En 2008, Eric Migicovsky y sus amigos tuvieron una idea: sacar al reloj pulsera de la modorra en la que vivía hacía décadas y traerlo a la era del iPhone, como un año antes había hecho el propio iPhone con los celulares convencionales. 15 años después vuelven a la carga, con la misma plataforma y la misma intención: crear un reloj minimalista, discreto, que nos brinde información en una ubicación conveniente, pero que no se transforme en otra fuente de interrupciones.