Desde el aeropuerto de Philipsburg, en St. Martin, sólo tres almas cruzamos el océano azul durante siete minutos a puro viento feroz. La sensación era la del hielo dentro de una coctelera en acción. Y aún faltaba lo peor: aterrizar en la cortísima pista de St. Barth, que llega casi a lamer el mar turquesa. Por el alto voltaje de emociones que implica este vuelo, forma parte del ranking de las cien cosas que hay que hacer antes de morir.
St. Barth, versión reducida de St. Barthélémy, fue bautizada por Cristóbal Colón (1493) con el nombre de su hermano, Bartolomeo. Entre 1784 y 1878 perteneció a la corona sueca, cuando una ola de incendios y huracanes la llevó a vendérsela a su primer ocupante: Francia. Por un largo período, esta réplica en miniatura de la Costa Azul quedó sumida en el olvido hasta que un campo de cabras sirvió de pista de aterrizaje al avión de Rémy de Haenen, considerado el padre del turismo de St. Barth. Se cuenta que este aventurero fue el primero en llegar en calidad de visitante, hecho que tuvo lugar un día despejado de 1945 y ahí quedó atrapado por su belleza tropical.
Muy cerca de Gustavia, la capital, el hombre hizo construir el primer hotel de la isla: Eden Rock. Erigido sobre un peñón de la bahía de Saint-Jean, funcionó primero como residencia particular de Haenen, donde en los 50 recibía a sus amigos Greta Garbo y Howard Hughes. Los 60 aportaron a los Rockefeller y Rothchild y, diez años después, a los Onassis a bordo de su yate Cristina.
St. Barth se configuró como destino de elite y Eden Rock fue la parada predilecta.
En nuevas manos desde 1995 y miembro de la cadena Relais & Châteaux desde 2001, el hotel cuenta hoy con 34 exclusivas suites. De ellas se destacan las de categoría diamante, construidas sobre la roca misma, con una inmejorable vista del mar. La novedad son las dos villas de lujo Nina y Rockstar. La primera, de estilo escandinavo, tiene galería de arte, piscina privada con vista del océano, uno de sus baños revestido con venecitas de oro blanco y un Mini-Cooper a disposición del huésped. A su lado se levanta la opulenta Villa Rockstar: tres pisos, cuatro habitaciones, sala de proyecciones, gimnasio, un garage con dos autos y un estudio de grabación con la consola que John Lennon usó para grabar Imagine. Y además, servicio de mayordomo. Hospedarse aquí es un imposible para muchos, pero en cambio sí se puede disfrutar de un delicioso almuerzo en el Sand Bar o de una cena con sonido de mar en el restaurante On the Rocks.
El coqueto barrio de Saint-Jean, en el que conviven buenos restaurantes con simpáticas tiendas francesas, es para pasearlo y, si se quiere, hacer algunas compras. Pero atención, porque en St. Barth el "arte de comprar" es algo serio, sobre todo desde que Forbes la ubicó entre los diez mejores destinos del mundo para el shopping. La clave es recorrer la Quai de la République, en Gustavia, sede de las principales tiendas europeas con precios libres de impuestos.
Los que sienten necesidad de consumir pueden seguir cultivando el recorrido urbano por sus angostas calles con pintorescas casitas, deleitarse con un tentempié en La Crêperie, o tomarse un cafecito frente al puerto, donde amarran yates de ensueño con banderas multinacionales.
Para quienes no quieren hacerse ver, St. Barth también supo crear escondites exclusivísimos. Tal es el caso de Le Toiny, en la costa sudeste de la isla, camino al barrio de Lorient. El lobby se disimula detrás de un enorme Gaïac (Guayacán), árbol de robusta madera con propiedades medicinales, nativo de las Antillas. Un camino lo conecta con las 15 villas que integran el complejo. Bien separadas entre sí, la propuesta de Le Toiny es disfrutar de la vista del océano y de un desayuno con vajilla de plata, en la intimidad de un bungalow con jardín y piscina privados.
Remodeladas en 2008, todas las casitas tienen cocina con máquina de Nespresso, un confortable living con home theatre y dock para iPod que incluye el aparato cargado con una cuidada selección de temas. Las camas son con baldaquino y el inmenso baño invita a disfrutar de los amenities de L? Occitane. Para comer, y muy bien, el restaurante Le Gaïac propone cocina francesa con toques criollos frente a la piscina interminable.
St. Barth comparte con St. Martin los beneficios del duty free shopping y la afición por la buena cocina. Pero St. Barth tiene algo especial que la distingue. Es ese savoir faire, ese toque de elegancia tan propio de la Costa Azul, con calles por las que sólo circulan autos descapotables y espléndidas mujeres que podrían ser portada de las mejores revistas de lifestyle del mundo.
DORMIR POR MENOS DE u$s 250 y ? 200
A estos valores sugeridos hay que sumarle los impuestos. Tenga en cuenta que la categoría de los alojamientos en las tres islas no baja, generalmente, de las tres estrellas.
Normandie Hotel
Route de Saline, Lorient I T: (00590) 590 27-6166 I www.normandiehotelstbarts.com
A dos minutos de Lorient Beach, es uno de los B&B más antiguos de la isla. Hace poco reabrió sus puertas completamente renovado. Las habitaciones cuentan con frigobar, LCD y TV satelital. Además, tiene piscina.
Le P'tit Morne
Colombiers I T: (00590) 590 52-9550 I www.timorne.com
En lo alto de Colombier, este 3 estrellas se destaca por la impactante vista de sus 15 habitaciones. Todas tienen cocina, TV, aire acondicionado y balcones con vista del mar. A 10 minutos de la zona comercial. Piscina. Incluye servicio de limpieza por las mañanas con excepción de los domingos.
Les Sucriers
Merlette I C: (00590) 690 49-3454 / 61-2077 I www.saint-barths.com
Situado en el discreto barrio de Merlette, este flamante complejo de tres cabañas se ubica a metros de la playa Flamands. Están equipadas con cocina, estar, aire acondicionado y solarium. Estadía mínima de 2 noches.
Auberge de la Petite Anse
Anse de Flamand I T: (00590) 590 27-6489 I auberge-petite-anse.com
Hotel con 16 habitaciones con decoración austera pero vistas espectaculares del mar. Están equipadas con kitchinette y aire acondicionado. No tienen TV ni Wi-Fi.
SALVO EXCEPCIONES, LAS TARIFAS DE LOS HOTELES NO INCLUYEN IMPUESTOS. EN ST. BARTH SON DEL 5%.
EN TODOS LOS CASOS, LAS TARIFAS AUMENTAN CONSIDERABLEMENTE ENTRE EL 23/12/2011 Y 03/01/2012.
LA TEMPORADA ALTA VA DESDE DICIEMBRE HASTA FINES DE ABRIL. LA BAJA, DE MAYO A NOVIEMBRE. SEPTIEMBRE, OCTUBRE Y NOVIEMBRE SON MESES DE HURACANES.
Nota publicada en Lugares 186.
LA NACION