Un viaje que depara aduana y encuentros con la Prefectura boliviana, un panorámico camino de frontera rodeando el Bermejo, la desconcertante localidad de Los Toldos, y el fin último y mejor: la desmesura del PN Baritú.
Los Toldos es un lugar muy extraño. Queda en Salta, a unos 500 km de la capital, pero el acceso es por Bolivia: hay que avanzar por el este hasta Orán y salir por el paso de Aguas Blancas, hacer 110 km por la Ruta Panamericanana Nº1 en territorio boliviano, y volver a entrar a la Argentina por el puente de La Mamora, cruzando otra vez el Bermejo, antes de llegar. Cuando LUGARES estuvo por primera vez en 2003, la Panamericana recién se estaba asfaltando. Dos años antes había sido inaugurado el puente que une la localidad boliviana de La Mamora con la argentina de El Condado.
Los Toldos tiene otro ritmo. Y no tiene apuro. Fue parte de una hacienda boliviana hasta los años 30, cuando el tratado de límites Carrillo-Diez de Medina acordó un canje de territorios –Los toldos por San José de Pocitos-, que se hizo efectivo recién en 1938.
Hasta 2001, los pobladores de Los Toldos usaban un carrito que colgaba de una soga de acero para cruzar el Bermejo. Gracias a "La Roldana" se evitaban el aislamiento del verano, cuando crecía el río y no había pasarela que resistiera.
Desde hace unos años, hay un par de rutas posibles, que evitarían los trastornos –y limitaciones a nuestra soberanía— y terminarían con su aislamiento. La más mentada es la que conecta con Santa Victoria Oeste. Le faltan sólo unos 10 km, pero se frenó hace cinco años porque los pobladores de Arazay, Lipeo y Baritú se oponen: dicen que evitar el camino es la única manera de proteger el tráfico ilegal de madera. La otra es la que los conecta "de este lado del río" con Aguas Blancas. Los Toldos tiene una relación histórica, económica y hasta sanitaria con Orán, por lo que los toldeños se inclinan más por esta vía que por Santa Victoria.
La segunda vez que LUGARES anduvo por Baritú fue en 2011. Para entonces, se había creado la Reserva Provincial El Nogalar (2006), a 1 km del pueblo, y la hostería y cabañas Los Toldos del Baritú de Nora Leaño y Arturo Franco, ya no eran las únicas.
En esta oportunidad, el guía es el mismo. Y no sólo por aquello de "equipo ganador no se cambia", sino porque en un paraje tan alejado como este, siempre es mejor no andar solo. Federico Norte, además de salteño y diestro en el volante, ha estado ya varias veces en el Parque. Nos damos cuentas de que estamos en las mejores manos cuando cruzamos el río Lipeo. Y es que si llegar a Los Toldos ya es una aventura, hay que ver cómo se espesa el asunto de ahí en más. Más que ruta, el camino es una huella.
Federico Norte la tiene muy clara. Nos pasa a buscar temprano por El Balcón de la Plaza en Salta. Dice que hay que llegar antes del mediodía a Aguas Blancas. Como buena frontera caliente, donde el cruce por puente internacional tiene la contracara del hormigueo de chalanas que van y vienen todo el día atravesando el Bermejo, la situación siempre tiene algo de fragilidad: si hay piquete, si crece el río y el servicio de las chalanas se interrumpe... Mejor pasar temprano.
Allá vamos
Cenamos truchas del criadero de Nora y Arturo —médico de familia y bióloga del hospital del pueblo—, que también son amigos de la casa.
Al día siguiente, después de abastecernos de provisiones, nos encontramos con Oscar Choque, el guardaparques que nos acompañará, y al que contactamos previamente. Hombre de pocas palabras al principio, pronto descubriremos su simpatía oculta.
Choque nos llevará a recorrer una porción de este parque que supera las 72 mil hectáreas. Fue creado en 1974 para proteger la selva de montaña, o yunga, que se ubica entre los cerros De las Pavas y Negro, cruzado por los ríos Porongal, Lipeo y Pescado.
"No sólo vienen científicos, hay varios locos aventureros a los que les gusta conocer espacios casi vírgenes. Pero también están los apasionados de las aves (nosotras aprendimos a individualizar al yapú, pájaro de la familia de la urraca con cola amarilla), o los descubridores de huellas", nos cuenta.
El gran sueño de todos —incluido el guardaparques— es el yaguareté. Choque sólo los ha visto en las filmaciones de las cámaras trampa instaladas en el Parque. Las huellas son la única evidencia directa que uno suele tener del gran felino americano.
Nos lo cuenta mientras la camioneta trepa a los 1.800 msnm y luego vuelve a bajar a los 1.500 msnm. Hasta Baritú son sólo 44 km, pero nos lleva unas cuantas horas. Paramos para hacer fotos, llueve, sale el sol, baja una densa neblina, se descubre y nos deja ver asombrosos lapachos amarillos, nogales, matos (de la familia de los arrayanes), cedros y helechos arborescentes.
En el camino hay que tomar decisiones en forma permanente: ir hasta el bosque de helechos arborescentes o gigantes —unos 6 km a través de la selva— o llegar hasta el Cedral —otro pequeño bosque de cedros que supera holgado los 500 años de vida—; ir hasta la junta de los ríos Lipeo y San José —donde se arman unas piletas naturales muy aptas para el baño— o hasta las termas. Con nuestros tiempos, no se puede todo.
Cuando llegamos al río Lipeo, lo cruzamos con el agua hasta la mitad de la camioneta, son pocos minutos pero de pura adrenalina. Del otro lado está la escuela de la comunidad. Conocemos a Eliseo Chambi, el director y maestro de los ocho alumnos que concurren al plurigrado. En Lipeo viven apenas 11 familias y ya muchos de sus miembros tienen más de 70 años. "Los jóvenes se van a buscar trabajo por temporada a otras provincias y son muy pocos los que vuelven", dice este maestro de 55 años que nació en Hipólito Yrigoyen y es hijo de padres jujeños que vinieron a Salta por la zafra. Hace 15 años que Eliseo está en la comunidad de Lipeo; los 15 anteriores los vivió en Los Toldos.
Elegimos caminar hacia la junta de los ríos Lipeo y San José. En el sendero nos encontramos enormes bromelias que crecen sobre los nogales, y muchísimos naranjos y limoneros.
Chez Josefa
Cuando llegamos a Baritú, donde viven 26 familias, conocemos por fin a Josefa Vilte, nuestra anfitriona. Tiene 61 años, siete hijos y forma parte —junto a otras 10 tejedoras— del Club de Madres de Baritú. Son un grupo de artesanas que aprendió y perfeccionó el oficio hasta convertirlo en uno de los principales ingresos de sus familias. La mayoría de las tejedoras venden sus trabajos en Los Toldos los fines de semana, pero Josefa los reserva para los viajeros que se acercan al Baritú.
Su marido es Concepción Aramayo, agricultor de poquísimas palabras y pura sonrisa. Armando, el hijo menor de Josefa, nos lleva a recorrer la selva en busca del helecho gigante —dicen que hay uno o dos por ahí— y también del Cedral. Son cuatro horas de caminata a mandíbula caída de tanta belleza. La espesura de colores y vegetación vuelven cada vez más cerrado el paisaje, más complicado para atravesar, pero mucho más atractivo.
Encontramos sólo un helecho gigante, y no está en muy buena forma. El recorrido, sin embargo, vale todo el esfuerzo. Para llegar nos metemos en el boque nuboso. Literalmente. Llovizna, neblina, hojas que gotean, rayos de luz de algún reflejo escurridizo y persistente del sol. Es una ladera profunda y ondulada repleta de epífitas –plantas que crecen sobre otras— que crean un halo mágico. De a ratos, sentimos que entrado en un universo paralelo más parecido al de la película Avatar que al nuestro.
Seguimos avanzando a monte cerrado, que va abriendo Armando a fuerza de machete. Subimos hasta el Cedral, con ejemplares añosos, altísimos, algunos ya caídos. Entre paso y paso, Armando nos revela que al puma le dicen león, tigre al yaguareté y cuervo al cóndor. Él nunca vio un tigre, pero sí lo soñó: "Me saltaba sobre el lomo, sólo eso recuerdo. Durante mucho tiempo me desperté gritando en medio de la noche, no me imagino si lo hubiese visto de verdad".
Reserva El Nogalar
Es la parada obligada antes de avanzar sobre los 44 km que separan Los Toldos del PN Baritú. La Reserva Provincial El Nogalar bien puede considerarse como una antesala del Baritú. Con algo más de 3200 hectáreas de bosque montano y pastizales de altura, hay talas, palos yerba (que a la distancia parecen lianas), pinos, cedros y nogales. Y, según dicen, es muy común ver ardillas coloradas los días de sol.
En los pastizales de altura de El Nogalar también vive la taruca, de la familia de los venados, otro Monumento Natural de la zona que está en peligro de extinción.
La Reserva tiene un único sendero de 700 metros que va en paralelo al río Huaico Grande. Entre los verdes más variados (todos densos y tupidos), sobresale el amarillo de los lapachos y el rojo de los ceibos. Muy cerca del centro del pueblo, El Nogalar es un punto de encuentro de alta concurrencia de los toldeños, durante los fines de semana.
Si pensás viajar...
PN Baritú
Aduana Aguas Blancas /Bermejo: el cruce no tiene horario límite, pero puede variar por estación o si hay crecida del río Bermejo y se interrumpe el cruce por chalana (botes). Conviene llamar antes para averiguar. Los requisitos de cruce son los mismos que en cualquier paso aduanero del país (no olvidar grabar los cristales del auto). Informes: 03878 49-5009.
DÓNDE DORMIR
Hostería Los Toldos del Baritú. C: (+54 9 3878) 51-9113. De los doctores Nora Leaño y Arturo Franco reciben como en su casa. Un grupo de cabañas al lado del río y del criadero de truchas que tienen en el predio y que sirven también en exquisitos platos en su pequeño restaurante. Hay servicio de spa y desayuno. Desde u$s 50, la doble.
Josefa Vilte. Es casi la única opción de hospedaje en el Parque Baritú. Es una vivienda muy sencilla pero que reúne las condiciones para quedarse a comer y a dormir. Josefa dispone de un par de habitaciones con camas y sábanas. Hay dos baños que están en el patio. Ella cocina con las provisiones que cada grupo le lleve. La tarifa es variable, pero es alrededor de $500 por persona (hospedaje y cocina). Para contactarla a Josefa la mejor manera es hacerlo a través de Nora Leaño (de Hostería Los Toldos del Baritú).
PASEOS Y EXCURSIONES
Norte Trekking. Gral. Güemes 265 of. 1. T: (0387) 431-6616. fn@nortetrekking.com. Federico Norte encabeza esta agencia de viajes que se especializa en recorridos por el Norte Argentino. Hacen viajes personalizados. La propuesta para conoce el PN Bartiú es de mínimo 4 días y 3 noches: 2 noches en la hostería de Los Toldos y 1 noche en alojamiento básico en el paraje del Baritú. El costo estimativo por el servicio de transporte y guiado es de $ 13.000 por persona en caso de un grupo de 4 pasajeros que es la capacidad máxima de la camioneta. A este costo hay que sumarle el costo de las 2 noches en Los Toldos y de 1 noche en Baritú. Este viaje solamente se lo puede hacer entre agosto y noviembre.
Parque Nacional Baritú. Es indispensable avisar en la Intendencia de Parques Nacionales en Los Toldos (está a pocas cuadras de la plaza principal) que se va a ingresar a parque. Toda la información que se debe saber antes de ir figura en barituparquenacional.blogspot.com. Para más datos: baritu@apn.gov.ar
Reserva Nacional El Nogalar de Los Toldos. T: (0387) 15 507-4432. Está a pocas cuadras del centro del pueblo y en sus dependencias funciona la flamante Intendencia de Parques Nacionales en Los Toldos. Es un paseo mucho más corto y a la mano que el PN Baritú pero sumamente atractivo. Tienen zona de recreo en donde hasta permiten hacer asados.