Brasil presenta una gran variedad de playas para elegir, y es uno de los destinos más visitados por los argentinos. Pero la vida cambia, los intereses también y quienes ya conocen Río de Janeiro, Florianópolis, Praia do Forte o Maceió incursionan en otras menos conocidas, como Arraial do Cabo, Rosa o Pipa. Pero la lista continúa y para quienes siguen mirando a Brasil pero buscan playas nuevas, las mejores para ir en familia, las más románticas para visitar en pareja o nuevas alternativas en el sur esta selección de 25 playas será una gran guía.
LAS NUEVAS
1. Taipu de Fora
Aislada en la Península de Maraú, se llega sólo en barco o 4x4. Tiene apenas una iglesia y una plaza donde se arman rodas de capoeira al caer la tarde. Ojo, no hay cajeros automáticos. Desde allí parten las jardineiras y camionetas que llevan a los turistas a las piscinas naturales de Taipu de Fora. Su costa, repleta de arrecifes de corales, es un paraíso para hacer snorkeling en aguas templadas y con una visibilidad que alcanza los 20 metros.
2. Boipeba
Llegar a esta isla de pescadores al sur de Morro de São Paulo, no es fácil. Hay que caminarla, primero porque no hay autos –aunque cada vez hay más moto taxis–, pero sobre todo porque ahí está la gracia. A Boca da Barra, la playa donde llegan las lanchas y está llena de restaurantes, le siguen las desoladas Tassimirim, Cueira y Moreré. Con marea baja, se llega a Moreré en menos de dos horas, andando por la arena. También hay un tractor que sale de Velha Boipeba, el pueblo principal de la isla, con calles de adoquines y la iglesia del Divino Espíritu Santo, de 1616, en lo alto de la ladera.
3. Caraíva
Un pueblo peatonal a 35 km de Trancoso. Hay que dejar el auto en el estacionamiento a la vera del río, cruzarlo en bote y lanzarse a andar por las calles de arena. Si se llega con maletas e intención de quedarse, es preciso buscar una carroça (carro tirado por caballos) que lo lleve a uno hasta la posada. Cada vez son más los que eligen Caraíva como destino de sus vacaciones, alternando los días de playa con los paseos por su ancho río.
4. Carneiros
A 8 km de Tamandaré, encarna la postal de playa ideal: incontables coqueiros, 6 km de arena fina, mar calmo y cristalino, dos ríos (Formoso y Ariquindá), manglares, lenguas de arena que se dibujan y desdibujan según la marea, piscinas naturales. No es un pueblo; apenas un puñado de paradores, posadas y restaurantes. Todo se resuelve dentro de los alojamientos, donde ofrecen la comida y los paseos en catamarán a los manglares, las piscinas naturales y a una isla cercana en la que hay arcilla fresca para hacerse baños.
5. Barra de Ibiraquera
Asoma como una variante más rústica y natural a la próxima Praia do Rosa. Se trata de una playa ancha y larguísima, con enormes dunas en uno de sus extremos, rocas en el otro y una laguna enorme a su espalda, todo rodeado de morros que se acercan y se alejan siempre exuberantes. Lo más atractivo del lugar es, sin dudas, el encuentro entre la lagoa y el mar, que tanto puede estar abierto o cerrado –según lo decida Madre Natura–, lo que le da una impronta diferente cada vez.
LAS DEL SUR
6. Campeche
Su porción norte es conocida como Novo Campeche. Combina la elegancia de su zona comercial con lo agreste de la restinga (una cobertura vegetal que protege a los médanos del avance del mar). Es meca de surfistas, al igual que la propia Campeche. Justo enfrente, la reserva natural Ilha do Campeche, se reserva las mejores playas.
7. Barra da Lagoa
Es una playa abierta con características particulares, porque por un lado tiene la amplitud de mar que les viene bien a los surfistas y por otro –cerca del canal– ofrece aguas más calmas que eligen, sobre todo, las familias con niños pequeños. Este canal es una vía multitarget en donde hacer snorkel, pasear en motos de agua, lancha o bote de pesca. Tan amplia es la oferta y su entorno, que se trata de una de las playas más buscadas de la isla.
8. Silveira
Es la tranquilidad que tiene lo pequeño, lo casi oculto. El morro dominándolo todo, tanto, que no es tan fácil moverse, o hacer compras. Sí es fácil estar y disfrutar de la quietud del verde con el mar, de las olas encrespadas para surfear o de la pequeña lagoinha del extremo sur de la playa, esa donde los chicos son amos y señores, donde juegan hasta que se animan a montar olas.
9. Praia do Rosa
Hace muchísimo tiempo que dejó de ser un destino exótico y secreto para surfers, y se empezó a llenar de turistas. Así y todo, Praia do Rosa sigue siendo un encanto de playa, de pueblo, de destino. Quizás la preserva el hecho de que no sea tan sencillo llegar a la mismísima arena. Es que esas cinco o seis familias gaúchas en la década del 60 compraron los terrenos que llegan al mar y los convirtieron en hermosas pousadas; y, aunque por ley la playa es de acceso público, las trilhas que unen la calle con el mar son largas, empinadas, angostas, un poco incómodas –a decir verdad– para el acceso masivo.
10. Estaleirinho
A lo largo de la Rodovía Interpraias se puede conectar con un puñado de playas bastante poco transitadas. Estaleirinho es una de las últimas playas agrestes que se extiene hacia el sur de Camboriú: una playa que se anuncia como exclusiva, rodeada por grandes casas de ricos y famosos. Puede ser que así sea, pero todo eso se traduce en un playa sencilla, grande, llena de arena, cómoda y eminentemente familiar. Es cierto que no hay mucho servicio de playa, ni barcitos que atraigan a demasiada gente, quizás ahí está su secreto.
11. Bombinhas
Una península circundada por varias bahías y muy cerca de Florianópolis. Aquí las construcciones son más bajas y amables, y la naturaleza se ha conservado con intención sustentable: las posadas tienen iniciativa de energías limpias y separación de residuos. Bombinhas es una playa familiar, perfecta para ir con niños porque tiene mar calmo, buenos servicios y algunos hoteles con animación en temporada alta.
12. Porto de Galinhas
Lugar de piscinas naturales y muy buenos resorts, es el destino de playa más visitado del estado de Pernambuco. A 63 km al sur de la capital, Recife, con amplia infraestructura hotelera y un litoral soñado –arenas blancas, mar traslúcido e hileras de palmeras– recibe a un millón de visitantes por año. Su atracción principal es el arrecife de coral que se extiende paralelo a la costa, a unos 100 metros de la orilla del mar.
13. Arraial D'Ajuda
La hermana menor (y más tranquila) de Porto Seguro, separada por el río Buranhém, esa distancia le otorga otro ritmo, más tranquilo, atractivo para parejas y familias. En realidad, la fila de la balsa es el pulso nocturno de Arraial. Larga hacia el mediodía del lado de Porto cuando la gente va a pasar el día a la playa y casi igual de extensa cuando empieza a caer el sol y todos regresan al mismo tiempo.
14. Praia do Forte
A unos 70 km de Salvador, es desde hace años la playa preferida de las familias en la llamada Linha Verde (litoral norte de la ciudad). En la villa, flanqueda por el mar y el río Timeantube, no circulan autos particulares: se anda a pie, en bici, en tuc-tuc o en buggy. La oferta de alojamiento es apta para todos los bolsillos.
15. Maresias
Está a un poco más de 170 km de São Paulo, y concentra la movida surfista. Fue también sinónimo de boliche y movida nocturna, rótulo del que intenta deshacerse con ahínco. Las fiestas son enormes y muy concurridas, pero ya distribuidas a lo largo de todo el año en fines de semana clave, y conviven del mejor modo que pueden con las familias que reclaman su lugar.
LAS ROMÁNTICAS
16. Paraty
Esta aldea portuaria, fundada en 1667 para recibir el oro extraído en Minas Gerais y embarcarlo directo a Portugal, permaneció oculta hasta mediados del siglo pasado. Y es, desde entonces, uno de los destinos más románticos del mundo y uno de los más visitados del estado de Río de Janeiro.
17. Jericoacoara
Bien al norte, a 307 km de Fortaleza, crece en popularidad pero no en envergadura: sigue sin acceso vehicular y sin iluminación pública. En "Jeri" las noches de luna palpitan al ritmo nordestino del forró, danza típica y sensual, ideal para bailar de a dos.
18. Trancoso
Es la playa más sofisticada del sur de Bahía, pero sin mansiones a la vista. Un estilo hippie-chic que la conecta con su pasado de aldea de pescadores y atrae a paulistas con bajo perfil. El aeropuerto más próximo es Porto Seguro y el cruce en balsa del río Bunharém, a lo que se suman los 15 km que lo separan de Arraial D'Ajuda, garantiza su exclusividad.
19. Búzios
Por su proximidad con Río de Janeiro (180 km), la cantidad (más de 20), belleza y variedad de sus balnearios, este destino playero convoca multitudes y las decenas de posaditas llenas de hibiscos que balconean al mar la hacen perfecta para una escapada en pareja.
20. Ilha Grande
Famosa por su playa Lopes Mendes, esta isla a 125 km de Río de Janeiro es una de las joyitas del litoral carioca en la que no circulan autos sino que solo hay trilhas de trekking. No hace falta ir hasta Angra dos Reis para llegar. De Conceição de Jacareí (30 km antes) también salen escunas y fast boats.
LAS DEL NORDESTE
21. Pipa
A unos 80 km al sur de Natal, este pueblo mantiene el espíritu rústico-chic, que combina tan bien con sus acantilados rojizos y la presencia de delfines. La playa más famosa es la que tiene forma de corazón, la Praia do Amor, que también se llama Praia dos Afogados –de los ahogados– porque con marea alta se forman unas corrientes bien peligrosas. Es la playa de los surfistas, se puede llegar caminando por la arena con marea baja, cuando se forman las piscinas naturales, o por las escaleras que están al lado del estacionamiento de la calle principal.
22. Itacaré
Fue un puerto del cacao que se producía en la región. El pueblito no tiene la encantadora homogeneidad colonial de Olinda o Paraty, pero compensa con cantidad de playas escénicas, a cual más bella. En la Praia da Concha, una de las más próximas al Centro, se concentran las posadas más equipadas y preferidas por parejas. A medida que uno se aleja por el Caminho das Praias va ganando la onda natural. Cuando ya tenga suficiente de la dupla mar y coqueiro, puede embarcarse en el paseo de canoas por el Río das Contas, pasando por manglares hasta llegar a la Cachoeira do Engenho.
23. São Miguel dos Milagres
A mitad de camino entre las conocidas playas de Maceió y la costa de Maragogi, este enclave casi secreto es un pequeño tesoro. El acceso menos directo es, quizás, la clave para que este destino de aguas mansas aún palpite al ritmo de los pescadores. Aquí no hay colectivos, taxis, cajeros –las posadas aceptan tarjeta de crédito– ni resorts. La propuesta es bañarse en piscinas naturales, caminar extensas playas desiertas –imperdibles la do Toque, Lage y Patacho–, descubrir la intacta cultura local, descansar alguna de sus coquetas posadas de charme o navegar el río Tatuamunha a la par de los manatíes o peixe-bois.
24. Imbassaí
Ya no es tan pequeña y desconocida como era, pero aún la única manera de llegar a la playa es a pie (una caminata de 20 minutos), o en jangada por el río Imbassaí. Hay dos tipos de playas: las de río son las más calmas y las preferidas de los locales; las de mar forman piscinas naturales que sólo pueden disfrutarse cuando baja la marea. Las barracas, estratégicamente ubicadas entre ambas, sirven petiscos de pitú y cerveza helada desde la mañana temprano hasta primera hora de la tarde, cuando sube el mar y hay que levantar los puestos. Si bien la influencia del resort Grand Palladium hizo crecer la envergadura del pueblo, Imbassaí conserva un aire de otra época.
25. Fernando de Noronha
Dejó de ser secreta, pero se mantiene como isla de élite. Ex presidio y base militar, este Parque Nacional Marino es meca de buceo. Se trata de un archipiélago con pocas conexiones desde Natal y Fortaleza, precios altos y unas cuantas restricciones en infraestructura y confort. Sépalo desde el principio: obtener la misma comodidad que en el continente cuesta en Noronha bastante más caro. La recompensa, sin embargo, llega con creces. La singular belleza del entorno natural y la escasa cantidad de turistas justifican la inversión. Solo 600 viajeros pueden permanecer en la isla al mismo tiempo, ni uno más.