Tu día a día en internet contamina al año tanto como un viaje en auto de más de 1000 kilómetros
La basura de los archivos inútiles almacenados en la nube supone 600 toneladas de C0₂ y eliminarlos o recuperarlos tendría un impacto equivalente al de plantar 10.000 árboles
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Santiago Velázquez, de 20 años y vecino de Sevilla, no sabe que él solo, cada año, contamina con su actividad privada en las redes tanto como un viaje en auto de más de 1000 kilómetros. Ha terminado un módulo de Formación Profesional en programación y comenzado a trabajar en la misma empresa donde hizo las prácticas. La mayor parte de su vida es en la Red. “Yo no contamino”, afirma. Es una percepción generalizada. Las pantallas no echan humo, pero detrás de cada uso hay un entramado gigantesco de servidores y comunicaciones utilizando recursos cada vez mayores para satisfacer la creciente demanda de velocidad y capacidad. Mohamed Cheriet, profesor de Ingeniería de Sistemas en la Escuela Superior de Tecnología de la Universidad de Quebec (Canadá), calcula que el uso de las tecnologías de la información es “responsable del 4% de los gases de efecto invernadero producidos por la actividad humana, ligeramente superior a la industria aeroespacial mundial”. Google ha evaluado que solo en la nube (servidores remotos conectados a internet para almacenar, administrar y procesar datos, redes y programas) hay 600.000 kilogramos brutos de CO₂ en proyectos inactivos. Incluyen desde imágenes inútiles, como las archivadas automáticamente desde los mensajes de WhatsApp, documentación innecesaria y bases de datos obsoletas hasta programaciones desfasadas. Esta es la huella del día a día de un usuario convencional, como el joven sevillano:
Santiago Velázquez se despierta a las 7.30 para trabajar, la mitad de la semana de forma presencial y el resto desde casa. Le despierta un altavoz inteligente conectado de forma permanente a la Red. Según Endesa, estos dispositivos gastan desde dos vatios, estando inactivos, hasta 10 con la música a un volumen alto durante tres horas.
Lo primero que hace es revisar los mensajes de WhatsApp, la red de mensajería que más utiliza. Cada una de esas comunicaciones supone 0,2 gramos de CO₂, según Berners-Lee, profesor en el centro de medio ambiente de la Universidad de Lancaster.
Después de desayunar, revisa los correos electrónicos. Cada uno supone entre 1 y 50 gramos de CO₂. Si contiene un documento adjunto de 1 MB, la media es de 19 gramos. Un total de 65 correos equivale a un kilómetro recorrido en coche, una media de mensajes recibidos y enviados habitual. El vicepresidente internacional de Customer Engagement de Validity, Guy Hanson, calcula que “diariamente se envían unos 100.000 millones de e-mails, el 85% de ellos son correos basura no solicitados”.
El retrato robot elaborado a partir de este usuario medio excluye su actividad profesional, por lo que la jornada contaminante continúa al margen del trabajo. Compare The Market dispone de una calculadora de huella de CO₂, según el tiempo de utilización de diez de las redes sociales con más usuarios.
Santiago Velázquez le dedica una media diaria de 30 minutos a YouTube, donde visualiza vídeos de zapatillas y autos, dos de sus aficiones favoritas, que generan 14 gramos de CO₂ al día. En Facebook no emplea más de 10 minutos porque la utiliza como red familiar. “Es de yayos”, ironiza. La huella de carbono en esta red se reduce a ocho gramos diarios. Sin embargo, a Instagram y Twitter le dedica una hora al día y no de forma continuada. Son las redes que consulta esporádicamente cuando tiene un rato libre. Entre las dos suman 50 gramos diarios de CO₂.
Las dos plataformas que más tiempo le ocupan son TikTok y Twitch. La primera es la más contaminante por hora, según la calculadora. Solo 30 minutos de uso diario genera 80 gramos de CO₂. La segunda la utiliza para ver programas porque la televisión es un electrodoméstico que Santiago Velázquez no suele encender. Así que llega a dedicarle hasta dos horas y genera 66 gramos. En total, entre todas estas redes, genera casi un cuarto de kilogramo de dióxido de carbono al día y casi 80 kilos al año, el equivalente a un trayecto en coche de 600 kilómetros.
A estas alturas del análisis, Santiago Velázquez ha empezado a cambiar su percepción sobre su huella de carbono particular y ya no defiende que no contamine. En este sentido, Brett Mifsud, director general de Energía en Compare The Market, afirma: “La mayoría de la gente no se da cuenta del impacto que sus hábitos en redes sociales está teniendo en el planeta. Como toda tecnología, tiene una huella ambiental que es mucho más alta de lo que la gente podría pensar”.
Vídeos y archivos basura
Aunque no las usa a diario, el joven sevillano está abonado junto con otros amigos a tres plataformas de video: Disney, Netflix y Amazon Video. The Carbon Trust, auditora medioambiental de empresas, calcula que una hora de video en línea genera 55 gramos de CO₂. La incorporación de películas a la actividad cotidiana de Santiago Velázquez termina por sumar una contaminación anual equivalente a recorrer en auto más de 1000 kilómetros.
A esta contaminación se suma la que genera el almacenamiento en la nube de datos inútiles, desde imágenes y GIF (siglas en inglés de Graphics Interchange Format, las populares animaciones compartidas por redes) hasta centenares de documentos desfasados. Según Google Cloud, “hay más 600.000 kilogramos brutos de CO₂ en proyectos aparentemente inactivos que podrían ser eliminados o recuperados, generando un impacto equivalente al de plantar casi 10.000 árboles”.
Para toda esta actividad es clave la extensión del 5G, una tecnología con una capacidad de almacenamiento 10 veces superior a su antecesora, 20 veces más veloz y más barata en la misma proporción, según el informe The global economic impact of 5G de PwC Global. Sin embargo, este sistema de comunicación precisa más potencia y más puntos de conexión. Cada bit transmitido con el 5G gasta menos que uno llevado con 4G, pero con la nueva tecnología se incrementa la cantidad de tráfico en muchos más puntos de conexión.
En este sentido, según Client Solutions BBVA, se prevé que, en solo tres años, cada persona realice 4820 conexiones al día con cualquier tipo de dispositivo. La Agencia Internacional de la Energía calcula que los centros de datos del mundo precisan de un consumo de electricidad similar al de un país como España.
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