Un menú de confiterías y chocolaterías, especial para golosos, por la ciudad cordobesa de tradición centroeuropea, que se prepara para la Fiesta de la Masa Vienesa en Semana Santa
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Ottilia Schwab de Tracsel tenía que ganarse el paladar de sus nuevos vecinos. Era 1939 y había llegado desde Austria con toda su familia a Villa Calamuchita –lo que actualmente se conoce como Villa General Belgrano–. Con sus valijas, se trajo sus recetas y con sus recetas, una de sus preferidas: la famosa Selva Negra.
Si bien demoró pocos días en empezar a hacerla para conquistar a las 8 familias que ya estaban instaladas en el lugar, pronto se dio cuenta que algo no andaba bien: ella la hacía con crema natural, sin azúcar, algo para lo que el paladar argentino parecía no estar preparado. Después de un par de malos intentos, Ottilia le agregó la cantidad justa del azúcar y logró que su receta le diera el título de la primera pastelera del pueblo.
Para desandar la ruta de la pastelería y los chocolates de Villa General Belgrano, resulta imposible no hacer referencia a sus pioneros, que provinieron principalmente de Alemania, Suiza y Austria. Todo el pueblo está marcado por su arquitectura, en la que predomina la madera de durmiente, sus árboles, como el pino y sus sabores, dominados por la manteca, las especies, la miel y las frutas.
Estos ingredientes son los que predominan en Hoffmeister Haus (Los Chañares 594), un hogar de familia que todos los días, desde las 17, se transforma en una casa de té. Rosana Bellani, de 53 años, prepara el almuerzo y empieza a producir cada una de las exquisiteces que deleitarán los turistas que se acerquen hasta el lugar.
“Tuve la suerte de que la primera pastelera de la villa, Doña Ottilia, vino varias veces a tomar el té. Ella me dio tips sobre cómo hacer el strudel y los pretzels”, cuenta Rosana, que atiende el lugar junto a su marido, Sergio Hoffmeister, y su hijo, Otto.
Rosana prepara el servicio de té en la cocina de su casa con delicias alemanas que incluyen schnecke (una especie de factura esponjosa sin manteca), brot con semillas (un pan de sabor dulce), käsekuchen (tarta de queso un poco más firme que el cheesecake), scones y el tradicional strudel de Ottilia.
“Cuando los recibimos, lo hacemos en nuestra casa. Nosotros vivimos arriba y el jardín es el que usamos los fines de semana”, agregó Rosana, que llegó con su familia desde Buenos Aires hace 15 años. Una merienda para degustar tiene un costo de $1200 para dos personas.
En el circuito de las casas de té de la zona hay que pasar por Pather (Catamarca 745), un sitio especializado en gastronomía armenia. La cocina es totalmente diferente a la anterior, aunque las recetas también vienen de familia: el lugar es atendido por sus dueños, Herman Nahabetyan y Patricia Peitsch, quienes están en el rubro hace más de 15 años. Entre sus especialidades se puede probar la baklava ($160) o la mousse de miel, uno de sus platos estrellas ($260). Una degustación de postres armenios para dos personas cuesta $270.
El recorrido se puede complementar con una visita a Hebras (Av San Martín 950), una casa de té gourmet que ofrece pastelería artesanal con platos clásicos argentinos como los panqueques con dulce de leche o tortas de diferentes recetas familiares. Su diferencial está en los blends de té que preparan en el lugar. Una porción de torta va desde los $250 con un té de 18 variedades de blends.
Estas casas, junto a Edelwess Delikatessen en La Cumbrecita (a 40 km), forman la Ruta del Té de la zona. Esta última se especializa en pastelería alemana con algunas perlitas como la torta Bienenstich (con crema, azúcar y pasta de almendras) y las empanaditas de frambuesas, una receta heredada de la abuela de la dueña del lugar.
Recorrido chocolatoso
A diferencia de la pastelería, la chocolatería desembarcó en Villa General Belgrano después de que 5 vecinos del rubro se reunieran en una confitería y decidieran incorporar una fiesta más al calendario del pueblo. Así, en 1985, nació la Fiesta del Chocolate Alpino que se celebra cada julio. Paradójicamente, la primera vez que se hizo no tenía productos fabricados localmente.
“Empezamos trayendo el chocolate de otros sitios. El primer año de la fiesta, me limité a vender mis alfajores y ahí me di cuenta que era necesario empezar a fabricar”, contó Juan Manuel Ferrari, dueño de Capilla Vieja (Julio A. Roca 176), una de las primeras chocolaterías de Villa General Belgrano.
En 1986, Juan y su esposa decidieron cambiar parte de su producción de alfajores y dulces para empezar a fabricar tabletas, bombones, huevitos, trufas, chocolate en rama y otros. Una cajita de estas delicias va desde los $200 a los $2000, dependiendo de la cantidad de chocolate.
Hoy Capilla Vieja es uno de los sitios más visitados por los turistas y tiene una particularidad: la cocina está a la vista. En el lugar, trabajan unas 10 personas y cada una se encarga de un detalle diferente: una de rellenar los moldes con chocolate líquido; otra de emprolijar los bordes y uniones; otra de unir dos piezas para crear una tercera; y otra de decorar y dar el visto final.
El recorrido puede continuar por Café Rissen (Av. Julio Argentino Roca 36), un lugar donde el chocolate no sólo se compra para llevar, sino también se puede disfrutar en una buena torta o postre. Se puede optar por una cajita de bombones hechos a base de Callebaut, un chocolate de origen belga, por $250 los 100 gramos. Otra posibilidad es sentarse en el lugar y disfrutar de una Selva Negra.
Para completar el circuito, se puede optar por visitar Oma Frida (Av. Julio Argentino Roca 135) a donde no sólo se podrán comprar cajas de bombones (200 gramos por $600), sino también otros productos caseros como licores y mermeladas (de $250 a $490) de más de 50 combinaciones como por ejemplo: zarzamora y frutilla; o manzana, pera y membrillo.
Fiesta al aire libre
Desde el 1° al 4 de abril, como cada año, Villa General Belgrano celebrará la tradicional Fiesta Nacional de la Masa Vienesa. Según la historia de los locales, fue la propia Ottilia quien comenzó con la tradición de reunirse en la plaza del pueblo para ofrecer algunas de sus mejores creaciones.
A ella se le unieron otras pasteleras e instituyeron esta celebración que este año cumple su 51 aniversario. Ottilia no solo fue pionera de esta tradición, sino también de la forma en la que se hacen las tortas: las hacía alargadas en forma de pionono y no redondas como se estilaba en la época. Eso, sumado a un sabor inigualable, hizo que su recuerdo esté tan arraigado en la cultura del pueblo.
Si bien esta fiesta solía convocar multitudes en el Salón de Eventos del Villa General Belgrano, como consecuencia de la pandemia, no tendrá el mismo espíritu ni modalidad. Este año no habrá feria gastronómica y todas las celebraciones se trasladarán a la explanada del edificio.
Uno de los actos centrales del festejo, que consiste en romper un huevo de chocolate de 80 kilos y repartirlo con los vecinos, no podrá realizarse. En su lugar, se repartirán huevos de Pascua a todos los niños que participen de la celebración. También habrá varios números artísticos que se distribuirán en una programación que irá de jueves a domingo, de 18 a 21.