Está en Costa Rica y emplea a 3000 trabajadores de manera directa; desde 2020 despachó 35 millones de chips del modelo Xeon, lo que representa la mitad de la producción global del segmento
- 4 minutos de lectura'
“El negocio de los semiconductores es tan importante en nuestra época como lo fue el petróleo en el siglo pasado”, fue una de las frases más resonantes de Gisselle Ruiz Lanza, directora general de Intel para América latina, durante la bienvenida a la planta de ensamble de procesadores que el fabricante tiene en Costa Rica. Está dedicada exclusivamente a los cerebros electrónicos Xeon, para servidores y centros de datos, por lo que sus potenciales clientes son los colosos del cómputo y la nube, como Facebook y Google.
La fábrica emplea a más de 3000 trabajadores de manera directa y, para Intel, es la más importante del continente. Aquí se realiza el testeo y manufactura, y recibe productos sin ensamblar de otras fábricas de la compañía (como la de Israel que también tuvimos la posibilidad de visitar) y desde 2020 se ensamblaron aquí 35 millones de procesadores Xeon en esta planta, lo que representa la mitad de la producción global de la empresa en este segmento.
Así nace un microprocesador
Para ingresar a la zona de producción hay que pasar a un área limpia, cambiarse, ponerse un mameluco, guantes, antiparras y cubrir el calzado. Mientras los asistentes reparten toallas desmaquillantes (hay que quitárselo, porque volatiliza y el lugar debe estar libre de polvo), pasamos por un control de descarga a tierra. Este lugar tiene un protocolo de menos de 100.000 partículas de polvo por pie cúbico. Más allá de un cristal, sin embargo, vemos el área en donde los empleados trabajan con todo el cuerpo protegido en un ambiente con menos de 10.000 partículas por pie cubico. Una sola mota de polvo dañaría estos circuitos increíblemente miniaturizados.
En un sector de la planta se lavan y secan las placas de silicio y se vuelven a lavar y secar al soldar cada una de las partes del procesador. En la oblea de silicio se realizan soldaduras de las distintas partes y luego pasa por una inspección microscópica robotizada y, para finalizar, hay una última revisión manual. Terminado el producto, se testea procesador por procesador para determinar su velocidad y cantidad de núcleos que quedaron funcionando. Según estas pruebas, se clasifica y se envía al centro de distribución. En medio del proceso también se hacen todo tipo de testeos de rutina, como temperatura, aceleración y estrés de los CPU.
Cabe destacar que la planta utiliza en un 99% energías limpias y renovables.
En uno de los puntos dentro de nuestra recorrida nos mostraron módulos de procesadores recién ensamblados y conectados a internet en los cuales ingenieros de la empresa ubicados en diferentes partes del mundo pueden iniciar sesión y realizar todo tipo de pruebas.
En otra área, tienen conectados a internet plataformas más antiguas (la más vieja funciona con un procesador Intel de hace 13 años) en donde se les da soporte a largo plazo a los clientes. A dichas estaciones de trabajo, pueden conectarse los clientes que requieran realizar pruebas en determinados equipos para probar actualizaciones, rendimientos, entre otras cosas.
Se prevé que la inteligencia artificial se convertirá en un negocio de 1 billón de dólares para 2025. Si a eso le sumamos la computación ubicua, la necesidad de servidores por parte de las empresas que ofrecen servicios, las ciudades inteligentes y las plataformas de entretenimiento digital, no es raro entender por qué el futuro es promisorio para el sector. Pat Gelsinger, CEO de la compañía, llamó a este fenómeno “silieconomía” o economía del silicio. La competencia es, previsiblemente, feroz.
Ruiz Lanza sostiene: “Todo lo que es digital tiene como base el silicio, es por eso que la economía del silicio tiene un impacto enorme en nuestra vida actual. Es una industria que impulsa más de 500.000 millones de dólares, que a su vez impacta en una economía digital que está valorada en 8 billones de dólares. Eso representa el 15% de la economía tech del mundo. La silieconomía es una economía en plena expansión que tiene un papel enorme en nuestro presente y será determinante en nuestro futuro. Los semiconductores definen hoy la geopolítica; entonces, con este nuevo concepto de silieconomía, creemos que la inteligencia artificial tendrá un impacto tan grande en los años venideros que llevará a nuestra compañía al próximo nivel”, aseguró la directora de la empresa.