Es la capital del estado de Georgia, en el sureste de Estados Unidos, importante nudo económico y cultural con más de medio millón de habitantes. Una ciudad para descubrir en la que no cuesta nada demorarse, al menos, un par de días.
Atlanta sorprende. Por la extrema amabilidad de su gente, de corazón sureño. Por su entorno verde, en afortunado contraste con el acero de los cinematográficos rascacielos. Por su alegre y ruidosa vida nocturna, plagada de risas de caras negras y dientes blancos. Por su particular dowtown, que parece estar inmerso en un parque temático de atracciones mundialmente famosas. Por su variopinta gastronomía, que le esquiva al fast food. No es todo: la ciudad donde nació Marthin Luther King y, con él, el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, es hoy el motor económico del sudeste norteamericano, donde –cada vez más– las grandes empresas establecen sus sedes. El aeropuerto, con un movimiento de 90 millones de pasajeros anuales, es el más visitado del mundo. Atlanta es un destino en sí mismo, e injusto sería, por lo tanto, reducirlo a una escala en el viaje al norte.
DÍA 1
En el Downtown: entretenimiento de la mañana a la noche
9.00 h. Para captar el espíritu sureño de entrada, se impone un desayuno abundante (imposible lo contrario) en Waffle House, local que desde 1955 sirve tradicionales waffles con salchichas, tocino y cantidad de huevos a elección, además de hash browns de papa con queso y cebolla y otras propuestas de alto valor calórico. Para no quejarse más tarde del exceso, en el menú se consignan la cantidad de calorías por porción. Hagan el cálculo pertinente y disfruten.
10.00 h. A media cuadra está el Centennial Olympic Park, verde legado de los Juegos Olímpicos de 1996, año en que Atlanta fue sede. El parque, diseñado para homenajear a los deportistas, tiene su propio centro de visitantes con simpáticas empleadas que facilitan un mapa numerado para hacer el recorrido autoguiado y saber qué es cada cosa que se ve. Así se llega a la Fuente de los Anillos –con actividad de aguas danzantes a las 12.30, 15.30, 18.30 y 21– y a bonitos jardines con creativas caídas de agua y esculturas de artistas internacionales. El parque es el umbral de un “distrito” de entretenimiento: en sus alrededores se levantan el Mundo de Coca-Cola, el Acuario de Georgia, el Centro de Derechos Humanos y Civiles, los estudios de CNN, el Museo de los Niños de Atlanta y el Collegue Footbal Hall of Fame.
10.30 h. El recorrido comienza por el más conmovedor de los museos de Atlanta: el Centro de Derechos Humanos y Civiles. Hay que tomarse al menos dos horas para aprovechar toda la información que despliega este moderno museo interactivo que, en tres pisos, conecta la historia del movimiento estadounidense por los derechos civiles de los afroamericanos (de 1955 a 1968), con las organizaciones actuales que bregan por los derechos humanos. La escenografía sumerge al visitante en cada período del relato: segregación, resistencia negra, lucha no violenta, asesinato de Luther King (1968). Videos, instalaciones, audios y fotos arman un collage que pone la piel de gallina; desde las declaraciones televisivas de figuras políticas que alentaban a la segregación, hasta los detalles de la jornada de la manifestación masiva del 28 de agosto de 1963 en Washington, donde un inspirado Luther King dio su más famoso discurso: “I have a dream”. Al final del recorrido, en la galería Defensores de los Derechos Humanos hay siete retratos pintados por el artista búlgaro Ross Rossin: los dos últimos rostros son los de Nelson Mandela y Estela de Carlotto.
12.30 h. El tour básico (Inside Studio Tour) por el “detrás de escena” de CNN, el canal de noticias que ven mil millones de personas de 212 países y tiene su sede en esta ciudad, arranca cada 20 minutos y dura una hora. Apenas se traspasa la puerta de entrada del CNN Center, edificio de 13 pisos, se ven fotos gigantescas de los periodistas estrella con frases de recordadas coberturas. En la planta baja hay un patio de comidas, una tienda de souvenirs y un hotel. La escalera mecánica más larga del mundo lleva al octavo piso, donde empieza el tour guiado que, por momentos, requiere de la participación de los visitantes. Para pararse delante de una tela verde y así mostrar el funcionamiento de los croma (fondo verde), o para demostrar el desempeño de sus cámaras de cientos de miles de dólares. ¿Qué más? Secretos de la producción de noticias, pispeo de las salas de redacción, sí, pero nada de entrar a los estudios ni al control central. Mucho menos, un encuentro personalizado con periodistas y productores. Todo eso sucede en el tour VIP, que es más caro. Un tercer tour –Morning Express– está dedicado al programa de la popular presentadora Robin Meade: los visitantes hablan con la conductora dentro del estudio y hasta le pueden pedir selfies.
13.30 h. Hora del almuerzo. Frente al Centennial Olympic Park está Legal Sea Food & Oyster Bar, restaurante de una prestigiosa cadena familiar que surgió en 1950 en Cambridge, Massachusetts, y es conocida por la frescura de sus frutos de mar. Son tentadoras todas las opciones de la carta. Entre ellas, la sopa de almejas (clam chowder) y tarta de cangrejo con salsa de mostaza y ensalada de estación.
15.00 h. Del otro lado de la calle está El Mundo de Coca Cola, un divertido paseo que demuestra, una vez más, que a la hora de armar museos los estadonidenses la tienen muy clara. Son dos pisos que se recorren en dos horas. Lo mejor: la galería pop, con reconocibles obras artísticas inspiradas en la bebida icónica; la exhibición de merchandising, botellas y letretros publicitarios de las distintas décadas, y la bóveda donde se guarda la legendaria fórmula, que incluye el pasaje por una especie de botica del siglo XIX donde se descubren otros inventos de John Pemberton, quien creó en 1886 una “bebida deliciosa” que pasó a llamarse Coca Cola. El primer año, Pemberton vendió nueve vasos diarios y ganó 50 dólares. Vendió la fórmula dos años más tarde por 2.300 dólares. Al final de la recorrida llega la sección interactiva más entretenida: el salón Taste it, donde se pueden degustar libremente más de cien bebidas exóticas que la compañía vende en casi todo el mundo.
17.00 h. Georgia Aquarium es el acuario más grande de Estados Unidos, por lo que hay dedicarle unas tres horas. Hay más de cien mil criaturas de 500 especies de mares, lagos y ríos, pero la más asombrosa es el tiburón ballena, el pez de mayor tamaño del mundo. Esta inofensiva ballena de pintitas blancas no está en ningún otro acuario fuera de Asia. Es hermoso verla nadar plácidamente junto a mantarrayas y cientos de peces de colores a través de un ventanal de 18 metros de largo por 8 metros de alto. Los que se llevan todos los aplausos son los delfines, en un show de destrezas increíbles en el que, a fuerza de saltos ornamentales, empapan a los espectadores de las diez primeras filas. Dragones de mar, balllenas beluga, corales, peces tropicales, estrellas de mar, anémonas… hay mucho para ver con calma. Prohibido apurarse.
20.30 h. La terraza del restaurante íbero-marroquí Gypsy Kitchen, en el elegante barrio Buckhead, (al norte del downtown) es un escenario representativo de la movida nocturna de Atlanta. Ambiente cool, buena música, tragos de autor y tapas gourmet para sentarse a disfrutar de la relajada vida sureña.
23.00 h. La noche de sábado pide una recorrida por los barrios alternativos del East Side, como Sweet Auburn District, East Atlanta Village y Little Five Points. Lo mejor es caminar por la avenida Edgewood, donde se concentran los bares y locales de música en vivo, de ambiente cosmopolita e interracial. El tipo de música, la gente y la decoración de cada sitio ayudan a decidir dónde quedarse a tomar un trago. Hay bolichitos mínimos, apenas iluminados y hay grandes bares bulliciosos con mesas de ping pong. Una posibilidad es tomar una cerveza artesanal en Bone Lick, restaurante desde el cual, a través de una falsa estantería de libros, que en realidad es una puerta, se accede a una mini disco con luces y música a todo volumen. En Sweet Auburn está la casa natal de Martin Luther King –museo histórico– y la iglesia bautista Ebenezer, donde el líder oficiaba de pastor junto a su padre.
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En el viaje en auto desde el downtown a Edgewood se pasa por el puente de la calle Jackson. Los fans de la serie Walking Dead pueden detenerse para observar el skyline y así obtener la foto del afiche oficial de la serie: reconocerán las siluetas del World trade Center y los hoteles Marriott y Winston, entre otros rascacielos. Los interesados en rodajes deben saber que se organizan “movies tours” para visitar locaciones de series y películas en la ciudad.
DÍA 2
Por los barrios: arte y cocina al aire libre
9.00 h. Arrancar el día en Buckhead, el barrio más elegante y moderno de Atlanta, con mansiones, autos de alta gama, tiendas de primeras marcas y hoteles cinco estrellas que funcionan en edificios vanguardistas.
10.00 h. Entrar a pispear los percheros de sale de los dos shoppings del barrio: Phipps Plaza y Lenox Square, con marcas exclusivas y otras no tanto, en las que es posible encontrar liquidaciones interesantes (el impuesto de Atlanta es del 8%).
11.00 h. En el East Side, rodeado de parques, está Inman Park, primer barrio “planificado” de Atlanta, que surgió en 1890 como un oasis campestre cercano al centro para los ricos que trabajaban en el downtown. Con la aparición del auto, los acaudalados se mudaron a los distritos del norte –como Buckhead– y el barrio de opulencia victoriana dejó de estar de moda. Pero Inman Park volvió: a finales de los 70 fue el primer barrio de Atlanta sometido a la gentrificación: muchas casas victorianas centenarias fueron transformadas en apartamentos, oficinas y hoteles boutique. El barrio hoy tiene una comunidad muy activa que organiza en abril el Festival de Inman Park y un Tour de Casas que incluye la muy fotografiada Beath Dickey House. Sin más, hay que perderse por las calles arboladas y curvilíneas.
13.30 h. En el corazón de Inman Park está Victory Sandwich Bar, ideal para un almuerzo liviano en un patio al aire libre y continuar la caminata. Se puede matar el tiempo de la espera del pedido de los pequeños sándwiches gourmet con un partido de ping pong.
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15.00 h. A unos metros comienza la senda peatonal de 3,2 km conocida como BeltLine Eastside Trail, que forma parte de una ambicioso proyecto de transformar 35 km de vías muertas en un paseo para caminar, andar en bicicleta, skates o patines en un entorno verde. La BeltLine dará una enorme vuelta por Atlanta, uniendo 42 barrios. En bici alquilada o a pie, recorra el segmento del Eastside –flanqueado por magnolias– hasta Paris on Ponce, un encantador galpón con onda industrial chic: hay antigüedades, ropa vintage, artesanías, muebles de autor reciclados, galería de arte y una peculiar peluquería para hombres. Un poco más adelante está Ponce City Market, lugar idóneo para cenar.
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17.00 h. La BeltLine desemboca en el Fourth Ward Park (680 Dallas St.), parque de unas siete hectáreas creado en 2011 como parte de la reconversión del espacio urbano. Aquí se construyó el primer parque público de skate, con rampas y obstáculos para todo tipo de piruetas. En la parte principal del parque hay un gran lago, un anfiteatro al aire libre, juegos con agua y mucho verde. Sobre la BetLine, antes de llegar al parquet, aparece una espectacular obra de arte callejero hecha con residuos.
20.00 h. Otro sitio recuperado por el proyecto BeltLine es el Ponce City Market, en el corazón de los barrios más populares de Atlanta. La construcción de ladrillo a la vista más grande del sudeste americano pertenecía, en 1925, a la empresa Sears, Roebuck & Company. Totalmente reciclado, el edificio de diez pisos es, en los dos primeros, un gran mercado con restaurantes con comida mexicana, asiática, italiana, española. También hay locales de diseño, iluminación y arquitectura. Los tacos de la cena en el restaurante Minero no defraudan: es un mex de verdad. Sobre el final, un buen trago con tequila para terminar la noche y brindar por esta ciudad tolerante, amistosa, divertida y con muchos proyectos urbanos que prometen.
Nota publicada en julio de 2017.
LA NACION