, la embajada argentina les aconsejó no hacerlo, ya que todos los pasos ya estaban cerrados.
"En la puerta de los súper hay más de 8 patrulleros"
Sudáfrica se transformó en uno de los países más elegidos por los turistas en los últimos años. La modernidad de su capital Johannesburgo o las playas de Durban son algunos de sus mayores atractivos que también se vieron perjudicados por el coronavirus.
Maximiliano Silvio Pahor y Mariano Agustín Cirelli se conocieron mientras se enteraban que sus vuelos habían sido cancelados y que no iban a poder volver a la Argentina. Ambos habían llegado a Johannesburgo por vacaciones y ahora comparten una habitación en un hostel ubicado en el suburbio de Braamfontein.
"Es una de las ciudades más inseguras del país. Ya hubo casos de argentinos varados que les robaron y que sufrieron xenofobia. Hay una brecha muy grande entre ricos y pobres. No sabemos qué puede pasar", contó Maximiliano, oriundo de Ituzaingó, provincia de Buenos Aires.
Ellos salen del hostel una vez cada dos días para comprar algunas provisiones y temen por un estallido social. Hace unos días, unas 200 escuelas del país -55 en Johannesburgo- fueron saqueadas e incendiadas.
"La gente no está trabajando y escuchamos que hubo saqueos. Esto nos da temor, sobre todo porque estamos en un país que no conocemos. Esto revienta en cualquier momento. Siempre que salimos, vemos al menos 8 patrulleros en la puerta del supermercado. Las autoridades están oliendo que algo va a pasar", expresa Mariano que es de Longchamps, provincia de Buenos Aires.
En Sudáfrica, los números de contagiados por coronavirus ascienden a 2783 y las muertes a 50, números que resuenan muy alentadores en comparación al resto del mundo.
Al igual que Maximiliano y Mariano, hay otros 70 argentinos que esperan un vuelo de repatriación y que se comunican a diario vía Whatsapp con la embajada argentina.
"No tenemos un cronograma ni nada para tener noción sobre cuánto tiempo nos tenemos que quedar. No sabemos si tenemos que pedir plata a nuestras familias. Nos sentimos en medio de la selva, pero sin cuchillos", indicó Maximiliano.
El dinero se les está agotando y también las esperanzas de volver a casa: en un primer momento iban a hacerlo vía San Pablo, pero Brasil se negó a recibirlos. Otra posibilidad era que Latam hiciera sus vuelos vía Guarulhos, pero se cancelaron.
"Hasta que la Argentina no de luz verde para que volvamos, no sirve de nada lo que hacemos", expresa el oriundo de Ituzaingó.