ALBI, FRANCIA.– A 50 minutos en coche desde Toulouse, en el centro de Occitania, Albi recibe a diario viajeros de todo el mundo enamorados de sus encantos medievales, declarados Patrimonio mundial de la Humanidad de Unesco. Este encantador pueblo luce por entero los colores del río que lo atraviesa, el serpenteante Tarn.
Es que el conjunto arquitectónico fue construido con ladrillos hechos localmente con arcilla de ese río. Una visita sin apuros, permitirá descubrir cómo la tonalidad de sus construcciones cambian de rosado, a rojo y a ocre, conforme pasan las horas del día. Nada mejor que una caminata para contemplar la postal más famosa de Albi, que incluye a su puente medieval, aún en funcionamiento, el Point-Vieux (Puente Viejo), también declarado monumento histórico. Albi es mucho más que un pueblo para visitar un día. Sus atracciones tienen fama internacional. La colección pública más grande de Henri Toulouse Lautrec (1864-1901), está allí. El artista era albigense.
La Biblia ilustrada
Su imponente catedral de estilo gótico meridional, Sainte-Cécile, la más grande del mundo construida en ladrillos, se alza en medio de un circuito en la región que aloja también 8 sitios declarados Patrimonio Mundial por la Unesco. Su construcción se inició en 1282 a modo de fortaleza, como símbolo de poder frente a la herejía de los cátaros (Khataros en griego significa puros) o albigenses, una nueva religión pacífica que cuestionaba creencias de la Iglesia y cuyos fieles fueron exterminados en masa por la Inquisición.
La catedral es imponente. Mide 113 metros de largo, 35 de ancho y su campanario suena a 78 metros de altura (finalizado en 1492). Austera por fuera, soberbia por dentro, Sainte-Cécile bate otro récord: unos 18.500 m2 cuadrados decorados con frescos y decoraciones, como si se tratase de la misma Biblia ilustrada. Hay que mirar detenidamente su bóveda, de arte renacentista italiano, sobre un magnífico fondo azul mineral. Debajo de su gran órgano, el más grande de Francia, que data del siglo XVIII, realizado por Christophe Moucherel, se lleva todas las miradas la representación de El Juicio Final, del siglo XV. Cielo, Purgatorio e Infierno en 200 m2. Quien esté allí sentado no podrá quitar la vista del descenso a los infiernos con los castigos de los 7 pecados capitales. Habrá que identificar cuál es cuál. Es bastante impresionante.
Es un testimonio de historia y arte que no deja indiferente a nadie, igual que el Palacio de la Berbie, construido en la mitad del siglo XXIII, donde vivían poderosos obispos, que hoy alberga el Museo de Toulouse-Lautrec.
El hijo célebre
Alrededor de estas edificaciones de ladrillos transcurre la vida cotidiana de Albi, con una población de 53.000 habitantes. El museo dedicado a su pintor más famoso es otro punto de referencia a nivel internacional.
Después del Cielo y el Infierno representado en la Catedral, el museo de Henri Toulouse-Lautrec recibe con retratos de personajes de cabarets que frecuentaba el pintor, durante su estancia en París, a fines del siglo XIX. Reconocido más como ilustrador de revistas y carteles publicitarios, de quienes recibía encargos, que por sus pinturas al óleo, esta colección pública exhibe todo tipo de obras: 31 carteles, 219 pinturas, 563 dibujos, 183 litografías. La visita será más larga de lo esperado.
Las obras del museo recorren su fascinante y corta vida. Henry murió con tan solo 37 años. Tenía problemas con el alcohol y una rara enfermedad hereditaria, picnodisostosis, que le afectaba los huesos. Sufrió fracturas en el fémur izquierdo y en la pierna derecha, y su crecimiento se detuvo. No superó el 1,52 m. Los padres de Henri eran primos hermanos y pertenecían a las grandes aristocracias del sudoeste de Francia. Eran descendientes de los condes de Toulouse. El artista nació en el Hôtel du Bosc, actual monumento histórico, pero fue en la casa de la familia materna donde se crió, en el Château Du Bosc, en el cercano pueblo de Camjac, a 42 km (hay visitas organizadas para los viajeros). En las primeras salas se exhiben las obras de su juventud, con retratos de su familia, amigos y animales. A continuación, la etapa de su transformación. Su vida en París. Retrata a las estrellas del momento. También a prostitutas, bailarinas y personajes circenses. Quien visite las colecciones, también podrá disfrutar de uno de los conjuntos episcopales mejor conservados de Francia. El Palacio de la Berbie es una fortaleza, con muros altísimos y de gran espesor, que se estructuran alrededor de un patio de honor. Hay salas de celebraciones, jardines y salones con techos renacentistas.
Mercados para disfrutar
Cada barrio tiene su encanto particular. Delante de la Catedral Sainte-Cécil está Castelviel, de casas medievales decoradas graciosamente con flores. Los sábados montan un atractivo mercado de antigüedades, que atrae a coleccionistas y a todos quienes quieran encontrar piezas únicas, fuera de serie. Y durante el verano, sus plazas, Savène y Saint-Loup se anima con espectáculos gratuitos. En el barrio Castelnau, el barrio nuevo, en la calle Henri Toulouse-Lautrec se encuentra el Hotel du Bosc, casa natal del artista. Se la podrá ver por fuera, de la misma manera que la casa del navegante Jean -François Galaup de Lapérouse (1741-1788). Sí se puede visitar el museo dedicado al explorador y descubrir sus aportes como cartógrafo.
Para los amantes de los quesos, embutidos y pastelería francesa, no hay que perderse la visita al Mercado Cubierto. Está en el barrio Saint-Julien –el más poblado de Albi– y funciona de martes a domingo, de 7 a 14. Ideal para comprar un poquito de todo y hacer un pic-nic en sus espléndidos espacios verdes, a orillas del río Tarn. De mayo a octubre, hay barcos de paseo para disfrutar de este río que atraviesa la ciudad. Las garzas, jabalíes y castores se ven en entornos protegidos. Una visita a Albi regala una buena dosis de arte, historia y naturaleza.
Datos útiles
Cómo llegar
Albi está a 600 km de París. Se puede llegar en tren en poco más de cinco horas.
Alojamiento
Es posible pagar la noche de hotel a partir de 50 €. Hay establecimientos de dos estrellas como Hôtel Les Pasteliers, cuyas comodidades y decoración dan la idea de un hotel de mayor categoría (1 bis Rue Honoré de Balzac). Los precios por noche están por debajo de los 100 euros. Si se busca un hotel más lujoso, The Other Rives (60 Rue Cantepau) por 136 euros brinda habitaciones espaciosas de distintos estilos.
Gastronomía
Los platos de este pueblo conservan las tradiciones del sudoeste de Francia. Las especialidades son: queso roquefort, queso de cabra, foie grass, magret de pato, cassoulet (una especie de fabada sin caldo). Hay varios restaurantes con toda clase de comidas. Algunos se concentran en los alrededores del mercado cubierto y ofrecen cocina simple, con productos frescos. Precios: menú a la carta, desde 15 euros.
Qué hacer
Museo de Toulouse-Lautrec: entrada para la colección permanente y temporal, 9 euros. Palais de la Berbie, Place Sainte-Cécile. Más información: http:/musee-toulouse-lautrec.com/