Ya está en órbita BlueWalker 3, el primer satélite pensado para dar telefonía 5G en cualquier parte del planeta, pero llega con quejas
BlueWalker 3 es un satélite experimental para probar la viabilidad de ofrecer 4G y 5G satelital con una serie de antenas desde el espacio; el satélite ocupa 64 metros cuadrados, lo que genera quejas entre los astrónomos, ya que interfiere con sus observaciones
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Parece que las comunicaciones satelitales están a la orden del día. Apple presentó los nuevos iPhone 14, que usan la red de GlobalSat para permitir una comunicación entre el teléfono y un satélite y enviar un mensaje de ayuda cuando el teléfono no tiene cobertura móvil. Está pensado para emergencias: enviar o recibir un mensaje toma varios minutos. Algo similar promociona Huawei con el Mate50, aunque sólo para enviar mensajes: básicamente, pedir ayuda ante un accidente en una zona despoblada.
No es poco, claro, pero en los próximos años veremos, si todo sale bien, alternativas más sofisticadas. Unas semanas antes de la presentación del iPhone 14, la telefónica estadounidense T-Mobile y el proveedor de internet satelital Starlink (de Elon Musk) prometieron para 2023 un servicio de 5G satelital, que permitirá chatear y hacer llamadas de voz en zonas sin cobertura convencional. Al igual que con el iPhone, esto se logra sin modificar el aspecto o los componentes de un smartphone: funcionaría con cualquier dispositivo. Es una propuesta más atractiva de la de un mensaje de emergencia, pero depende de una nueva generación de satélites Starlink (los que forman los trencitos de estrellas visibles de noche cuando entran en órbita) que recién estará lista el año próximo.
Una antena en el cielo
Una alternativa ya está lista hoy, aunque por ahora es un prototipo. Y apuesta a ser una alternativa superadora, aunque no exenta de polémica. Se trata de BlueWalker 3, un satélite experimental cuya única misión es ofrecer conectividad 5G satelital, pero con un ancho de banda más generoso: aunque no hay números precisos, la idea es que alguien pueda disfrutar, en el medio de la montaña, el desierto o el mar, buena conectividad en su celular sin depender de otras redes. Un verdadero 5G, provisto por una antena que está en el cielo.
En rigor, lo que ofrece el satélite BlueWalker 3 de AST Mobile, que fue puesto en órbita este fin de semana (y le da una vuelta al planeta cada 90 minutos), es un dispositivo con múltiples antenas direccionales, capaces de comunicarse con un gran número de dispositivos en tierra. Para ello, despliega una gigantesca antena de 64 metros cuadrados, compuesta por múltiples elementos capaces de dialogar con muchísima precisión con los smartphones en tierra. Por ahora lo probarán en Texas y Hawaii.
AST dice que ya tiene acuerdos con 25 operadoras en todo el mundo, 2400 patentes en su haber, y tecnología de Nokia para lograr un 5G satelital verdadero. Ahora comenzarán las pruebas para ver si efectivamente es posible ofrecer 4G y 5G en cualquier lugar del mundo desde la órbita baja terrestre. La intención de la compañía es crear una constelación de estos satélites, para dar cobertura en todo el mundo; ya está fabricando otros cinco, sobre un centenar que tiene planeados, llamados BlueBirds, que podrían ser aún más grandes y entrar en operación en 2024.
Polución nocturna
La ventaja de esta tecnología es evidente (tener conectividad, comunicaciones y acceso a información en cualquier lugar del mundo donde se pueda ver el cielo) pero para los astrónomos es un nuevo dolor de cabeza. Los satélites de Starlink ya generan numerosas quejas, ya que están todo el tiempo pasando frente a los telescopios e interrumpiendo las observaciones de estrellas lejanas. El BlueWalker 3, por sus dimensiones, es un problema mayor: hay estimaciones que sugieren que en el cielo nocturno sería, al reflejar la luz del sol (que usa para funcionar), más brillante que Venus o que la Estación Espacial Internacional, lo que aumentará la polución visual del cielo nocturno, como notan en el Centro para la protección de los cielos oscuros y tranquilos de la interferencia de constelaciones de satélites que formó la Unión Astronómica Internacional. De hecho, ya existe un sitio que intenta registrar las posiciones orbitales y el paso de los diferentes satélites que se van sumando a la órbita terrestre, para ayudar a los astrónomos a saber en qué momento uno de estos objetos celestes ocultará con su paso la visualización de una estrella lejana.
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