Usan una impresora 3D para crear válvulas aórticas para chicos en la Argentina
Ignacio Lugones es cirujano cardiovascular pediátrico en el Hospital Pedro Elizalde. Junto con su hermano Germán, físico, diseñaron una solución para los niños con valvulopatía aórtica, que genera problemas entre el ventrículo izquierdo y la aorta. En un corazón normal, la válvula debería abrirse cuando el corazón se contrae (y envía la sangre) y se debería cerrar cuando se relaja. Pero si se cierra mal, provoca lo que se conoce como una insuficiencia cardíaca. Cuando no abre bien, se provoca la estenosis.
Para los adultos suele haber soluciones para esas válvulas, explica Lugones. "Aunque no son del todo óptimas, son efectivas", explica. Requieren, por ejemplo, que se acompañe la operación con un tratamiento posterior de anticoagulantes. "El problema en los chicos es que no hay opciones. No se hacen en tamaños pequeños porque rápidamente van a quedar chicas a medida que crecen. Entonces lo que se hace es darle medicación para que aguanten hasta que sean adultos y puedan colocarle algunas de las opciones disponibles. Se suele esperar a ver si sobreviven a la etapa en la que pueden ser tratados, y suele ser demasiado tarde. Por eso nació mi proyecto hace dos años".
Buscar otra mirada para arreglar corazones
Una noche, mientras charlaba con su hermano, profesional de la física, empezaron a soñar con una válvula que solucione estos problemas. Juntos, analizaron detalles matemáticos y geométricos, confeccionaron y testearon su invento, y hasta lo probaron en una operación animal junto al cirujano cardiovascular veterinario Martín Marcos.
La opción que encontraron es utilizar el pericardio ("una especie de bolsa que recubre el corazón", aclara Lugones), que según pudieron verificar (tras pruebas hogareñas primero, y en chanchos después) también -además de otros usos médicos- se puede utilizar para reparar las válvulas. Y tampoco afecta el crecimiento de la arteria: "Cuando crecen entonces podemos buscar otra opción, pero le damos la solución inmediata que el paciente necesitaba y cuyas opciones no abundaban", explica el cirujano cardiovascular.
Durante dos años, los hermanos Lugones trabajaron en moldes con distintos cálculos geométricos para adaptar cada compuerta de la válvula, que a la vez depende de la forma de la arteria. Gracias a la tecnología de impresión 3D, estandarizaron la confección de las válvulas. Para utilizar esta tecnología, acudieron al equipo del Laboratorio Tecnológico de la Ciudad. Allí, expertos lo ayudaron a optimizar el desarrollo y a diseñarlo. "La válvula se construye con el propio material del individuo, lo que imprimimos en 3D son moldes con marcadores para la colocación de las suturas y la triple corona donde va colocada la válvula. El proceso de construcción fue ocurriendo en etapas, que integraron diferentes componentes de la cadena de producción. Así se pueden ver las mejoras que puede producir la ingeniería en las personas", cuenta el cirujano.
A un año del primer paciente operado
El 28 de agosto pasado, se cumplió un año de la intervención de su primer paciente. "Hoy juega al fútbol y no toma ningún anticoagulante", señala. "Teníamos a un chico con una válvula aórtica muy enferma. Las opciones eran escasas. Y el final fue extremadamente feliz, porque pudimos hacerle la válvula. Se fue a la casa después de siete días internado y sigue funcionando perfecto, tras un año de seguimiento", explicó Lugones.
En total, ya fueron 9 los que pasaron por sus manos. "La matemática y la física subyacen a todo", cuenta orgulloso. Lugones viaja por todo el mundo para contar su proyecto. Lidera, además, 3 estudios internacionales de investigación sobre este tema. "Esto no tiene sentido si solo queda en mi cabeza. La idea es que puedan utilizarlo en todas partes", argumenta. Pero sabe lo que falta: "Esto recién empieza". Y tiene razón: parece ser un invento de esos que no tienen techo ni, claro, fronteras.