Una parte clave de tu próxima computadora será soluble en agua, pero por una buena causa
Comienzan las primeras pruebas comercial para usar fibras vegetales en reemplazo del sustrato que se usa para soldar componentes en una computadora; esto permitirá recuperar metales para reciclarlos, y reducir la basura que genera la industria electrónica
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Una parte fundamental de tu próxima computadora será soluble en agua, una característica que permitirá reducir la basura electrónica (es decir, las toneladas de computadoras en desuso que se acumulan año a año en todo el planeta) y al mismo tiempo recuperar los metales que se usan para construir componentes clave.
Todo esto, claro, si se populariza la decisión de la firma alemana Infineon (un gigante de la electrónica) que adoptará una tecnología de otra compañía, Jiva Materials, que fabrica motherboards hechos con fibras solubles al agua caliente. El motherboard, o PCB, es esa plancha de plástico, usualmente verde, en la que se sueldan los diferentes componentes de una computadora (los chips) y que tiene unos caminitos metálicos que los unen entre sí.
Esos caminitos están hechos de diferentes aleaciones de metal (con oro, cobre, cobalto y estaño como los principales), y recuperarlos sería una excelente manera de reutilizarlos para fabricar nuevos componentes, sin tener que seguir minando los metales. Pero hasta ahora no había métodos eficientes para recuperar esos gramos de metal a bajo costo.
Cuando tu computadora hierve
La solución de Jiva Materials, Soluboard, es fabricar la placa en la que se fijan los chips y las conexiones con un material hecho de fibras vegetales y un polímero que les da firmeza, y que se disuelve en unos minutos cuando se sumerge en agua caliente: el resultado es un líquido compostable (el agua con las fibras) y el esqueleto de metal (como esas esculturas de sistema circulatorio humano), que se puede reutilizar.
Según los fundadores de la compañía, usar esta técnica en vez del PCB convencional reduce en un 60% las emisiones de carbono relacionadas con la fabricación de este componente. Y es resistente a la humedad ambiente, por lo que no hay peligro (en teoría) de que con el paso de tiempo se debilite.
Robots y bacterias, las alternativas
Esta idea permite recuperar una parte clave de las computadoras, mientras otros elementos (las carcasas de plástico o metal, el vidrio de la pantalla) se destinan a procesos de reciclado convencionales. Y a futuro podría facilitar, o hacer más eficiente, el trabajo de robots desarma celulares como Daisy, el equipo “rompe iPhone” que Apple tiene trabajando hace años, y que se encarga de desarmar teléfonos viejos en sus partes más pequeñas para reciclar sus materiales; usar un motherboard que no deja rastro sería un saludable paso en el mismo camino.
No es la única técnica: en los últimos años han aparecido otros métodos experimentales para disponer de los diversos componentes de un dispositivo electrónico (y acá hay que pensar también en celulares, notebooks, televisores, impresoras, parlantes portátiles, consolas, etcétera). Por ejemplo, hace unos años investigadores de la Universidad de La Plata desarrollaron una pintura antifúngica y antibacteriana a partir de la recuperación de óxido de zinc de pilas alcalinas usadas. También mostraron cómo recuperar el grafito de las baterías. Otros métodos consisten en incinerar los teléfonos para quemar el plástico y recuperar el metal, pero es un proceso poco eficiente. En Europa también están probando usar unas bacterias que producen un líquido que se “come” el metal de los dispositivos electrónicos, un proceso llamado biolixiviación.
Según el Foro Económico Mundial, se producen más de 50 millones de toneladas de basura electrónica cada año. En la Argentina se tiran a la basura 465.000 toneladas de dispositivos electrónicos al año, algo más de 10 kg por persona por año. La mayoría no se recicla: el 17,4% de los desechos electrónicos se transforma en otra cosa, según datos del último informe global del E-Waste Monitor, de 2020. El grueso se guarda en hogares o termina en basurales comunes. En la Argentina, esto se da en parte porque no hay un método fácil para procesarlos: hay compañías que se dedican a esto (el llamado scraping), pero esperan una ley que regule a nivel país la disposición de residuos electrónicos; en 2012, un proyecto que tenía media sanción en el Senado perdió estado parlamentario al no ser tratado en Diputados.
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