Una nueva regla en Europa obligará a mejorar la vida útil de las baterías de los celulares y a facilitar su reparación con la venta de piezas de repuesto
El Parlamento Europeo aprobó una regla para el reemplazo y disposición de las baterías en los dispositivos electrónicos, y exigirá mejoras en el diseño de los teléfonos, la vida útil de las baterías, y la disponibilidad de piezas de repuesto para los próximos modelos; aunque en lo legal está limitada a Europa, la normativa tendrá un impacto global
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El miércoles, el Parlamento Europeo aprobó nuevas reglas para el diseño, producción y manejo como basura de todas las baterías que se vendan en la Unión Europea. La intención es reducir el impacto que la basura electrónica tiene en la eurozona, y es una de tantas medidas que se vienen aprobando en los últimos años. Por ejemplo, la decisión de unificar los conectores de carga en el USB-C, que comenzará a regir el año próximo, va en el mismo sentido: no obligar a cada fabricante a incluir un cargador propietario, para reducir así la multiplicidad de cargadores en cada casa.
Esa decisión obligará a Apple a fabricar un iPhone con puerto USB-C en vez del tradicional Lightning, y hacer lo mismo con notebooks, parlantes y todo tipo de dispositivos, y tendrá un impacto global, por el tamaño del mercado europeo.
La norma aprobada esta semana tendrá un impacto similar, porque modifica cómo deben tratarse las baterías de todo tipo de dispositivos que se vendan en el continente. En lo que refiere a los smartphones y tabletas, tal como publicó hoy, la idea es propiciar la participación de la industria de los teléfonos móviles en la economía circular (en breve, mejorar la vida útil de cualquier dispositivo, y reciclar sus componentes cuando ya no sirve más).
Tal como define la norma publicada el miércoles, Europa obliga a los fabricantes a “diseñar baterías portátiles en dispositivos de tal forma que los consumidores puedan extraerlas y reemplazarlas fácilmente y por su cuenta”. El texto habla de baterías de todo tipo (de monopatines o autos eléctricos, por ejemplo) y parece tener en mente más las pilas clásicas que las de los smartphones, pero es suficientemente ambiguo como para incluirlas.
El diablo está en los detalles, y estos se conocerán en unos días cuando se publique el texto definitivo de la ley; en general, la prensa española especializada lo toma como indicativo de que efectivamente vuelven los teléfonos con baterías extraíbles, o al menos con un diseño que facilita su reemplazo. Si esto efectivamente es así, implicará, primero, un beneficio: el recambio sencillo de una batería, sea porque momentáneamente se agotó o porque está vieja y comienza a afectar el buen funcionamiento del aparato. Y, claro, una contra: diseñar un teléfono o tableta en el que sea fácil sacar la batería requiere equipos que permitan quitar la tapa trasera sin usar herramientas (lo que suele hacerlos más gruesos), se pierde su estanqueidad, etcétera.
La Comisión Europea publicó hoy una propuesta adicional, que es menos extrema: según el comunicado, está en discusión un reglamento de “etiquetado energético” que obligaría a que los celulares y tabletas que se vendan en Europa muestren “información sobre su eficiencia energética, duración de la batería, protección contra el polvo y el agua, y resistencia a caídas accidentales”. También deberá mostrar un puntaje de reparabilidad, similar al que usan plataformas como iFixit, y en el que usualmente todos los celulares sacan bajísimas notas, ya que es difícil reparar una parte de un smartphone moderno sin tener que cambiar medio teléfono (con el riesgo de romper la tapa de cristal, por ejemplo).
Esto tiene un objetivo: hacer que el teléfono sea lo más compacto posible, con partes que muchas veces están pegadas unas a otras, y a las que solo se puede acceder poniendo en riesgo al resto. El caso opuesto, claro, es el fabricante europeo de smartphones Fairphone, que apuesta por la reparabilidad total desde su diseño, con partes que se reemplazan con apenas un destornillador y algo de paciencia. Y paga el costo: el teléfono es, por ejemplo, un poco más grueso que los más modernos, la tapa trasera es de plástico, etcétera.
La propuesta publicada hoy, además, considera que los dispositivos que se vendan en Europa deben sobrevivir caídas accidentales, estar protegidos contra el polvo y el agua, y tener baterías que puedan completar al menos 800 ciclos de carga y descarga de electricidad manteniendo al menos el 80 por ciento de su capacidad inicial. También dispone la obligatoriedad de que los fabricantes ofrezcan piezas que permitan la reparación de los equipos hasta 7 años después de que deje de venderse en Europa, y actualizaciones del sistema operativo por al menos cinco años después de que comenzó la venta de ese smartphone o tableta (algo que Apple ya hace por su cuenta; los fabricantes de Android en general están en tres o cuatro años).
Falta, por supuesto, que esta propuesta sea discutida en los próximos dos meses y luego aprobada si no hay objeciones; pero más allá de que sea una regulación para Europa, para los fabricantes de equipos tendrá más sentido cumplir con ella en todos sus modelos de venta global que hacer versiones diferentes para una u otra región, por lo que será beneficioso también para nosotros; no sería raro, además, que otros países sigan el ejemplo de Europa con requerimientos similares, como hicieron Brasil e India luego de que la Unión Europea definiera al USB-C como nuevo estándar universal de carga de dispositivos.
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