ChatGPT cumple dos años, y en ese tiempo su impacto se sintió a nivel laboral y también educativo: su omnipresencia genera desafíos tanto para la docencia como para el aprendizaje
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La inteligencia artificial generativa (GenIA) avanza sin cesar en el ámbito laboral, tanto en carreras artísticas como en tecnológicas. Sin embargo, en el ámbito educativo parece estar rezagada: una encuesta del Ministerio de Educación de la ciudad de Buenos Aires, realizada en junio de 2023, reveló que el 67% de los docentes encuestados conocía ChatGPT, pero solo el 22% habían utilizado para enseñar esta categoría de herramientas de inteligencia artificial generativa, que este fin de semana cumplieron dos años (tomando como puntapié inicial la disponibilidad de ChatGPT a nivel general).
Por otro lado, un sondeo realizado por la organización Enki en marzo de este año entre profesionales de la educación de 19 países, incluyendo Argentina, indicó que el 97,4% de los docentes encuestados considera que la IA impacta en su práctica profesional, y el 72,51% opina que lo hace de forma positiva.
“Si bien los docentes en general conocen las herramientas, aún hay un largo camino por recorrer. Muchas veces consideran que pueden ser utilizadas para que los alumnos resuelvan tareas, y hay quienes ven la IA como un enemigo más que como una herramienta innovadora que puede aportar valor a su práctica profesional”, explica Daniela Borlenghi, cofundadora y coCEO de PickApply, una plataforma de empleo 100% especializada en el sector educativo argentino y uruguayo.
Melina Masnatta, doctoranda en tecnología educativa, columnista de LA NACION y autora del libro Educar en tiempos sintéticos, señala que si bien hay más interés desde el nivel secundario en adelante, donde se observa que los docentes planifican y preparan recursos didácticos con inteligencia artificial generativa (GenIA), esta tendencia no es homogénea y hay una considerable divergencia entre las provincias. “En CABA, los docentes cuentan con un programa de educación digital; sin embargo, el desafío más grande es que hoy no está sistematizado el uso de la herramienta, y falta un marco que habilite a estas personas a explicitar cómo la están utilizando, porque lo más común es que digan que usan Meta AI y ChatGPT”, explica.
Casos de uso prácticos
“La GenIA puede transformar la educación al ofrecer personalización, eficiencia y nuevas formas de aprendizaje. Su capacidad para generar contenido adaptado a las necesidades de los estudiantes y apoyar a los docentes con tareas repetitivas convierte a esta tecnología en una herramienta estratégica en el aula moderna. Integrarla no es solo una opción, sino una necesidad para mantener la educación alineada con el avance de las habilidades del siglo XXI”, opina Matías D. Alvarez Chaffer, abogado, profesor universitario y especialista en Derecho Digital y gestión educativa con mediación tecnológica.
Alvarez Chaffer indica que Copilot, Claude o ChatGPT, entre otros, pueden servir para corregir ejercicios rutinarios y ofrecer retroalimentación inmediata a los alumnos. “De la misma manera, se pueden entrenar chatbots basados en IA para que brinden asistencia continua a los estudiantes fuera del horario de clase. E incluso se pueden usar para organizar calendarios, planificar clases y enviar recordatorios automáticos a los alumnos”.
Más allá de la asignatura pendiente respecto a las habilidades de los docentes para incorporar esta tecnología en el aula, ya hay evidencia de una variedad de tareas que pueden ser realizadas con la ayuda de la GenIA. Verónica Caputi, directora de Innovación Educativa del Instituto Victoria Ocampo en Buenos Aires, mencionó en un webinar que los docentes pueden usar estas herramientas para planificar sus clases. “Se puede ubicar al chat en un rol específico, indicándole que es experto en planificaciones didácticas para estudiantes de cierto nivel. Luego, se le pide que arme la planificación de una serie de clases para el desarrollo de una unidad. Seguidamente, se copia y pega el programa de la materia y se le solicita que genere una organización temporal de esos contenidos en forma de tabla, incluyendo el número de clases, el tema de la unidad, la bibliografía, los objetivos de aprendizaje y la evaluación del logro de esos objetivos”, detalló.
Borlenghi suma ejemplos: “Se puede pedir al chat que proponga actividades y estrategias para explicar los contenidos de distintas maneras, y esto beneficia a los educadores, ahorrándoles tiempo. Incluso sirve para preparar evaluaciones. En este caso, el docente debe indicar cuál es el objetivo de aprendizaje y el perfil del alumno para que los algoritmos propongan autoevaluaciones, de modo que, al finalizar la clase, tanto ellos como el docente tengan un feedback inmediato”.
Al igual que en cualquier otro uso laboral, es fundamental que los docentes sepan cómo estructurar los prompts (el nombre que reciben las instrucciones que se le dan al chatbot para que haga su labor, y que deberían tener la mayor precisión posible). En este sentido, los entrevistados dicen que es crucial que el docente tenga un propósito claro, sepa qué quiere pedir y para qué, y que también pueda detectar eventuales errores en las respuestas del chat.
Riesgos y cuidado
Sin embargo, no todo es color de rosa: son muchísimos los docentes que detectan tareas realizadas enteramente con ChatGPT, que los estudiantes desinteresados usan para realizar las tareas sin involucrarse en lo más mínimo, y que planean un gran desafío: ¿cómo lograr que se aprovechen estas herramientas sin que las mismas terminen resolviendo todo? ¿Qué opciones hay para que sigan siendo útiles, pero sin generar inútiles? ¿Como detectar el plagio aprovechando ChatGPT?
La Unesco, a través de su Guía para el uso de IA generativa en educación e investigación”, afirma que si bien la alfabetización digital tradicional ya no es suficiente y ahora se requieren competencias específicas que aborden los desafíos complejos que plantea la IA, el primer paso es regularla.
Entre varios aspectos, se establece que “debería exigírsele a los proveedores de GenIA que demuestren la confiabilidad y la ética de las fuentes de datos, así como de los métodos usados por sus modelos y resultados”. También explica que se les debería obligar a adoptar modelos de datos y fundamentación con fuentes legales probadas, y a respetar las leyes de propiedad intelectual correspondientes. “Además, cuando los modelos necesiten utilizar información personal, la recolección solo debe realizarse con el consentimiento informado y explícito de los titulares”.
Por lo pronto, datos de 2023 de la UNESCO sobre el uso gubernamental de la IA para la educación indican que solo siete países (China, Finlandia, Georgia, Qatar, España, Tailandia y Turquía) han informado haber desarrollado o estar desarrollando marcos o programas de capacitación en IA para docentes.
En este contexto, todos los entrevistados coinciden en que los docentes ya podrían usar la GenAI. Alvarez Chaffer, por ejemplo, sostiene que “incluir IA en la formación inicial y continua permitirá que los educadores no solo utilicen las herramientas, sino que comprendan su impacto ético y pedagógico”.
Masnatta explica que, en este estado de ebullición alrededor de la IA, es importante promover la práctica dentro de las instituciones educativas. Que los docentes experimenten con nuevas metodologías y las evalúen, se atrevan a diseñar nuevas estrategias y compartan sus experiencias, generando comunidades de práctica y debatiendo en sus instituciones, e involucrando a las familias en ese debate.
El tema no es menor e impacta de lleno en el presente y futuro de la práctica profesional de los educadores. En este sentido, Borlenghi explica que hoy no es un requisito en las escuelas que los docentes dominen herramientas de GenAI: pero que “poco a poco, irán solicitando que los docentes desarrollen habilidades en GenIA. Por eso es fundamental entender que la educación debe ser reinventada, y esta tecnología puede ser una gran aliada en este proceso.” Las instituciones más innovadoras están comenzando a analizar el uso sistemático de estas herramientas en el aula.
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