Fue muy difícil hacer este listado porque esta ciudad es casi inabarcable: hay de todo para hacer y para todos los gustos. Aquí te contamos cuáles son para LUGARES las 16 actividades que no podés dejar de hacer si pensás visitarla. Si ya estuviste, ¡sumá tu recomendación! ¡Ampliemos la lista!
Visitar un speakeasy
Speak easy significa hablar bajo y, entre los años 20 y 30 esas dos palabras fueron sinónimo de bar clandestino, donde se vendía alcohol. Una gran impulsora de estos recintos -que superaron los 20 mil– fue Texas Guinan, quien regenteó los famosos 300 Club y Salon Royale, entre otros. LUGARES visitó The Back Room (www.backroomnyc.com), un salón con entrada secreta en el fondo de un callejón, dos niveles ambientados como en los años 20, arañas de caireles, sillones franceses y frescos de desnudos en las paredes enteladas. La barra despacha cervezas envueltas en papel madera y cócteles en tazas de té como en los tiempos de la Ley Seca, cuando cortaban el whisky con un chorrito de leche para despistar a los policías en caso de una inspección espontánea. Un casi secreto: la biblioteca que está al final del salón es una puerta giratoria para acceder al vip. El trago insignia es The Bees Knees.
Tomar algo en las alturas
Terrazas con vistas de postal hay muchas. Algunas se convirtieron en bares de altura –rooftops– desde los que se capturan panorámicas sublimes de NYC, trago en mano. Acá, cuatro recomendados: Le Bain (www.standardhotels.com) en Meatpacking District; 230 Fifth (www.dreamhotels.com) en Chelsea; A60 (www.sixtyhotels.com) en el SoHo, y Sky Room (www.skyroomnyc.com) en Times Square.
Cruzar el puente de Brooklyn a pie
Es el más antiguo (1833) de los tres que unen Manhattan con Brooklyn. Cruzarlo caminando es un deber y lo aconsejable, pasar bajo sus arcos góticos al atardecer. Si lo hacés desde Manhattan hacia Brooklyn tiene un final con premio: una imponente vista de la isla encendida sobre el río East. Evitá que el paseo resulte estresante: no cruces del sendero peatonal al ciclista.
Probar la hamburguesa de Shake Shack
Es la sensación del Madison Square Park. Desde que dejó de ser un carrito de hot dogs para convertirse en kiosco permanente (2004), hay cola para probar sus hamburguesas. Por su calidad y por “esa” salsa que las hace únicas. Sus Cheese Fries (papas fritas con salsa de quesos cheddar y americano) son igual de adictivas. Si bien ya tiene sucursales en otros países, su sabor es original de esta gran ciudad. www.shakeshack.com
Caminar el High Line
Es el sello del Meatpacking District. Este parque elevado fue construido sobre las vías del histórico ferrocarril que transportó mercancías entre 1934 y 1980. Hoy, los 2,33 km de rieles se convirtieron en senderos de hormigón delineados por árboles y plantas, por los que pasean vecinos y turistas para ver Manhattan y el río Hudson desde otra perspectiva o para relajarse a leer bajo el sol en una de las reposeras de este oasis de altura.
Llegar a lo más alto en el One World Observatory
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Ubicado en lo alto de la monstruosa torre de 104 pisos que nació para intentar llenar el vacío que dejaron las emblemáticas Twin Towers después del atentado del 11S. Setenta ascensores recorren esta estructura diseñada por el arquitecto David Childs que ha sabido ganarse el podio entre las más grandes del hemisferio occidental.
El observatorio cuenta con tres niveles, alojados en los pisos 100, 101 y 102 de la torre, que invitan a apreciar la ciudad por encima de los 351 m. www.oneworldobservatory.com
Pasear por el Brooklyn Botanical Garden
Quienes viajen entre abril y mayo, no pueden dejar de visitar este bonito parque. En esa época, sus muchos cerezos explotan de flores e inspiran para celebrar el Festival del Cerezo en Flor (o Hanami). Y si le atraen los bonsáis, sabé que aquí se guarda la colección más grande de los Estados Unidos. www.bbg.org
Patinar en el Rockefeller Center
Este clásico neoyorquino nació en 1936, cuando el manager del complejo convocó a un ingeniero para que diseñara una pista de patinaje sobre hielo que llamase la atención de los clientes. Funciona desde octubre hasta fines de abril.
Disfrutar del jazz y la cocina en Robert
El restaurante del Museum of Art and Design tiene inmejorables vistas del Columbus Circle y el Central Park, además de un piano de cola. Hay jazz en vivo todas las tardes. El arte está presente en el mobiliario y en la presentación de los platos de su cocina americana. www.robertnyc.com
Hacer un picnic en Central Park
La clave es comprar todo lo necesario en Whole Foods (www.wholefoodsmarket.com), un mercado orgánico que está en el subsuelo de la galería comercial ubicada en el Time Warner Center. En primavera, la gente arma allí su canasta y cruza al parque. Para que la tarde sea de película –hay una escena de Stuart Little filmada allí–, animate a “timonear” un velero a control remoto en el Conservatory Boat Pond, en el costado Este del Parque, entre las calles 72 y 75.
Almorzar en las escalinatas del MET
Casi a diario, si Febo asoma, un mix de oficinistas y trotamundos se reúne en las escalinatas de este museo. A sus pies hay una extensa fila de carritos que venden hot dogs y comida árabe; muchos de ellos pertenecen a veteranos de guerra. Hace siete años que, buen clima mediante, también se puede escuchar al grupo callejero de doo-woop Acapella Soul (www.acapellasoul.com). Con este show en vivo, el almuerzo exprés se convierte en una experiencia doblemente reparadora –se alimentan cuerpo y alma– e inolvidable por lo tanto.
Escuchar el Gospel en Harlem
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El barrio donde nacieron Whoopie Goldberg y Marc Anthony, entre otros grandes, es uno de los más visitados durante el fin de semana, cuando las iglesias de afrodescendientes vibran al ritmo de la música gospel. Los fieles se visten de fiesta, con sombreros y guantes blancos, para alabar al Señor con sus cantos y las palmas de sus manos dirigidas al cielo, hacer reverencias y bailar. En el frente, un coro de más de 30 integrantes vestidos con trajes, se luce con sus voces. El requisito es ir vestido de una manera apropiada (es una iglesia), no tomar fotos ni grabar durante la celebración y, finalmente, no retirarse hasta que no finalice el sermón. La mayoría de las iglesias pide una colaboración voluntaria.
Comprar marcas de lujo en los thrift shops
Hay un fenómeno de la moda que se da en esta ciudad desde 1954: las neoyorquinas de alto poder adquisitivo buscan estar al día con las mejores etiquetas de la industria y, como es tan efímera, no bien usan un conjunto lo entregan a un thrift shop o local de reventa. Una de las tiendas pioneras en el negocio del reciclaje de la ropa de autor fue Encore (www.encoreresale.com). Hay una abultada lista con opciones y, en cada caso, hay que tener paciencia para sumergirse entre percheros en busca de modelos originales de Chanel, Gucci, Prada, Louis Vuitton, etcétera, con poco uso y a precios muy convenientes. No te pierdas The Housing Works (www.housingworks.org) ni The New York Vintage (www.newyorkvintage.com).
Disfrutar de una noche de jazz
La escena de NYC es una de las mejores del mundo para escuchar jazz del clásico y descubrir los nuevos talentos. Tres clubes que no fallan: The Blue Note (www.bluenote.net), Smalls (www.smallsjazzclub.com) y Jazz at Lincoln Center (www.jalc.org).
Ver una obra de teatro en Broadway
Si bien las entradas son costosas, ver una obra de alta calidad en alguno de los 40 teatros profesionales que integran el circuito de Broadway es una salida que sólo podrá hacer en Nueva York (o, a lo sumo, en el West End Theatre de Londres). Un buen recurso es comprar los tickets con antelación al día de la función en TKTS Discount Theatre. El local está ubicado en el centro mismo de Times Square.
Admirar la ciudad desde el mirador Top of the Rock
El edificio Empire State es una de las mejores opciones para ver Nueva York desde los pisos 86 y 102. Pero el mirador del Rockefeller Center (Top of the Rock, en los pisos 67, 69 y 70) también ofrece una vista panorámica, un acceso más rápido y la vista con la cúpula iluminada del Empire State dentro de la postal. Si tenés tiempo, visitá ambos. www.topoftherocknyc.com
Descubrir NY desde el agua
Tomar un ferry para apreciar la ciudad desde el agua es una buena manera de entender cómo está estructurada. Hay varios recorridos posibles (www.circleline42.com) pero, en cualquier caso, lo mejor es hacer la excursión después de las cuatro de la tarde, cuando el sol mengua y la luz es ideal para tomar fotos.
No pasar por alto la Neue Galerie
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Pequeño y exquisito museo que funciona en una bellísima casa de época, dedicado al arte austríaco y alemán. Es un alto insoslayable para aproximarse a Gustave Klimt, parte de la colección privada que se expone en esta suerte de Frick Collection en miniatura. Para terminar, un paréntesis en el no menos exquisito Café Sabarsky, que lleva el nombre del co-fundador del museo, Serge Sabarsky, ambientado al estilo de los cafés vieneses con muebles y objetos originales. 1048 Fifth Ave. y la 86 Street. www.neuegalerie.org