Un perrito de discoteca y mejoras de velocidad en Ubuntu 19.04
Disco Dingo. En serio. Este es el nombre de la nueva distribución de Ubuntu, el Linux más popular entre los usuarios con poca o ninguna experiencia en Unix. Dado que la convención es usar el adjetivo a secas, la versión de abril de 2019 (que salió la semana pasada) se llama Disco. ATR, en otras palabras.
Para los recién llegados, las ediciones de Ubuntu salen cada seis meses (salvo alguna excepción en el pasado) y llevan el nombre de un animal precedido por un adjetivo. En orden alfabético. Como en abril de 2017 llegamos a Zesty Zapus, en octubre de ese año volvimos a la A. Por si se lo están preguntando, los zapus son un tipo de ratón saltarín. Así que zesty (animado, enérgico) no le queda tan mal. En general, sin embargo, las combinaciones son de lo más delirantes. ¿Disco Dingo? ¿En serio?
En realidad, esta convención delirante incorpora un poco de humor en temas algo áridos, y, por otro lado, cada nueva versión lleva también un número, que se forma con los dos últimos dígitos del año y los dos del mes, separados por un punto. En este caso, 19, por 2019, y 04, por abril. La 19.04 es una edición con soporte de corto plazo (o STS, por sus siglas en inglés). Eso significa que tendrá actualizaciones durante solo nueve meses. Las LTS (soporte de largo plazo), en cambio, tienen cinco años de actualizaciones. La última salió en abril de 2018 y habrá que esperar hasta abril de 2020 para la próxima.
Ubuntu suele aprovechar las STS para incorporar funciones algo más innovadoras que las que traen las LTS, que hacen hincapié en la estabilidad. Bueno, este perrito de discoteca no hace demasiado honor a esa tradición y las novedades no son nada del otro mundo, excepto por un detalle: velocidad. Es más rápida en general, y al arrancar y apagarse en particular. En máquinas muy nuevas, le hace justicia a nuestro hardware. En las no tan nuevas, ayuda a que esos fierros algo añejos anden un poco mejor.
Probé la 19.04 en cuatro notebooks (y una máquina virtual), en las que actualicé desde la 18.10 (es decir, la anterior). No hubo problemas, más allá de que, como era de prever, en una máquina con disco rígido tardó una eternidad, en comparación con una ultrabook con disco de estado sólido (SSD).
Aparte de las mejoras en rendimiento, la nueva versión de Gnome (el entorno de Escritorio), la 3.32, es más consistente y pulida. Parece una pavada, pero Linux no se destaca por eso, básicamente porque el diseño industrial es muy costoso. Así que estos avances no vienen nada mal, y, de hecho, lo ponen por encima de Windows 10, que sigue teniendo aspecto de algo sin terminar, al menos en mi opinión. En este sentido, Mac OS X, lleva, como siempre, la delantera.
Yaru, el nuevo tema predeterminado de Ubuntu, tiene ahora, por ejemplo, un nuevo conjunto de íconos. La barra de notificación también fue retocada. Está OK. También hubo cambios en el panel de configuración de sonido; son bienvenidos.
Tal vez más importarte que esto, en Disco Dingo (Disco a secas no me cierra, perdón) ahora es posible escalar la pantalla entre 100 y 200 por ciento en fracciones de 25 por ciento. En realidad, esta es una función de Gnome, que, pese a lo que dicen las notas del lanzamiento en el sitio de Ubuntu, no está disponible de forma predeterminada con ninguno de los dos servidores de gráficos de Ubuntu, Xorg (el predeterminado) y Wayland [NOTA: esto es una actualización respecto de la edición en papel, porque seguí probando cosas después del cierre.] Tendrán que corregir esto en alguna próxima actualización.
Para activar el escalado fraccional en Xorg, deben abrir una terminal y escribir este comando:
gsettings set org.gnome.mutter experimental-features "['x11-randr-fractional-scaling']"
Si usan Wayland, el comando es:
gsettings set org.gnome.mutter experimental-features "['scale-monitor-framebuffer']"
Lo probé en ambos servidores de gráficos, y funciona. Al revés de lo que leí por ahí, no hace falta reiniciar la sesión ni en Xorg ni Wayland; el escalado fraccional aparece en la configuración del monitor inmediatamente. Esta función tiene sentido, lógicamente, para para pantallas de muy alta densidad de puntos por pulgada.
La médula del asunto
En cuanto al kernel, pasamos al 5.0. Pero ojo, en Linux los números de versión del núcleo no se basan en nuevas funciones. El mismo Torvalds comunicó el 3 de marzo que habían pasado a 5.0 "porque se le habían terminado los dedos de las manos y de los pies para contar la versión 4.x". En todo caso, este kernel está compuesto mayormente por nuevos drivers para hardware, correcciones y mejoras en la administración de energía.
Añadieron también cambios en los permisos que se le pueden dar o quitar a los programas (notificaciones, por ejemplo) y en la administración de la iluminación nocturna (se puede elegir la temperatura de color).
Se especulaba estos días que la 19.10 traería la integración con Android incorporada. Al final no resultó así. Quienes estén interesados en esa función (replicar el teléfono en la computadora, básicamente), pueden instalar KDEConnect (está en el centro de software).
Naturalmente, Disco Dingo viene con las últimas versiones de LibreOffice y Firefox, entre otras.
¿Adoptamos un perrito?
Fuera de esto (y varias novedades más, que preferí dejar de lado para no hacer esta columna demasiado extensa), la pregunta que siempre nos hacen cada vez que sale una edición de Ubuntu es si vale la pena actualizar. La respuesta casi siempre es: depende.
Si tenés un 18.04 (es decir, la última versión con soporte de largo plazo) y usás la máquina para trabajar, diría que, fuera de las mejoras en el rendimiento, no hay ninguna razón para jugarse a que alguna cosa falle.
Si tenés la 18.10, sí, sin duda, Disco es un número puesto, por sus mejoras en el rendimiento y, un poco, por la autonomía de las baterías. Esto último es un poquito difícil de determinar, porque normalmente las de iones de litio suelen recibir bastante maltrato, y ahí no hay magia de software que valga.
Ahora bien, si tenés una 18.10 (es decir, una versión que se quedará sin soporte en julio) y además usás la máquina para trabajar, entonces lo más prudente sería hacer backup de los archivos importantes. Linux en general y Ubuntu en particular no son de dejarte de a pie. Pero, si ocurre, lo mejor estar prevenido para reinstalar (en este caso) la 18.10 y la copia de respaldo.