Las islas tienen una magia especial, tal vez porque están desconectadas de la tierra firme y a la vez conectadas a través del mar, esa masa de energía enorme y repleta de vida. Algunas veces esa magia propia de las islas se potencia con grados de contaminación reducidos o mínimos, en términos de construcciones, iluminación artificial, basura, presencia humana en general. Entonces las islas pueden tener los cielos más estrellados; pueden estar trazadas por senderos –angostos por la naturaleza que avanza– donde sólo se puede andar a pie o en bicicleta; y pueden ser reinos gobernados por peces, flores, corales, mariposas, monos, tortugas, rayas.
En Angra dos Reis hay 365 islas, una por cada día del año, con superficies que van desde un islote donde cabe una capilla colonial y nada más, hasta Ilha Grande, con 200 kilómetros cuadrados de paraíso y ningún auto. Y todas, las 365, son dueñas de esa magia tan especial.
Angra es ciudad, se llega desde el aeropuerto internacional de Río de Janeiro en poco más de dos horas, según el tráfico que haya en la salida. Tiene un casco histórico y mercado muy antiguos, el Shopping Piratas con marina y helipuerto para hacer compras o ir al cine, y una vista increíble de lo que es, por lejos, su gran atractivo: las islas. Este archipiélago es el mejor destino náutico de Sudamérica, un lugar para aprovechar especialmente desde el mar, en veleros y yates de alquiler, con paseos de kayak o excursiones en barcos tipo escunas, lanchas rápidas o cruceritos de pisos de cristal.
Todo está inventado para el turismo en Angra, pero hay tanto, tanto para hacer, que vale la pena saber antes adónde ir.
2000 playas
Del continente hacia el Atlántico, la última isla del archipiélago es Ilha Grande, y en el medio el mar está repleto de islas: Botinas, Cataguases, Porcos, Gipoia, Macacos, Redonda, Dos Coqueiros, Paqueta, la Isla de Caras I y II…
Entre todas, según los libros y en los portales oficiales de Río de Janeiro, se cuentan más de 2000 playas. De los lugares más turísticos, Cataguases es la postal caribeña del estado, una isla chatita, con arena blanca, palmeras con cocos, un barcito con mesas en la arena y agua muy cristalina donde se ven caballitos y estrellas de mar, peces y corales de todos los tipos.
Botinas son un par de islas muy pequeñas pero fáciles de identificar desde lejos, por sus palmeras altas y flacas, como un flequillo despeinado; Gipoia fue la primera isla de Angra en desarrollarse con casas, restaurantes, la iglesia Nossa Senhora da Piedade y senderos o trilhas que conectan sus playas Fazenda, Flechas y Dentista, esta última famosa por su arena traslúcida como cristal de cuarzo y las fiestas flotantes en yates millonarios los sábados a la noche.
Es difícil no caer en la tentación de conocer la mayor cantidad de playas posibles en una excursión de día completo, como quien tacha países en una gira europea meteórica, pero estos lugares merecen mucho más que 20 o 25 minutos libres cada una. La otra opción es contratar un taxi boat o alquilar una lancha o velero con o sin tripulación, y elegir el tiempo a destinar en cada cada recalada.
En las islas todo es sobre el mar, si las playas son con o sin olas, si tienen bahías reparadas de tal o cual viento, si miran al Atlántico o forman piletas naturales, templadas, como peceras gigantes.
La grande
Con su perímetro inmenso y una costa muy accidentada, en el sentido feliz de la palabra, Ilha Grande lo tiene todo. Todo de lo bueno, y nada de lo malo: por algún motivo extraño, pese a la humedad y al calor no hay mosquitos ni borrachudos o jejenes en casi ninguna de sus playas; no hay inseguridad o violencia, no hay miedo, y eso que se encuentra a apenas unas millas de la ciudad de Angra, como si el agua le hiciera de escudo a la isla; y no hay autos, una decisión que celebran tanto sus vecinos como los visitantes, que obliga a caminar o andar en bicicleta, que libera a los chicos de las manos y la mirada alerta de los padres, que mantiene el aire limpio y un ritmo relajado.
Estas cuestiones valen para toda la isla, incluso para Abraão, el pueblo con más movimiento, donde se concentra la mayoría de las posadas y campings, agencias de turismo, restaurantes, tiendas y mercados. Acá sí hay tres excepciones respecto del parque automotor: una ambulancia, una moto de policía y el utilitario de los bomberos.
Como una telaraña, la isla está cruzada en todos los sentidos por senderos que van a las playas, pueblos, cascadas y parques. Desde el puerto de Abraão por ejemplo, se puede caminar a Praia da Julia (5 minutos), Praia da Vica (10 minutos), Abraocinho (30 minutos), Praia Preta y cachoeira (40 minutos), las playas de fora Lopes Mendes o Dois Rios (2 horas).
También se puede cruzar a pie al extremo oeste de la isla, hasta las playas Vermelha o Provetá; y hasta se puede hacer la vuelta completa.
Juan Pablo Pautasso y Carolina Pereyra, los dos rosarinos, en sus treintas, ofrecen la vuelta a la isla pero en kayak, una travesía que se hace en 8 noches: "Son unos 115 kilómetros a remo, vamos del lado del continente y también del lado del mar abierto, ahí suele haber olas, pero también están las bahías y playas más vírgenes de Ilha Grande, como Aventureiro y Parnaioca". En los kayaks llevan las carpas, los ingredientes y utensillos para cocinar, radio vhf, rastreador satelital, agua y demás cosas que pueden necesitar para la aventura (www.kayakilhagrande.com).
La ilha de dentro
Todo el costado norte de Ilha Grande suele ofrecer buen refugio a la hora de navegar o dormir a bordo; por eso también tiene las playas y bahías más visitadas. De Abraão hacia el oeste, una primera escala podría ser Saco do Ceu, en Enseada da Estrela, una bahía redonda, inmensa, a la que se entra por un canal angosto haciendo zigzag. No tiene grandes playas, su encanto radica en que está tan bien reparada de los vientos Norte, Sur, Este y Oeste, que de noche el agua es tan calma que refleja la luna y las estrellas.
La siguiente parada obligada es la Laguna Azul, una piscina de agua salada que se forma entre las islas Redonda, Comprida, Arocira y Macacos. Durante el día, ni hablar de sábados y domingos, puede haber muchas lanchas de paseo y yates inmensos con olor a churrasco y música alta. En todo caso, es un mal menor al lado de las tortugas, rayas, peces y estrellas que suelen verse en los costados de piedra que delimitan la laguna.
Hacia el oeste, otras playas que valen mucho la escala son Bananal Pequena, Maguaraquissaba, Tapera, Laguna Verde y Vermelha. Para quienes busquen hospedaje en lugares más afastados, esta lista de destinos puede ser un buen orientador.
La ilha de fora
Del lado que mira al Atlántico, Ilha Grande es aún más virgen, inexplorada, natural, limpia. Otra vez yendo de este a oeste, la primera y más famosa de las playas (de hecho ranquea alto entre las mejores de todo Brasil y Latinoamérica) es Lopes Mendes, así, con S. Para llegar, lo más fácil es contratar algún vehículo náutico hasta Praia do Pouso, y de ahí hacer el sendero que, en 25 minutos, te permite atravesar el morro hasta Lopes Mendes. En el camino se ven mariposas y monos, y al final se despliega una playa inmensa, con kilómetros y kilómetros de arena blanca franqueada por una linea de mata y palmeras verdes que dan buena sombra, ideales para colgar hamacas. No hay construcciones, apenas unos puestos de guardavidas, y el agua es templada, muy cristalina, con olas más o menos surfistas según el viento que esté soplando.
La bahía que sigue es Saco Dois Rios, que se llama así jústamente porque en la playa desembocan dos ríos. Acá se encuentra el antiguo presidio de Ilha Grande, que supo ser una de las actividades principales de la isla junto a la producción de sardinas (la antigua fábrica aún se puede ver en Saco do Bananal). Las excursiones que le dan la vuelta completa a la isla siguen con escalas en las playas de Parnaioca y Aventureiro, con la palmera y postal más famosa de la isla. Con todo, las islas de Angra en general, e Ilha Grande en particular, son el destino perfecto para los que busquen la combinación de Brasil más naturaleza, mar y aventura.
Datos útiles
Cómo llegar
Desde el aeropuerto de Río de Janeiro hay transfers o autos particulares a Angra. Una vez en Angra se puede cruzar a Abraão en ferry por 45 reales. Hayempresas que ofrecen todo el traslado por 100 reales.
Dónde comer
Las mejores pastas de Ilha Grande están en Las Sorrentinas, en el centrito de Abraão. Sólo sirven sorrentinos con distintos rellenos y salsas, ñoquis o un plato de espaguetis. De postre no se pierdan el brownie (cubierto promedio 55 reales).
Excursiones
Para excursiones náuticas y vueltas completas a la isla, se recomienda la empresa María Bonita. Consultas a Fernando de Araújo Terra, WA: +5524999580898
Para hacer paseos y hasta hospedarte en un velero, podés viajar con la autora de esta nota y su familia en ElBarcoAmarillo. Consultas por WA: +5491140502597;
También se puede alquilar embarcaciones con o sin tripulación. Algunas empresas de charter en la zona son Angra Charter Boats y Angra Sail
Fiebre amarilla
No hay muchos mosquitos en las islas de Angra, pero de todas formas se recomienda la vacuna contra la fiebre amarilla. Es gratis, no duele y dura para toda la vida.