¿Y si los robots cobran un sueldo?
¿Cómo será el futuro si los humanos quedan al margen de las tareas cotidianas y profesionales? Los especialistas y emprendedores analizan las alternativas para enfrentar las transformaciones que experimentará la sociedad en las próximas décadas
Digamos que las computadoras se quedan con la mayoría de nuestros puestos de trabajo. Esto puede no parecer probable en este momento; los científicos informáticos y economistas ofrecen ideas muy diversas acerca de hasta dónde afectará la automatización el empleo futuro.
Pero imagine que dentro de dos o tres décadas EE.UU. se haya transformado en los Estados Robóticos de América.
En la América Robótica la mayoría de los trabajadores manuales habrán sido reemplazados por robots hercúleos. Camioneros, taxistas, trabajadores de delivery y pilotos de aerolínea habrán sido desplazados por vehículos que hacen todo. Médicos, abogados, ejecutivos de empresas e incluso los columnistas de tecnología del The New York Times habrán visto raleadas sus filas, reemplazados por algoritmos atractivos que lo saben todo.
¿Cómo funcionará la sociedad cuando la humanidad resulte redundante? Los tecnólogos y economistas se han estado debatiendo con este temor desde hace décadas, pero en los últimos años, una idea ha logrado captar amplio interés incluso de los tecnólogos que están construyendo ahora el futuro gobernado por robots.
Su plan es conocido como "ingreso básico universal" o IBU y es así: al terminarse el empleo por el uso extensivo de la inteligencia artificial, ¿por qué no dar a todos un pago mensual?
Imagine que el estado envíe a cada adulto alrededor de US$ 1000 al mes, más o menos lo suficiente para cubrir el costo de vivienda, alimentos, servicios de salud y otras necesidades básicas. El IBU apuntaría a compensar los problemas causados por el avance tecnológico, pero también sería más que eso.
Si bien el IBU ha sido asociado con académicos de izquierda, feministas y otros activistas progresistas, últimamente ha sido adoptado por una gama más amplia de pensadores, incluyendo algunos libertarios y conservadores. También ha ganado apoyo entre un sector de capitalistas de riesgo en New york y Silicon Valley, la gente que más conoce el potencial de la tecnología para alterar el trabajo moderno.
En vez de considerar a la inteligencia de las máquinas como una catástrofe que elimina empleo, los partidarios de IBU la consideran un bien natural para la sociedad: el país encontró petróleo y ahora puede dar un pago a cada ciudadano.
Estos partidarios de la inteligencia de las máquinas argumentan que producirá tanto superávit económico que colectivamente podríamos liberar a gran parte de la humanidad del trabajo de y de todo sufrimiento.
La automatización y el ingreso básico es un desarrollo que nos liberará para hacer muchas cosas increíbles que están más alineadas con lo que significa ser humano
Los pensadores más idealistas ven este plan como un modo de promover el tipo de futuro casi utópico con que nos hemos encontrado sólo en universos de ciencia ficción como el de "Viaje a las Estrellas". A medida que las computadoras vayan realizando una mayor parte del trabajo, todos podríamos convertirnos en artistas, estudiosos, empresarios o vivir cualquier pasión en una sociedad ya no centrada en la carga del trabajo diario.
"Hablamos de divorciar las necesidades básicas de la necesidad de trabajar" dijo Albert Wenger, capitalista de riesgo de Union Square Ventures, que está trabajando en un libro sobre IBU. "Desde hace un par de cientos de años hemos construido todo el mundo en torno de la necesidad de trabajar. Ahora hablamos de algo más que una pequeña modificación de la economía, es un cambio tan fundacional como cuando pasamos de una sociedad agraria a otra industrial".
Sam Altman, presidente de la incubadora tecnológica Y Combinator, recientemente propuso financiar investigaciones acerca de IBU. La firma ha recibido miles de solicitudes para financiación de estudios, dijo Altman; piensa elegir los ganadores en unas semanas y de últimas Y Combinator piensa gastar "decenas de millones" de dólares en investigaciones para responder algunos de los interrogantes más básicos acerca de la vida bajo el IBU.
Altman dijo que los interrogantes van desde los más prácticos –cuánto le costaría el IBU al país y si podría costearlo- hasta cuestiones más profundas respecto de las motivaciones y propósitos de la gente en lo que se podría llamar una era "post trabajo".
¿Cuándo se le da a todos dinero libre de obligaciones, qué hace la gente con su tiempo? ¿Pierde el tiempo o trata de hacer cosas significativas? ¿Se vuelve más emprendedora? ¿Cómo afectaría el IBU la desigualdad económica? ¿Cómo alteraría la psicología y el estado de ánimo de la gente? ¿Cómo especie necesitamos tener empleo para sentirnos realizados o es esto meramente un legado del capitalismo post industrial?
El interés en el IBU de los tecnólogos tiene algo de urgente. Sostienen que la inteligencia de las máquinas ha llegado a un punto de inflexión en el último par de años y que ahora el avance tecnológico parece destinado a cambiar la forma en que se ve el mundo.
"La gente viene prediciendo desde hace mucho que se terminaría el trabajo y generalmente lo que sucede es que estos cambian" dijo Altman. Pero aún así "en esos períodos de cambio puede haber mucha conmoción" y como mínimo el IBU puede facilitar el período de transición.
Quizás ya estamos viendo la conmoción. Si bien las estadísticas macro económicas sugieren que Estados Unidos se ha recuperado de la última recesión –el crecimiento del empleo en 2015 alcanzó niveles no vistos desde la década de 1990- las encuestas muestran que muchos estadounidenses se sienten vulnerables y ansiosos respecto de sus empleos y finanzas.
El aumento de los salarios viene lento, no hay estabilidad en el empleo, la desigualdad se ve como inexorable y las ideas que parecían en un tiempo el camino seguro a un futuro mejor (como endeudarse para pagar el college) están en duda. Incluso donde la tecnología ha creado más empleo, como en el caso de los empleos eventuales creados por servicios como Uber, sólo ha aumentado nuestra incertidumbre sobre el futuro del trabajo.
"De pronto la gente ve estas tendencias y advierte que estos interrogantes sobre el futuro del trabajo son más reales e inmediatos de lo que habían pensado" dijo Roy Bahat, jefe de Bloomberg Beta, la firma de capital de riesgo fundada por Bloomberg LP.
Un cínico podría ver en el interés de los capitalistas de riesgo por el IBU un modo de expiar sus culpas por promover la tecnología que podría llevar a cambios permanentes en la economía global. Al fin de cuentas se trata de gente que financia y se beneficia de la creación de compañías altamente rentables que emplean muy poca gente.
No ayuda el hecho de que hay inversores que han sido terriblemente insensibles a los peligros de la globalización y la economía moderna (véase los comentarios de Paul Graham sobre la desigualdad, de Marc Andreessen sobre el colonialismo y Thomas J. Perkins sobre el resentimiento de clase.)
Pero mis conversaciones con tecnólogos interesados en el IBU revelaron sinceridad y sofisticación respecto de la idea. No se avergüenzan ni temen a la automatización y no ven el IBU meramente como una defensa del actual orden social En vez de ello ven la automatización y el IBU como el camino más optimista hacia el avance social generalizado.
"Creo que es un mal uso de un ser humano que dedique 20 años de su vida a conducir un camión ida y vuelta por los Estados Unidos" dijo Wenger. "No es lo que aspiramos a hacer como humanos –es un mal uso del cerebro humano- y la automatización y el ingreso básico es un desarrollo que nos liberará para hacer muchas cosas increíbles que están más alineadas con lo que significa ser humano".
Como gran parte de aquello en lo que trabajan las firmas de capital de riego, el ingreso básico es una noción utópica. Si bien tiene reconocimiento entre especialista y ha logrado cierto impulso político en Europa, ni un solo candidato presidencial estadounidense ha expresado el menor interés en la idea. También se ve trabado por algunas cuestiones prácticas básicas: ¿Cuánto hay que dar como ingreso mensual? ¿El país puede solventarlo?
Los que defienden la idea dicen que la investigación responderá estás preguntas, lo que a su vez promoverá el cambio político. Por ahora sostienen que la propuesta es posible si alteramos las políticas impositivas y de bienestar y si tomamos en cuenta el modo en que el avance tecnológico en salud y energía reducir los montos necesarios para cubrir el costo de vida básico.
También señalan que la creciente urgencia económica provocará la aceptación política general de la idea. "Existe la sensación de que la desigualdad creciente es incontrolable y que hay que hacer algo al respecto" dijo Natalie Foster, cofundadora de Peers, una organización que da apoyo a los trabajadores del sector de la economía solidaria.
Andrew L. Stern, ex presidente del Sindicato de Empleados de Servicios, que trabaja en un libro sobre el IBU, comparó la sensación de ansiedad actual en torno al empleo a lo que sucede en tiempos de guerra. "Yo me crié durante la guerra de Vietnam y mis padres se oponían a la conscripción por un motivo: me podía tocar a mí", dijo.
Hoy, cuando gente de todos los niveles económicos está cada vez más preocupada respecto de cómo sobrevivirán ellos y sus hijos en los Estados Unidos infatuados con la tecnología "estamos nuevamente en la Guerra de Vietnam en lo que se refiere a empleos" dijo Stern. "Estamos entrando en una ansiedad universal de la clase media, lo que provoca cambios más rápido de lo que tiende a producirlo la gente pobre".
Traducción de Gabriel Zadunaisky