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Siempre es Hoy es un inspirado espacio de arte con más de siete mil libros en medio del bosque. Julieta Mijoevich y Álvaro Balangero se enamoraron de San Marcos Sierras cuando eran novios y años después volvieron para quedarse, con dos nenas, en plan familia.
"No nos fuimos buscando una mejora económica. Necesitábamos otro paisaje en todo sentido. Ampliar el horizonte, interactuar con otra gente y abrir la puerta y ver una montaña, un río. Entonces le pusimos fecha de vencimiento a nuestra vida en Sunchales: enero de 2015", relata esta pareja de santafesinos.
Aunque agradecidos, ya no encajaban en el engranaje de la ciudad de 25 mil habitantes donde marca el paso SanCor, el gigante argentino de la producción láctea, líder también entre las aseguradoras. "Veíamos todo muy pautado por la mirada económica y se nos estaba complicando. Nuestra hija Malena empezaba el colegio, Camila tenía un año, queríamos vivir de otra manera y sentimos que era el momento".
La apuesta queda clara ahora, compartiendo un té con galletas de avena en el luminoso salón de Siempre es Hoy, la librería y espacio de arte de más de 100 metros cuadrados que abrieron en diciembre de 2017 en medio del bosque de San Marcos Sierras. Pero en aquel momento había que escuchar el corazón y taparse los oídos. "Nuestras familias nos decían que estábamos locos, que era un riesgo innecesario. Quizás tenían razón –admiten–, porque habíamos tomado la decisión, pero no teníamos ningún plan".
Ella es abogada y de familia de libreros, él es diseñador y artista, y descubrieron San Marcos en 2004. Aquella vez, aún de novios, llegaron en colectivo y pararon en Cielo y Tierra,la encantadora hostería naturista al pie del Cerro La Cruz de Gustavo Chiozzini y Marisa Wagner, dos profesionales que también habían dejado sus trabajos estables en Buenos Aires, pero en los 90. Fue tal la conexión con el lugar que volvieron cada vez que pudieron, "casados, con una beba, con otra panza, con las dos nenas".
Por esas cosas del destino, el verano en que decidieron dejar la pampa gringa, justo se puso en venta una casita vecina a la hostería. "Tenía una habitación y un living. Pero había ocho olivos, frutales, un nogal y muchas plantas medicinales, porque había pertenecido a un médico naturista de Buenos Aires. La casita era la mitad de la nuestra en Sunchales, pero el terreno era diez veces mayor. Nos iba a permitir armar algo", recuerda Álvaro.
El resto fue vender allá, tratar de calzar las cuentas, buscar colegio y hacer la mudanza. Corría marzo de 2015.
Pasen y lean
Junto con la miel de mistol, las bajadas del río Quilpo, la plaza Cacique Tulian de los bares siempre abiertos y la iglesia de adobe del siglo XVII, en el checklist de una visita a San Marcos Sierras conviene agregar una caminata por los "Túneles Vegetales", un laberinto arbolado de callecitas de tierra que funciona como relajado paseo cultural.
En el Callejón de los Duendes, detrás de la cortina de árboles, las líneas curvas del techo y las molduras amarillas le imprimen a la construcción un aire lúdico, moderno y curioso. El entusiasmo se confirma en el salón, alargado como el vagón de un tren, salpicado de mesas y anaqueles que exhiben más de siete mil títulos.
La oferta va de los clásicos a la novela del momento, pasando por libros fotográficos o cuidadas publicaciones de plantas nativas y cocina naturista. Están las editoriales poderosas y las independientes. Hay narrativa, ensayo, poesía y mesas temáticas con libros de arte, de terapias holísticas, ambiente y bioconstrucción, hierbas medicinales o aves silvestres.
Ambientado con mesas y sillitas, el espacio para la literatura infantil fue intervenido por un amigo de la casa, el ilustrador Pablo Fernández, conocido por su personaje Natacha, la nena terrible de los libros de Luis Pescetti, muy pedidos en la librería.
Siempre es Hoy es una experiencia que excede lo literario. Hay un perchero con ropa de diseño (Gataflora), una vitrina con perfumes de autor (Zazil), otra con cerámicas que evocan cuentos infantiles (bellísimo el juego de cuencos de Los tres cerditos) y pinturas y objetos creados por Álvaro –exquisito en la técnica del collage– en el taller que balconea sobre el gran salón y al que vale la pena pedirle permiso para pasar. Dan ganas de agarrar una tijera y ponerse también a recortar figuritas.
Cambio de hábitos
"El paisaje y el contacto con la naturaleza hacen la diferencia. Allá la mirada en la tierra está en la cuestión productiva. Acá se disfruta", definen Julieta y Álvaro, que recuerdan el caos de los primeros tiempos con la picardía del que hizo una travesura y le salió bien.
En San Marcos el día se les hace intenso entre la casa, las nenas, las actividades del negocio, el taller, la huerta y el patio de los frutales, pero la rutina no les pesa. Sienten que el tiempo fluye en vez de apurarlos, y saben que tienen el río a cinco minutos y el cerro a un golpe de vista.
Aunque no se vive con la angustia de las grandes ciudades, la cuarentena alteró algunos hábitos. Para respetar los protocolos sanitarios, pero también para acompañar a las nenas en las clases virtuales, y no quedarse sin la cuota de naturaleza que fueron a buscar, y ya forma parte de sus vidas, la librería abre todos los días (excepto miércoles), únicamente por las mañanas.
Siempre es Hoy evoca el disco de Gustavo Cerati, editado en 2002, que es el preferido por Julieta y Álvaro. La frase resuena para ellos como un mandato vital y en esta época de pandemia se resignifica más que nunca.