Vuelven las baterías removibles, y un fabricante de celulares no se quiere quedar atrás
La normativa europea exige que para 2027 los dispositivos portátiles como celulares o notebooks ofrezcan un mecanismo para reemplazar la batería en forma casera; según una filtración, Apple ya se encuentra trabajando en un diseño que contempla esto
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La noticia tiene dos fechas, una pasada y una futura. La pasada: el 19 de junio de 2023 la Unión Europea aprobó una nueva normativa que apuesta a reducir la basura electrónica y a extender la vida útil de los aparatos que usamos a diario. ¿Cómo? Europa obliga a los fabricantes que quieran vender equipos en su territorio a “diseñar baterías portátiles en dispositivos de tal forma que los consumidores puedan extraerlas y reemplazarlas fácilmente y por su cuenta”. El texto habla de baterías de todo tipo: desde monopatines o autos eléctricos a teléfonos celulares.
Una segunda propuesta publicada entonces exigía, además, que los dispositivos que se vendan en Europa deben sobrevivir caídas accidentales, estar protegidos contra el polvo y el agua, y tener baterías que puedan completar al menos 800 ciclos de carga y descarga de electricidad manteniendo al menos el 80 por ciento de su capacidad inicial. También dispone la obligatoriedad de que los fabricantes ofrezcan piezas que permitan la reparación de los equipos hasta 7 años después de que deje de venderse en Europa, y actualizaciones del sistema operativo por al menos cinco años después de que comenzó la venta de ese smartphone o tableta (algo que Apple ya hace por su cuenta; los fabricantes de Android en general están en tres o cuatro años).
Pero volvamos a las baterías: ofrecer un dispositivo en el que la batería se puede cambiar es lógicamente atractivo para cualquier usuario, que no tiene que llevarlo al servicio técnico cuando la batería comienza a fallar, y nos retrotrae a cómo era el mundo de los celulares hace 15 años, o el de las notebooks un poco más recientemente (sí, hay muchas notebooks en las que hoy, para cambiar la batería, hay que desarmarla).
Para los fabricantes, en cambio, es más problemático: los diseños actuales de dispositivos están hechos de tal manera que para cambiar la batería hay que desarmar todo el equipo, apelando a herramientas especiales y a cierta pericia para evitar, por ejemplo, dañar la pantalla del teléfono. iFixit, el sitio especializado en arreglos de electrónica, le pone puntaje a los dispositivos según un índice que muestra el grado de reparabilidad. El motivo principal en estos diseños está en aprovechar cada centímetro cúbico del equipo; más pegados están, menos chances de que el equipo se abra, menos espacio hay que reservar para conectores, elementos desmontables o protecciones.
Si la batería se puede cambiar, por ejemplo, habrá que agregar una tapa con algún sistema de enganche para mantenerla fija al resto del equipo; y una separación entre la batería y el resto del dispositivo, por ejemplo. No es imposible, por supuesto: el fabricante de celulares Fairphone lo hace desde el primer modelo, precisamente para permitir el reemplazo de la batería y otras piezas, pero eso lo obligó a elegir otro diseño, algo más grueso, como alternativa a los celulares cerrados, con un cuerpo de cristal, acero o plástico, y un perfil cada vez más delgado.
La fecha futura que involucra a esta noticia es 2027, el año en el que este requerimiento de baterías removibles será obligatorio para todo tipo de dispositivos. Un fabricante, parece, ya está trabajando para adaptar sus diseños a esta normativa nueva (que aunque es solo para Europa tiene, por el tamaño del mercado europeo, un impacto global): se trata de Apple, que ya sufrió en carne propia otra obligación europea de hace unos años (y que la obligó a unificar su tecnología de conexión al USB-C, como trae el iPhone 15, en detrimento del conector propietario Lightning que venía usando desde 2012).
Al menos, eso indican los rumores que esta semana sugieren que el próximo iPhone usará un recubrimiento de acero para sus baterías, lo que además de permitirle una mayor capacidad (hasta un 10 por ciento más, según los rumores) facilitará su reemplazo; no está claro si será tan sencillo como sacar una tapa a la vieja usanza, o requerirá algo un poco más complejo, que no la obligue a descartar sus últimos diseños, pero que a la vez cumpla con la normativa europea, que dice que el usuario debe ser capaz de cambiar la batería por su cuenta, algo que idealmente no sucederá más que una o dos veces en la vida del equipo.
Para Apple el tema de la batería no es menor: ya tuvo juicios por ralentizar la velocidad del procesador del iPhone cuando la batería comienza a perder capacidad; lo hizo para privilegiar la estabilidad del equipo (un síntoma clásico de una batería que falla es que el teléfono se reinicie espontáneamente, porque no recibe toda la energía que necesita), pero le costó encontronazos con la Justicia, dinero y tener que cambiar la política de cambio de baterías en los equipos.
Paralelo a esto, por supuesto, hay otra carrera: la de lograr fabricar baterías cuya capacidad no se degrade con el uso, como sucede ahora; no tiene que ver con reemplazar el litio de las baterías actuales por sodio (aunque eso también está en desarrollo, ya que el sodio es más barato y no se prende fuego como el litio), sino con cambiar el funcionamiento interno para evitar esa caída de autonomía que es la razón por la que terminamos queriendo cambiar la batería del celular o la notebook; en el futuro, quizá, usaremos baterías nucleares como la que presentó Betavolt en China a principios de este año, y que entrega energía sin descanso por 50 años. Sería una solución fantástica, pero por ahora debe demostrar su viabilidad y confiabilidad.
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