Plantar árboles en grandes superficies es muy costoso y laborioso, porque suele hacerse en terrenos de difícil acceso; pero en los últimos años han surgido varias iniciativas que incorporan tecnología para lograrlo
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Un concurso en la universidad de Surrey deparó una idea genial: un robot plantador de árboles, llamado Plantolin, que se suma a otras estrategias tecnológicas, como el uso de drones, para reforestar grandes superficies en forma rápida y económica. El nombre viene del pangolín, de quien toma su forma: un simpático oso hormiguero con una armadura tipo mulita (de hecho, es el único mamífero con escamas en su piel), y que se hizo famoso en 2020 por una posible vinculación como originador de la pandemia de coronavirus.
Pero el Plantolin busca revertir la reputación del pangolín con una misión: sembrar bombas de semillas en forma autónoma; usará sus patas delanteras para hacer un pequeño pozo, y la trompa para depositar las semillas. Para moverse usa dos ruedas traseras y una cola de contrapeso. El robot Plantolin se inspira también en los movimientos de otros animales, que al moverse por los bosques van contribuyendo a la distribución de semillas agitando ramas, llevándolas en su pelaje, etcétera.
Semillas desde drones
No es el único modo de reforestación basado en tecnología que existe. La start-up canadiense Flash Forest se planteó un ambicioso objetivo para reforestar el planeta: alcanzar los 1000 millones de árboles plantados para 2028 para absorber la mayor cantidad de dióxido de carbono que la actividad humana genera año tras año. Para llegar a esta meta, sus creadores apelan al uso de la tecnología con el uso de drones, un método que consideran más económico y viable que el proceso manual mediante operarios.
Según Flash Forest, con un par de pilotos de drones equipados pueden plantar hasta 100 mil árboles por día, comparado con los 1500 que se pueden lograr de forma manual. Los vehículos aéreos se utilizan tanto para identificar de forma previa las áreas que tienen las mejores condiciones del terreno, además de analizar las especies presentes en la zona.
Una vez que se identifica el terreno ideal para iniciar la plantación, los drones arrojan unas cápsulas que contienen las semillas con la humedad necesaria para sobrevivir durante meses a la intemperie. En zonas de difícil acceso para los humanos, los drones pueden disparar estos contenedores para que puedan penetrar la tierra gracias a un sistema neumático instalado en los vehículos aéreos.
Semilla en espiral
Pero quizá el sistema más inusual es el creado en la universidad Carnegie-Mellon: la E-seed, una especie de robot semilla que se auto inserta en la tierra; se inspira en la semilla de la Erodium cicutarium (conocida en el país como alfilerillo), que tiene la capacidad de auto enterrarse en la tierra, y está fabricado con láminas de roble blanco, que son tratadas con varios procesos para lograr la torsión de sus partes.
Responde a la humedad y el sol, lo que hace que la torsión de la madera la mueva como un sacacorchos para ir metiéndose en el terreno, y asegurando así que la semilla quede a la profundidad adecuada. La estructura, además, sirve de apoyo y protección al brote a medida que va creciendo. Sus creadores dicen que podrían lanzarse varios de ellos desde un drone, sobre todo para fomentar la reforestación en zonas escarpadas.
Además de las semillas, los investigadores aseguran que podían utilizar estos E-seed para transportar nematodos (gusanos utilizados como pesticidas naturales), fertilizantes y hongos.
LA NACION