Un salto de fe hacia lo que estaba por venir
Vista en perspectiva, la historia de Blender, el programa de diseño 3D nacido de la mano de Ton Roosendaal, parece de lo más normal. Eso, hoy. Pero esta obra maestra, que el 2 de este mes cumplió oficialmente un cuarto de siglo, dio una serie de pasos que en el momento eran locos, pioneros, disruptivos, precursores y fundacionales.
Por ejemplo, en una época en la que el crowdfunding e Indiegogo eran rarezas recién llegadas y faltaban siete años para que apareciera Kickstarter, Roosendaal realizó una campaña masiva de recolección de fondos para salvar su software de la extinción; se lo considera un pionero en esta práctica. Para que tal campaña resultara tan exitosa (más sobre esto enseguida), había dado otro paso previo, el de ofrecer Blender sin cargo a quien quisiera usarlo. Esta movida, a su vez, apresuró las mejoras del software, gracias a las sugerencias y observaciones de la comunidad que se aglutinó en torno a su proyecto. Todo muy normal para los estándares actuales. Pero estuve ahí y puedo dar testimonio de la incredulidad que cada uno de estos pasos inspiró.
Una accidentada biografía
En 1995, el estudio NeoGeo, de los Países Bajos, empezó a utilizar una herramienta de diseño 3D desarrollada internamente por uno de sus fundadores, Ton Roosendaal. Los primeros bocetos y líneas de código de ese software, al que llamaron Blender, se remontaban a la Navidad de 1993. El 2 de enero de 1994 el programa corría por primera vez, en su forma más elemental, en la pantalla de la SGI Indigo 2 de Roosendaal; se estableció ese día como la fecha oficial de su nacimiento. Los orígenes de Blender pueden todavía remontarse a otro programa, llamado Traces, que Roosendaal había desarrollado en una Commodore Amiga entre 1987 y 1991.
Quince meses después, Blender se convirtió en la herramienta principal de NeoGeo. Pero al estudio no le fue bien y sus miembros se desbandaron. En 1998 Roosendaal fundó NaN (Not a Number, en computación) para continuar el desarrollo de Blender, que empezó a distribuir como shareware; es decir, gratis, pero con limitaciones. Para disponer de todas las funciones, había que pagar 90 dólares. Era nada, en comparación con lo que costaban los programas de 3D tradicionales. Pero el 21 de junio de 2000 NaN descartó esta opción y lo empezó a ofrecer completamente gratis.
Sin embargo, el furor por Blender no se tradujo en rentabilidad y NaN quebró en 2002. El código fuente del software, que ahora usábamos decenas de miles de personas, quedó en manos de los acreedores. El código fuente (o las fuentes) es lo que escriben los programadores, el ADN de un programa.
Legalmente, había perdido todo control sobre su propia creación. Así que, perdido por perdido, Roosendaal lanzó una campaña de recaudación de fondos a la que denominó Free Blender. Su plan era reunir los 100.000 euros que los acreedores solicitaban por el código fuente y registrar Blender como software libre bajo la Licencia Pública General (GPL, la misma que había usado en 1991 Linus Torvalds para divulgar su núcleo de Linux).
Recuerdo que se dijeron todas las sandeces que era esperable oír en 2002 frente a tamaña quijotada. Que Ton iba a fugarse con el dinero. Que nadie iba a poner un centavo. Pero ocurrió todo lo contrario. En siete semanas, Roosendaal tenía los 100.000 euros, compró las fuentes, las registró como GPL y fundó la Blender Foundation. Diecisiete años más tarde –y a 25 de su nacimiento–, Blender es una prodigiosa pieza de software que usan desde la NASA hasta Hollywood. Por ejemplo, los storyboards y previsualizaciones de las animaciones de Spider-Man 2 fueron creadas con Blender. En Capitán América: Soldado de Invierno se lo usó para la previsualización de los efectos. Next Gen, una producción de Netflix que se estrenó en septiembre, fue creada íntegramente con Blender. La película francesa Viernes u otro día fue la primer largometraje filmado en 35 mm que empleó el software de Roosendaal para todos sus efectos especiales. Esto, además de los films creados de Open Projects. Quizás no haga falta aclararlo, pero, por si acaso, Blender es gratis.
Magia para millones
En 2002, cuando todo parecía perdido, Blender iba por la versión 2.2. Hoy ya está disponible una edición preliminar de la 2.8, que traerá una serie de cambios y mejoras radicales. Es un hito en su historia y estamos todos felices con eso, pero cuesta ponerse en julio de 2002, cuando Roosendaal lanzó su campaña de crowdfunding. Por entonces no existían las redes sociales (aunque Linux, Blender y otros proyectos colaborativos eran, de cierto modo, redes sociales). Solo en diciembre de ese año saldría LinkedIn. Facebook y Twitter estaban a cuatro años de distancia. El iPhone aparecería un lustro después.
Le pregunté A Roosendaal por mail en qué se había convertido Blender en estos años, desde aquella decisión loca, casi seguramente condenada al fracaso, de iniciar la campaña de recaudación y registrar Blender como software libre. Pero prefirió que otros digan en qué devino aquél documento original de diseño de la Navidad de 1993 y las primeras líneas de código funcionales. Dediqué los párrafos anteriores precisamente a eso.
En cambio, Roosendaal me respondió: "Para mí, Blender nunca está terminado, y eso se debe a que es una herramienta que sirve a un propósito, crear 3D. Es la magia de producir películas, animación, diseño, modelos para impresoras 3D, juegos. Eso es lo que contaba 25 años atrás, y es lo que sigue contando. El hecho de que Blender le lleve esta magia a millones de artistas me hace sentir increíblemente orgulloso. Pero lo que realmente me motiva es hacer cosas (posibles) con Blender."
Pese a su modestia, Roosendaal desliza un dato clave. De aquél puñado de entusiastas del principio, que luego fueron miles y contribuyeron a salvar el código fuente, la comunidad de Blender creció hasta alcanzar millones y se transformó en una potencia dentro de la industria del diseño y animación 3D.
Según la lógica antigua, mecanicista, analógica, las fuentes del programa de Roosendaal tendrían que haber terminado en un cajón o en manos de alguna compañía privada que, tal vez, podría haberlo convertido en algo valioso o, tal vez, no (como ocurrió con muchos proyectos que cayeron en desgracia). Al rescatar el código y registrarlo como GPL, Roosendaal daba un salto al vacío, hacia una lógica diferente que, sin embargo, resultaría la correcta. Como Richard Stallman, que fundó todo esto, y Linus Torvalds, Ton Roosendaal es hoy una figura icónica, un gurú del 3D y uno de los primeros que vio lo que se venía.
La versión estable de Blender, la 2.79b, puede descargarse aquí.
La versión beta de el nuevo Blender 2.8, aquí.
Blender está disponible para Linux, Windows y MacOS X en 32 y 64 bits. También, claro está, se puede descargar el código fuente. Que de eso se trataba, al final.
Nota del estribo y de color bien nerd: las fuentes del primer Blender están en C, pero los comentarios (lo que el programador escribe para explicar qué hace una línea o un grupo de líneas de código, advertir sobre ciertas estructuras o apuntar ideas) se encuentran en idioma neerlandés.