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Las ocho especies elegidas son parte los escudos de algunos parques nacionales argentinos. Funcionan así, de alguna manera,como emblema de cada una de las áreas protegidas. Son símbolos de nuestra tierra y sus diferentes climas y regiones. Algunos viven sin grandes sobresaltos y otros están en peligro de extinción o tuvieron la suerte de ser asistidos y recuperados.
El turismo de observación de aves tiene un gran potencial como herramienta de conservación de la naturaleza. Se calcula que hay 78 millones de observadores de aves en todo el mundo: 46 millones de los Estados Unidos y tres millones del Reino Unido. En Argentina, se estima que ingresan cerca de 30 mil personas por año a observar aves.
1) Macá Tobiano (PN Patagonia)
Fue descubierto recién en 1974, pero el que pió último no pió mejor. Es una de las 262 especies de aves de nuestro país en algún grado de amenaza y su situación es crítica: la población decreció un 80% en 25 años y está amenazada por el ataque del visón americano y la gaviota cocinera, especies invasoras y exóticas en su zona reproductiva y por la presencia de truchas arcoíris en las lagunas donde nidifica.
Nidifica en las lagunas de la meseta del lago Buenos Aires, en Santa Cruz, y en invierno migra hacia la costa Atlántica, a los estuarios de los ríos Coyle, Gallegos y Chico, todos en Santa Cruz.
Desde el año 2014, Aves Argentinas está realizando acciones con el objetivo de preparar el terreno para que nuestro país pueda posicionarse dentro de los principales destinos de observación de aves en el mundo y, de esa manera, generar más recursos que ayuden a la conservación de la naturaleza y sus aves. a su vez, además de llevar a cabo un arduo trabajo de difusión y educación ambiental, desarrolla proyectos puntuales de conservación. En el caso del macá tobiano ha logrado recuperar y mantener estable la población. El programa pastizales, por su parte, fomenta un uso sustentable de los campos ganaderos conservando, en gran medida, pasturas naturales donde habitan los últimos tordos amarillos y otras aves endémicas y amenazadas propias de ese ambiente, como el batitú, el charlatán, el capuchino de pecho blanco y el yetapá de collar.
2) Pato Vapor foto (PN Marino Costero)
Se llama así porque no vuela sino que "carretea" con las alas levantando pequeñas olitas, como el movimiento de los viejos barcos de aspas, que se movían a vapor. En las navegaciones de Bahía Bustamante es fácil verlos con sus pichones nadar de un lado al otro, entre lobos marinos, cormoranes, gaviotas y pingüinos. Nada se parece más a un documental de la National Geographic que el momento en que el skua se acerca, marrón y amenazante, a llevarse alguno para el almuerzo.
3) Yetapá de collar (Parque Nacional Iberá)
Su larga cola remata en llamativas plumas. No es fácil de ver, hay que esperarlo en los pastizales y tenerle paciencia. Su crecimiento está en grave retroceso por la destrucción de su hábitat. Es una de las especies más buscadas por observadores y está en peligro de extinción en grado vulnerable en nuestro país donde ocupa solamente el 10% del área que ocupaba históricamente.
También llamado yetapá acollarado, tijereta de las pajas, en Uruguay o jetapá'i en guaraní, es nativa del centro sur de Sudamérica. Habita principalmente el sur del Paraguay y el norte de Argentina, concentrándose en las provincias de Formosa, Corrientes y Misiones. Su figura es emblema del nuevo Parque Nacional Iberá, donde se concentra la mayor población mundial de esta especie, gracias a la calidad del hábitat y a la protección que le brinda el Parque Nacional. Los amantes de las aves lo saben y, cada año, son miles los que llegan a los esteros con la ilusión de poder avistar esta hermosa ave de cola larga, cuya presencia es un verdadero termómetro para conocer el estado de conservación de estos pastizales.
4) Vencejo (PN Iguazú)
Los vencejos de cascada se sumaron, hace varias décadas, a las Cataratas en la imagen representativa del Parque Nacional Iguazú, donde se encuentra la colonia de reproducción más grande del mundo.
Bautizadas guyra-mbopí por los guaraníes, es decir, el ave o pájaro murciélago, son particularmente atractivas por su plumaje negruzco y su vuelo zigzagueante para capturar insectos que lo hermanan con el mamíferos nocturnos. Sin embargo, a diferencia de los murciélagos, éstas aves son diurnas.
Anidan en los paredones rocosos, detrás de las cortinas de agua de las cascadas que atraviesan invictas para aferrarse a las piedras con sus fuertes uñas y apoyando su cola que tiene las puntas de las plumas bien duras que las ayuda a generar estabilidad.
5) Cauquén marino ( PN Tierra del Fuego)
El Cauquén marino o Caranca (Chloephaga hybrida) es una especie de ave de la familia Anatidae, de la que forman parte el pato, el ganso y el cisne, natural del extremo sur de Sudamérica, de las zonas costeras del sur de Argentina - Tierra del Fuego - y Chile, Isla de Chiloé e Islas Malvinas.
Son una especie muy sedentaria ara las que el volar no es clave. Viven en parejas o en pequeños grupos familiares. Su hábitat depende de donde haya algas marinas porque alimento casi exclusivamente de ellas. Su nombre en inglés, Kelp goose, apela al alga con la que se alimenta.
Los machos son de plumaje completamente blanco lo que hace resaltar el pico negro y las patas amarillo-anaranjadas, característica que comparte con las hembras. Ellas tienen el plumaje negro en la mayor parte del cuerpo con la cola blanca y la corona de la cabeza color café y el pico es de color rosa claro.
6) Carpintero andino (PN Los Cardones)
Es otro emblema de la Patagonia, uno de los pocos carpinteros terrestres que anida dentro de cavidades de acantilados o paredes de edificios antiguos.También conocido como carpintero pitío, su nombre deriva del mapuche y representa una onomatopeya de su canto.
El carpintero andino (Colaptes rupicola) es una especie de pájaro carpintero de América del Sur que busca su alimento en pajonales, pastizales y cerca de las orillas de ríos. Su pico largo, le permite buscar y capturar larvas, mariposas y escarabajos en el suelo y el tramado de las plumas de sus alas y su manto lo ayuda a camuflarse en su entorno.
A nivel mundial no está amenazada y además de encontrarse en Argentina, está también en Chile, Perú y en siete áreas protegidas de Bolivia.
7) Pingüino de penacho amarillo (PN Isla Pingüino)
Los dos mil pingüinos de penacho amarillo que conviven en los riscos de la Isla Pinguino, son los protagonistas estelares del lugar, muy cerca de Puerto Deseado. Se acomodan muy orondos "al fondo" de la isla, donde los acantilados caen casi rectos hacia el mar. Hasta allí trepan los rockhopper –"salta-rocas"– que se distinguen por su corta estatura (miden sólo 40 cm), por las plumas amarillas a los lados de la cabeza, los ojos rojos y el pico anaranjado intenso. Avanzan dando pequeños saltos, lo que supone un esfuerzo físico intenso, pero si están cansados, no lo demuestran. En realidad, son aves particulares, muy distintas de sus primos "magallánicos" que también habitan en la pequeña isla y, de hecho, son muchos más (30 mil).
Los pingüinos de penacho amarillo son tan calmos y están tan en la suya que parecen acostumbrados a la fama. Sólo les faltan brazos para firmar autógrafos a los escasos visitantes que llegan hasta la pequeña isla. Entre abril y septiembre permanecen mar adentro, alimentándose de crustáceos, peces y cefalópodos. En primavera regresan a la costa para formar pareja, preparar el nido, copular, poner huevos –dos, por lo general, de los que suele sobrevivir uno– y cuidar a los pichones. Ellos abandonan el apostadero en marzo, tras mudar el plumón infantil por el plumaje juvenil y ganar un esbozo de penacho.
En la Argentina, ésta es la colonia más accesible. Los demás apostaderos están en islas lejanas como Malvinas, Georgias e Isla de los Estados. Este último es el más importante de nuestro país, con 27,3% de la población mundial.
8) Cóndor (Quebrada del Condorito)
Situado en la Pampa de Achala, el Parque Nacional Quebrada del Condorito es el principal sitio de cría de cóndores fuera de las Cordillera de los Andes. Históricamente, se lo podía encontrar a lo largo de la cordillera, desde Venezuela hasta Tierra del Fuego. Pero en las últimas décadas, su población ha disminuido drásticamente y su existencia se encuentra comprometida, con una condición que varía de "raro" en Argentina y Chile, donde están las poblaciones más amplias, a "crítica" en Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú. En los Andes venezolanos, fue declarado extinto en 1965. Las causas están relacionadas con reducción de su hábitat natural, la caza, el envenenamiento (al ser aves carroñeras muchas veces mueren al ingerir roedores u otros animales envenenados) y el tráfico ilegal.
El cóndor es el ave voladora más grande del mundo. Alcanza más de 8000 mts de altura y es también emblema de otros Parques Nacionales, como el Lanín.
Debido a esto, en 1991 nació el Proyecto de Conservación Cóndor Andino (PCCA), con el objetivo de asistir y asegurar la subsistencia de la especie. La iniciativa surgió en el zoológico porteño, de la mano de de fundación Bioandina, y con la colaboración de Temaiken.
Basándose en la experiencia del Zoological Society de San Diego con los cóndores californianos –que habían llegado a 27 ejemplares silvestres en 1987–, empezaron a incubar artificialmente huevos obtenidos de cóndores en cautiverio. Al cabo de dos meses y después de ser asistidos en el nacimiento, comienza la crianza en nurserys especiales, con la asistencia de títeres de látex que representan a sus padres. De esta manera se favorece el reconocimiento hacia su especie y se evita el acercamiento con el ser humano que en el futuro, cuando salga al mundo, encarnará a su principal enemigo.