Wuppertal: así es el tren colgante que lleva 120 años funcionando sin interrupciones (salvo esa vez que un elefante se tiró desde un vagón)
El ferrocarril colgante de Wuppertal, inaugurado en 1901, es una maravilla tecnológica y sigue en funcionamiento tras más de un siglo. Con 13,3 km de recorrido, es un símbolo de la ingeniería alemana y un atractivo turístico único
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El tren colgante de Wuppertal, ubicado en la ciudad alemana del mismo nombre, es el más antiguo de su tipo y lleva en funcionamiento ininterrumpido desde 1901. Con una longitud de 13,3 kilómetros y 20 paradas, se ha convertido en una parte esencial del transporte urbano, con alrededor de 85.000 personas que lo utilizan diariamente. Además, su singularidad y estructura lo han transformado en un atractivo turístico para quienes desean recorrer la ciudad desde una perspectiva aérea.
El origen de este singular proyecto se remonta a la década de 1880, cuando los distritos de Barmen y Elberfeld identificaron la necesidad de mejorar las opciones de movilidad para sus residentes. Tras años de deliberación y evaluación de propuestas, en 1887 se decidió desarrollar el “System Langen”, una idea innovadora para la época. La construcción, que comenzó en 1898, enfrentó desafíos técnicos y pruebas exhaustivas para garantizar su fiabilidad. El 1 de marzo de 1901, finalmente, se abrió al público, generando una afluencia masiva de pasajeros que impulsó la reducción de intervalos entre trenes de 10 a 5 minutos.
Una vista desde el tren colgante de Wuppertal, en 1901 y en 2015
Durante su extensa historia, el tren ha experimentado momentos tanto fascinantes como desafiantes. Las primeras pruebas se llevaron a cabo en un tramo inicial, en el cual se utilizaron vehículos que diferían de los vagones que eventualmente transportarían pasajeros. Sin embargo, una vez en funcionamiento, el ferrocarril colgante de Wuppertal no estuvo exento de obstáculos. Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, varias partes de su estructura resultaron dañadas, incluyendo la sala de vagones de Oberbarmen, afectando seriamente las operaciones. Tras la finalización del conflicto bélico, el servicio se reanudó, y los operadores se fusionaron para formar WSW AG, permitiendo una renovación de la flota en 1950.
La elefanta Tuffi, accidentada pasajera de lujo
Uno de los episodios más curiosos de su historia tuvo lugar en julio de 1950, cuando una elefanta llamada Tuffi subió a bordo como parte de una promoción circense. El animal cayó al río desde 12 metros de altura, pero milagrosamente solo sufrió lesiones menores. Aunque varios periodistas que estaban presentes resultaron heridos, el incidente quedó registrado como una peculiar anécdota en la historia del ferrocarril.
A lo largo de los años, el ferrocarril colgante ha experimentado varias actualizaciones. En la década de 1960 se incorporaron trenes articulados y sistemas de señalización avanzada, y las estaciones se modernizaron. La infraestructura se fue adaptando a las nuevas necesidades, al final mantuvo solo dos de los vagones originales como piezas de museo. En 1999, sufrió uno de sus accidentes más graves cuando un tren se desplomó debido a una pieza metálica olvidada durante unos trabajos de mantenimiento. A pesar de este desafortunado evento, el ferrocarril fue reparado y ha seguido funcionando con estrictas medidas de seguridad.
Actualmente, el tren cuenta con modernas unidades que recorren la ciudad atravesando edificios y siguiendo el cauce del río Wupper. Un viaje completo a lo largo de sus 13,3 kilómetros toma alrededor de 30 minutos y brinda una experiencia única a locales y visitantes. En 1990, el ferrocarril fue declarado monumento histórico, y desde entonces ha sido objeto de constantes renovaciones para preservar su legado. La actualización más reciente se realizó en septiembre de 2024, consolidando su relevancia tanto como medio de transporte eficiente como patrimonio cultural de la ciudad.
El ferrocarril colgante de Wuppertal es un testimonio de la ingeniosidad y resistencia humanas, al haberse mantenido operativo por más de 120 años. Su importancia trasciende el ámbito de la movilidad urbana, ya que también simboliza la capacidad de adaptación y evolución a través del tiempo.