Zoom Escaper: la aplicación para “zafar” de una videollamada insoportable
Permite sumar interferencias a una reunión virtual
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La pandemia de coronavirus y la consiguiente cuarentena, aislamiento y posterior distanciamiento social trajeron muchas cosas. Una, para mucha gente, el reemplazo de la clase presencial, o la reunión en la oficina, por un encuentro virtual por videollamada, con la aplicación Zoom como principal exponente.
Pero así como antes había un lema que rezaba “esta reunión pudo ser un e-mail”, y que pugna por el reemplazo de encuentros físicos por otras formas de comunicación que se adapten a los tiempos de cada persona, ahora hay que actualizar la frase y decir que “esta videollamada pudo ser un e-mail”. O un mensaje de WhatsApp. O, incluso, una llamada sin video.
Como sea, la fatiga de zoom es algo que ya es una realidad: el cansancio por el esfuerzo de tener que aparecer frente a cámara, hablándole a gente que está ahí… pero que no está tan cerca, lo que hace que nuestro cerebro trabaje el doble para reconstruir gestos y expresiones que tendría en forma directa si la reunión fuera presencial. Muchas veces la videollamada se siente como una prisión: otra reunión a la que asistir de la que no podemos escapar.
Está claro que no siempre es así: muchas videollamadas son una alternativa genial para encontrarse con colegas, familiares o amigos y resolver temas laborales, estudiar, pasar un tiempo juntos cuando no es posible verse en forma presencial, etcétera. Pero muchas organizaciones caen en una suerte de abuso de la videollamada: todo se hace por Zoom porque “es lo que se estila” y no porque es la mejor solución, y las reuniones se alargan más de lo necesario. El propio creador de Zoom está harto de ellas.
Así nació Zoom Escaper, una aplicación muy particular que se integra a Zoom, y que cada persona deberá evaluar si vale la pena tener a mano: permite autosabotear una videollamada introduciendo eco, el ruido de una obra, simular una mala conexión, el llanto de un bebé y más, y forzando su final.
Por supuesto, siempre es mejor ir con la verdad: explicar que en ese caso y momento particular una videoconferencia no es la mejor alternativa para tratar un tema, y que pueden explorarse otras vías: desde un mail, un chat o un archivo de edición colaborativa a una simple llamada de voz, que permite la comunicación simultánea e inmediata pero libera a los participantes a moverse por la casa, resolver otros temas, etcétera.
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