Xbox Series S: probamos la otra consola de videojuegos de Microsoft
La Xbox Series S es menos poderosa que la Series X o la PlayStation 5, pero tiene un precio que la hace más accesible para el bolsillo argentino
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La nueva generación de consolas de videojuegos se afianza en todo el mundo, con las Xbox Series X|S de Microsoft, y con la PlayStation 5; Sony reportó haber vendido diez millones de PS5 hace algunas semanas. Y es que, como bien sabemos, subirse al tren de las consolas de nueva generación en una etapa temprana nos asegura 6 o 7 años de poder correr los últimos juegos que son lanzados.
Mientras que Playstation optó por lanzar una sola consola que viene en versiones con o sin lectora de Blu-ray, Microsoft presentó dos consolas diferenciadas, y que apuntan a diferentes públicos. Por un lado, la consola su consola mas potente, la Xbox Series X (que revisamos aquí); por otro, la Xbox Series S, una consola de videojuegos que tiene mucho potencial en la región y especialmente en nuestro país, principalmente por una particularidad: su menor precio, que la hace más accesible que las otras dos.
Una consola de nueva generación a bajo costo
Los precios en la Argentina de la Xbox Series S rondan los $80.000 y pueden llegar hasta los $89.000 (también se consiguen combos con dos mandos y la tarjeta de expansión de memoria). Dicho esto, me llamó la atención su precio acomodado, más aún teniendo en cuenta que solo cuesta un poco más que una Playstation 4 Pro, una consola de generación anterior, que ronda los $75.000 en Mercado Libre. Como comparación, una Series X ronda los 160.000 pesos, mientras que la PlayStation 5 tiene un precio local de 170.000 pesos o más.
En relación con lo anterior, según Ignacio Bergallo, gerente general de Xbox Latinoamérica de países de habla hispana, “la Xbox Series S es la consola ideal para el gamer argentino por su combinación de rendimiento, calidad, retrocompatibilidad y precio. Además, para aquellas personas que nunca se compraron una consola, esta es la mejor puerta de entrada al mundo Xbox. En ese sentido, en los próximos meses, seguiremos trabajando para que cada usuario cuente con la mejor tecnología a la hora de jugar. Desde Xbox Game Pass en PC hasta controles y auriculares inalámbricos”.
Primer contacto
Al recibir la caja con la consola, la dinámica de unboxing resultó interesante y placentera. Al abrir la caja, encontramos una faja que nos da la bienvenida al mundo Xbox. También encontramos un pequeño folleto que nos explica en cuatro simples pasos cómo conectar la consola y sincronizar el control.
Retirado eso, la consola de color blanco (característico de la Serie S) se encuentra en el centro de la caja. Al retirarla noté lo que adelantaban las fotografías y videos: es diminuta en comparación con la Series X y la Playstation 5.
En otro compartimento, se encuentra el cable HDMI para conectar la consola al televisor y el cable de corriente; además del mando (también de color blanco) que venía en el kit.
Experiencia de uso
Conectar la consola y ponerla en funcionamiento requiere de solo unos minutos. Si no tenemos cuenta de Xbox, habrá que crear una y elegir un avatar.
Luego del primer inicio, tuvimos que actualizar el sistema, cuestión que tardó algunos minutos. El menú principal es, claramente, el mismo que en Series X y Xbox One. Esto es positivo, porque la curva de aprendizaje será inexistente si migramos de la generación anterior de Xbox.
Claramente, para lograr el precio al que se consigue la consola, se han realizado recortes en sus características técnicas con respecto a lo que ofrece la consola más potente de la marca, la Series X. Lo bueno es que el procesador es el mismo que en su hermana mayor: la Series S monta un micro con arquitectura Zen 2 de AMD fabricado en 7 nm; se trata de un procesador de ocho núcleos que trabaja a una frecuencia de 3,6 GHz, un poco menos que los 3,8 GHz que alcanza la Series X. Acompañando al procesador se encuentran 10 GB de RAM y una placa que llega a los 4 TFLOPS (bastante menos a los 12 TFLOPS de la Series X).
Con esta configuración, la Series S permite correr juegos de nueva generación en una resolución máxima de 1440p y a un máximo de 120 fotogramas por segundo (claro que no todos los juegos pueden correr a estos FPS). Si bien no llega a ofrecer resolución 4K (para eso está la Series X), los juegos que probamos tuvieron un excelente desempeño.
En este punto hay dos cosas que son importantes aclarar: la Series S se posiciona como una buena opción para quienes no tengan aún un televisor con resolución 4K, o para quienes tienen uno y no llegan a adquirir una consola más cara.
El talón de Aquiles de la consola es el espacio de almacenamiento. Tiene un disco interno de estado sólido (que es rápido y ágil) de 512 GB, pero su espacio útil es de solo 364 GB. Dicho esto, instalamos el simulador Flight Simulator (ocupa 150 GB) y el Gears 5, y ya nos quedamos con poco espacio. En este sentido, viene bien el slot de expansión de memoria que incluye la consola en su parte trasera la consola. Allí se puede instalar una expansión de 1 TB (probamos unos de Seagate aquí) para ampliar la capacidad de almacenamiento de la Series S. Lo bueno de esta alternativa es que la memoria externa está desarrollada con la misma tecnología que la memoria interna, por lo que los tiempos de carga de los juegos serán los mismos. Instalada la memoria externa, pudimos mover los juegos del disco interno hacia el dispositivo en cuestión de minutos, liberando espacio para futuras actualizaciones del sistema.
A la velocidad del SSD
Como decíamos en los párrafos anteriores, la experiencia de uso de la Series S fue fantástica. Carga los juegos en pocos segundos y gracias a su tecnología de trazado de rayos (ray tracing), pudimos disfrutar de los efectos de iluminación que incluyen los últimos títulos. Los juegos que explotan las características de las Series S y X, se encuentran identificados en la tienda de Xbox con un logo que destaca que obtendremos un mejor rendimiento si los jugamos en estas consolas. Este detalle es importante, sobre todo, en los juegos multi generacionales, que también están disponibles en Xbox One.
El primer juego que instalamos fue Flight Simulator, un título con una gran carga gráfica; ideal para probar el potencial de la consola. El desempeño fue el esperado: salvo algunos microcortes al mover la cámara rápidamente mientras sobrevolamos una gran ciudad, no hubo mayores inconvenientes y el juego se pudo disfrutar a pleno.
En la tarjeta de expansión de memoria instalamos el nuevo Back 4 Blood, un frenético shooter de zombies cooperativo en primera persona de los creadores de la aclamada franquicia Left 4 Dead. También disfrutamos de algunos derrapes y aceleramos en las rectas del clásico Forza Horizon 4, uno de los mejores títulos de autos de la actualidad.
Si todo lo anterior les pareció poco, la Xbox Series S tiene un potente socio que la hace un producto más completo: Xbox Game Pass. El servicio de suscripción de juegos de Microsoft ofrece un gran catálogo de títulos de sus estudios y de terceros, incluyendo juegos del servicio EA Play y los juegos exclusivos para Xbox desde el día 1, por un pago mensual de 599 pesos.
Luego de jugar por varias horas, notamos que la Series S disipa muy bien la temperatura. Elegimos utilizarla en forma horizontal; puede ubicarse de forma vertical (tiene unos topes de goma en uno de sus laterales), pero al ser una consola muy delgada no daba sensación de estabilidad y, personalmente, tenía temor que, al menor movimiento de la mesa, caiga sobre una de sus caras.
En conclusión
La Xbox Series S es una excelente consola de nueva generación que se consigue a un precio muy razonable para el mercado local. Mi experiencia de uso fue excelente, tanto en el desempeño con los juegos, como la posibilidad de instalar los últimos títulos del mercado.
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