Xiaomi, el gigante chino de teléfonos inteligentes, sale a conquistar mercados
NUEVA DELHI—Cuando Xiaomi lanzó aquí en abril su nuevo teléfono inteligente, hubo un poco de caos. Era la primera vez que el presidente ejecutivo de la compañía, Lei Jun, hablaba públicamente en inglés y se salió del guión. En Internet se volvió viral su extraña pronunciación de la pregunta "¿están todos OK?"
Detalles sin importancia. La oferta en línea de 40.000 teléfonos nuevos se agotó en 15 segundos. "¡Apple y Samsung son historia!" gritó un fan después de la presentación del nuevo modelo.
Este es el tipo de fanatismo con el que Lei, de 45 años, apuesta a replicar en el extranjero el éxito que cosechó en China, una mezcla inusual de comercialización por redes sociales, festivales de seguidores y su propia condición de estrella tecnológica. Estos factores convirtieron a Xiaomi en el segundo vendedor de teléfonos inteligentes en China después de Apple.
Fundada hace apenas cinco años y poco conocida en Occidente, Xiaomi es aún una especie de startup desorganizada. Sin embargo, también es una de las empresas de smartphonesde más rápido crecimiento en el mundo, con una valuación de US$46.000 millones, según algunas estimaciones.
Con sus celulares dotados de todas las funciones casi a precio de costo, Xiaomi pudo dar la batalla contra Apple y Samsung Electronics por el primer puesto en China. En 2014 asestó un duro golpe a Samsung al quitarle cuota de mercado, uno de los factores que obligó a la empresa surcoreana a registrar una fuerte caída en sus ganancias y reconsiderar su estrategia.
Mi Note Pro, el teléfono de alta gama de 64 gigabytes de Xiaomi cuesta en China 2.999 yuanes (US$489 dólares) frente a 6.088 yuanes de un iPhone 6 de 64 gigabytes y los 5.288 yuanes de un Galaxy S6 de 32 gigabytes.
Lei tiene ambiciones globales, como revela su incursión en India: quiere crear la primera marca de consumo china que sea atractiva en el resto del mundo. China, afirma el ejecutivo, ya no es solo un productor de manufacturas masivas y copias baratas. "La misión de Xiaomi", dice, "es cambiar la visión del mundo de los productos chinos".
Esta meta recuerda las preocupaciones de Corea del Sur una generación atrás. Empresas como Samsung utilizaron dispo-sitivos de bajo costo para afianzar marcas globales y quitar cuota de mercado a los fabricantes japoneses de electrónicos, que habían hecho lo mismo años antes con las firmas estadounidenses.
A mediados de 2011, Xiaomi lanzó su primer smartphone. En el primer trimestre 2015, tenía 13,7% del mercado chino, justo detrás de Apple (14,7%), según IDC, firma de investigación de mercado. La compañía dice que el año pasado sus ventas crecieron más del doble, llegando a 61 millones de teléfonos, y que este año espera vender 100 millones de unidades.
No obstante, Lei tiene todavía que demostrar que el modelo de negocio que implementó en China puede replicarse en otros países. La firma no da información sobre sus ventas en el exterior. IDC estima que el año pasado representaron aproximadamente 8,6% de sus envíos.
Al igual que muchas compañías de tecnología, Xiaomi contrata otras firmas para fabricar sus productos. Su inventario incluye televisores, routers y pulseras inteligentes de diseño propio. Xiaomi ha invertido también en una variada lista de nuevas empresas que fabrican desde purificadores de aire hasta los vehículos Segway.
La meta de Lei es conseguir clientes con teléfonos baratos y luego venderles servicios de Internet más rentables, como juegos, aplicaciones, videos, servicios financieros y contenidos con publicidad. Por ahora, los teléfonos son sus productos más exitosos, con especificaciones similares a los iPhones de Apple y la línea Galaxy de Samsung, pero con precios casi de costo.
Xiaomi tiene bajos costos de comercialización porque se concentra en cultivar una base de seguidores en lugar de gastar en publicidad. Periódicamente organiza fiestas en una ciudad diferente, donde los ejecutivos se reúnen con los fans y les dan regalos. Tiene un ejército de empleados para interactuar con los consumidores en las redes sociales y vende la mayoría de sus teléfonos vía Internet, eliminando así el margen de intermediación minoristas.
En la India, donde la mayoría de los consumidores compra en tiendas físicas, Lei cambió su enfoque y llegó a un acuerdo con canales minoristas tradicionales. Espera entrar en Brasil este año, pero advierte que ingresará con cautela en otros países luego de llegar a la conclusión de que necesita tiempo para crecer en los mercados donde ya está, como Singapur y otros países del sudeste asiático. Xiaomi dice que no tiene planes inmediatos para vender teléfonos en EE.UU.
Hijo de maestros de escuela en la provincia de Hubei, en la región central de China, Lei se inspiró para ser empresario después de leer sobre el cofundador de Apple, Steve Jobs. En la universidad provincial de Wuhan, los estudiantes sólo tenían cuatro horas por semana de acceso a computadoras. El empresario dice que se colaba para tener tiempo extra y que practicaba en un teclado simulado en papel. Al salir de la universidad, fundó una nueva empresa de software con compañeros de clase.
En 1992 se unió a una empresa de software, Kingsoft, y a los cinco años era su presidente ejecutivo.
En abril de 2010 fundó Xiaomi con Bin Lin, un ex ejecutivo de GoogleInc. y Microsoft Corp. El nombre significa mijo, un cereal que es un ingrediente básico, nutritivo y barato, de la dieta china.
Al principio, Xiaomi diseñó su propio software, una interfaz de usuario de smartphone que funcionaba con el sistema operativo Android de Google. Luego usó crowdsourcing en línea entre sus seguidores para desarrollarlo. Los ingenieros de Xiaomi diseñaron el hardware y la firma contrató algunos de los mismos proveedores de Apple.
Xiaomi presentó su teléfono en agosto de 2011. Su precio era de 1.999 yuanes, menos de la mitad que un iPhone 4 de 16 gigabytes. Apple y Samsung declinaron hacer comentarios para este artículo.
En 2012, con su segundo modelo, las ventas superaron los siete millones de teléfonos.
Xiaomi carece de las carteras de patentes que sus rivales utilizan para defenderse de demandas judiciales. La sueca Ericsson la ha demandado en India, alegando que los teléfonos de la empresa china infringen sus patentes inalámbricas. Ericsson dice que sólo lo hizo "como último recurso" cuando Xiaomi —que se niega a comentar sobre el caso— no respondió a los intentos de discutir la concesión de licencias.
La empresa no revela detalles financieros, pero afirma que es rentable. Fuentes cercanas a sus operaciones sostienen que tiene márgenes de ganancias saludables en productos periféricos tales como baterías y audífonos, que ayudan a compensar los estrechos márgenes de los teléfonos.
Algunos analistas predicen que las ventas de Xiaomi en China se estabilizarán este año gracias a la competencia de quienes imitan su modelo. Lenovo y Huawei ya producen teléfonos inteligentes dirigidos a usuarios jóvenes y los venden en línea, igual que Xiaomi. "Se trata simplemente de un modelo en línea", dice el presidente ejecutivo de Lenovo, Yang Yuanqing. "Ahora todo el mundo sabe cómo hacerlo".
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