Para rastrear el origen del esquí en nuestro país hay que remontarse a la prehistoria del deporte en su estado más puro y salvaje, cuando cazadores y pastores de los países escandinavos comenzaron a valerse de listones de madera o skidh ayudados por un bastón para desplazarse más fácilmente sobre la nieve acumulada. Claramente, además de alivianarles el paso, deslizarse por las laderas de las montañas de esa manera habrá resultado por lo menos entretenido. No es casual que muchos años después, ya entrado el siglo XIX, surgiera justamente en Noruega el esquí en su forma deportiva y recreativa, para desde allí expandirse al resto del mundo.
Según los documentos históricos, los primeros esquís que se usaron en la Argentina llegaron de Noruega entre 1887 y 1910. Fueron traídos por los ingenieros que construyeron el ferrocarril entre Santiago de Chile y Mendoza, y los usaban para cruzar la cordillera en invierno. A su vez, la primera ascensión a una montaña con equipo de esquí de la que se tiene registro en el país tuvo lugar en Mendoza, en 1915, y la llevaron adelante dos trabajadores del ferrocarril, Eilardt Sundt y Thorfeil Bache en el cerro Aconcagua.
También fue en Mendoza donde en 1927 se creó el primer club andino, cuyo primer presidente fue Edelmiro Farrel, el mismo que fuera presidente argentino de facto entre 1944 y 1946. Vale aclararlo: si bien el esquí tuvo un importante desarrollo en Bariloche, y el cerro Catedral fue el primer centro de esquí argentino construido por Parques Nacionales a partir de 1936, sus inicios fueron en Mendoza. En la región del Nahuel Huapi los esquís comenzaron a usarse a partir de 1910, también para trasladarse en invierno con nieve. Luego, con la fundación del Club Andino Bariloche, se comenzó a esquiar en forma recreativa y deportiva.
La década del 30
En los años 30 los equipos todavía eran muy precarios, con botas de cuero, esquís de madera y herrajes que sujetaban el zapato a la tabla. Algunos ya se fabricaban en la zona de Bariloche y también había importados. Las pistas aún no estaban demasiado demarcadas y se esquiaba por el bosque y en los claros. Mientras tanto, en Europa surgía el esquí alpino (por los Alpes), y poco a poco, el esquí deportivo adquirió sus dos modalidades bien definidas, como son la alpina y la nórdica, de los países escandinavos. La primera, que comprende pruebas de velocidad, tales como el Descenso y el Super G y técnicas como el Slalom y el Slalom Gigante; y la segunda, definida por las pruebas de fondo en varias distancias y básicamente dos estilos: libre y patinado.
En esa misma década del 30 se fundó el tradicional Club Andino Bariloche, y en 1938 se llevó adelante la primera competencia de esquí en el Cerro Catedral. A partir de entonces, tanto los equipos como la técnica empezaron a evolucionar cava vez más, en la década del 50 se comenzó a esquiar en Chapelco, en el Piltriquitrón de El Bolsón y en Vallecitos, Mendoza.
Los pioneros
En busca de un testimonio de los pioneros del esquí en la Argentina, todos los caminos parecen conducir al campeón argentino y sudamericano Vicente Ojeda. Nacido en 1933 al pie del cerro Tronador en un paraje campero donde sus padres eran los únicos moradores, este pionero del deporte en la Argentina se crió en un puesto en la ladera sur del cerro Otto, a siete kilómetros de Bariloche. Su padre Manuel, que ya tenía experiencia en actividades de montaña, le hizo sus primeros esquíes cuando tenía apenas 5 años y ya cumplidos los 12 fue admitido en la Escuela Catalina Reynal, que llevaba el nombre de una dama de la sociedad porteña que financió su formación como la de otros chicos con el fin popularizar el deporte.
Una apuesta que daría pronto sus frutos. Enseguida Vicente Ojeda comenzó a competir, y en 1949, con apenas 16 años, se convirtió en el primer campeón Argentino de Cadetes. Ya en la década del 50 se consagró reiteradas veces campeón argentino y sudamericano de descenso, y participó de otras tantas competencias internacionales, como el Mundial Ski Alpino Bad Gastein, Austria, en 1958.
Con una extensa y prestigiosa trayectoria, años después llegaría a la presidencia del Club Andino Bariloche, donde durante 19 años dedicó su esfuerzo a la organización de las competencias y al posicionamiento del esquí argentino en el ámbito internacional. También fue varios años vicepresidente de la Federación Argentina de Ski y Andinismo.
"Puedo decir que siempre estuve ligado a la actividad de montaña ya que las primeras personas extrañas que vieron mis ojos fueron las que serían las fundadoras del Club Andino Bariloche, el Dr. Juan Neumeyer y Otto Meiling, a quienes mi padre acompañaba en sus incursiones al cerro Tronador, la máxima cumbre de la región. Crecí en ese ambiente y conocí a los primeros cultores y organizadores del deporte de montaña que influyeron mucho en mi formación general", recuerda el campeón, de 87 años, al otro lado de la línea.
Con el impulso inicial que la Administración de Parques Nacionales imprimió al Cerro Catedral como centro de esquí, hacia 1936 ya se habían iniciado las obras para abrir las primeras pistas en la montaña, la construcción del cable carril y el Catedral Ski Hotel. Sin embargo, la declaración de la Segunda Guerra Mundial y la Revolución de 1943 [como se conoce al golpe de Estado que derrocó al gobierno del presidente Ramón Castillo], cambiaron el curso de los trabajos y todos esos proyectos se demoraron, hasta que enel invierno de 1950 finalmente pudo inaugurarse el cable carril.
Mientras tanto, el esquí ganaba más adeptos; el nivel técnico había crecido y se había perfeccionado al punto que en 1948 un Equipo Argentino participó en los Juegos Olímpicos de Invierno en Saint Moritz.
"Por ese entonces nos faltaba equipamiento, ya que no era posible importar esquíes y botas. Los corredores de Bariloche solíamos comprar esquíes de competencia a los corredores europeos y americanos que venían a participar del Campeonato Argentino y de otra prueba clásica como el Kandahar de los Andes. Normalmente estábamos en desventaja con los representantes de los clubes de Buenos Aires que podían hacer la temporada europea y equiparse allí", recuerda Vicente.
Así, al iniciarse la temporada 1957 -sin duda la mejor de su carrera deportiva-, Ojeda pudo hacerse de un par de esquíes de Descenso que habían pertenecido a un campeón estadounidense, y con ese equipo conquistó el tiempo récord en esa categoría.
Por aquellos años el esquí se practicaba en varios cerros de la Cordillera, y los pioneros eran entusiastas esquiadores de los pueblos de montaña o alguna ciudad como Mendoza que generalmente no contaban con medios de elevación, apenas con algún refugio construido trabajosamente. Terminada la temporada del Catedral que no se extendía más allá de los primeros días de setiembre, Ojeda y sus colegas visitaban el Cerro Piltriquitrón, en El Bolsón, donde se encontraba con otros destacados esquiadores de la época como Mario Marquéz, Albrech Rudholf, Antonio Jonh y el "gran montañés" Dr. Rodolfo Venzano.
"A mediados de octubre íbamos a esquiar a La Hoya, Esquel, y allí nos esperaban Rene Heckman, Porcel de Peralta, los Williams, Jones, Werwing, el Tano Franco Paniccia y Arturo De Bernardis. Nuestros camaradas de San Martín de los Andes se agruparon en la Asociación Deportiva y Cultural Lacar al momento que iniciaban la actividad en el Cerro Chapelco liderados por Don Federico Graef junto a Américo Astete, Manolo Gómez y Domigo Leotta, entre otros grandes propulsores", repasa Ojeda el nombre de los esquiadores que lo acompañaron en aquellos años dorados.
También recuerda que viajar a Mendoza para esquiar en Vallecitos era una empresa de mayor envergadura, y solían hacerlo en un viejo ómnibus que tenía el Club Andino Bariloche. Se albergaban en el refugio San Antonio, que regenteaba el viejo Capitán Alpino, Don Bruno Cáneva. Otros viejos amigos pioneros del lugar eran Guiñazú, Olivencia, Anfuso y Antonio Magnani.
"Y así llegamos a mediados de la década del 60 con centros de esquí anticuados, al igual que los equipos para la práctica del deporte, hasta que partir de 1966 el Cerro Catedral comenzó a transformarse y otras administraciones provinciales siguieron el ejemplo, que permitió el desarrollo de Chapelco, Las Leñas, La Hoya, Castor, Cerro Bayo y el Perito Moreno, hasta alcanzar el buen nivel general que hoy ostentan los centros argentinos", concluye el campeón Vicente Ojeda.
Junto con la difusión del esquí a nivel mundial, algunos años más tarde surgiría el snowboard, creado en 1965 por el ingeniero estadounidense Tom Sims, una actividad que enseguida ganó muchos adeptos, y con los años fue incluida en los Juegos Olímpicos de 1998 en Nagano (Japón), con dos pruebas por género, el Slalom gigante y el Halfpipe. Pero esa ya es otra historia.