La Inteligencia Artificial General (AGI por sus siglas en inglés) no existe, y no hay indicios de que vaya a existir. Por eso las máquinas no tienen conciencia, ni ganas, ni intención, ni responsabilidad, ni culpa. Actualmente, hay empresas como OpenAI que están trabajando en este tema.
Herramientas sin sentimientos
La Inteligencia Artificial (IA) consta principalmente de las áreas de Procesamiento de Habla, Visión Artificial y Aprendizaje Automático (Machine Learning). La IA actualmente se encuentra en la vida cotidiana, desde los filtros de fotos en celulares y redes sociales, en traductores de idiomas, en el funcionamiento de los automóviles (como ayudar a estacionar), hasta en los parlantes conectados que permiten interactuar con Alexa de Amazon, o con el Asistente de Google.
La parte de Machine Learning es un conjunto de técnicas matemáticas que permiten que la máquina se transforme en un asistente al momento de tomar decisiones. Son herramientas que no reemplazan, sino que complementan al ser humano. En especial, una de estas técnicas que hoy está siendo muy utilizada son las Redes Neuronales. Las Redes Neuronales transforman una problemática en números y sacan resultados con fórmulas matemáticas. Por ejemplo, se le da un conjunto de estadísticas de fútbol, y podría intentar predecir el próximo equipo ganador de un torneo.
El ya famoso ChatGPT de OpenAI está realizado con Redes Neuronales. Cuando se lo entrenó, le dieron una gran cantidad de textos pregunta-respuesta, luego la máquina convirtió esa información en forma numérica y con fórmulas matemáticas aprendió a dar respuestas que se parecen a un texto elaborado por una persona.
La máquina NO tiene inteligencia. La mente humana es flexible e incomparable a estas herramientas. La inteligencia humana es mucho más que matemática, ya que al aprender y actuar conjuga emociones, recuerdos, experiencias. Los chatbots como ChatGPT o Bard de Google, internamente deducen y aprenden reglas lingüísticas para armar las frases, pero como un rompecabezas a partir de fórmulas. No sienten, no se emocionan y no entienden lo que escriben.
¿Cómo sería una AGI?
Los primeros proyectos de Redes Neuronales, empezaron en los años 40. Para los años 50 se crea el término IA (atribuido a John McCarthy). Y empiezan varios desarrollos como sistemas expertos y chatbots. Para esa época se comienza a formar la idea conceptual de crear una “inteligencia” que pudiera realizar tareas en general como un humano. No se logró y junto a otras problemáticas como complejidades de cálculo y procesamiento, en los años 70 se cayó en la época conocida como el “Invierno de la Inteligencia Artificial”.
En los 80 y 90 resurge el Machine Learning con la creación de herramientas más complejas y un par de décadas después empieza a verse a nivel empresarial. Y en los medios e investigaciones se retoma el concepto de crear una “conciencia artificial”.
En esos años se hablaba de la AGI como una IA fuerte o completa. En 2014 el científico Stephen Hawking alertaba en una nota a la BBC sobre los peligros de crear una “full Artificial Intelligence” (una IA completa, o sea una AGI). En 2018, el canadiense Steven Pinker, profesor de Harvard, le cuestionó a Elon Musk que hablara sobre las amenazas de la IA, siendo que los autos Tesla requieren de la misma para sus operaciones. Y Musk le respondió vía X (en esa época Twitter) que Pinker debería conocer la diferencia entre la IA acotada (como la de los autos) y la AGI cuando ésta última “literalmente tiene un millón de veces más potencia de cálculo y una función de utilidad abierta”. Expresando así que su preocupación en esos días no se refería a los peligros de la IA sino de crear una AGI.
¿Cómo funciona una AGI?
Una Inteligencia Artificial General, según la Wikipedia, sería “la inteligencia de una máquina que puede realizar con éxito cualquier tarea intelectual de cualquier ser humano”. Una AGI sería como un ser artificial con autoconciencia que pudiera realizar variadas tareas, que tomara decisiones y llegara a tener sentimientos. Sería como en las películas de robots: que la máquina tuviera pensamiento propio, que hablara y pensara como humano. Hoy los robots en la vida real son solamente máquinas, como una licuadora con cara y brazos.
Las Redes Neuronales se inspiran, tratan de simular (matemáticamente) el aprendizaje del cerebro con unidades (matemáticas) como si fueran neuronas biológicas. Pero no lo son. Cuando tienen varias capas de procesamiento interno, se llaman Redes Neuronales de Deep Learning (Aprendizaje Profundo). Hay otras técnicas de Machine Learning, como Árboles de Decisión, y hay varios tipos de Redes Neuronales.
Pero solamente pueden hacer lo que el humano les enseña. Las herramientas de IA no pueden crear conocimiento. Pueden combinar de nuevas maneras la información que les da el humano. Como ChatGPT crea una poesía, o Dall-E de OpenIA o Midjourney crean imágenes. Pero siempre rearmando estructuras con los datos con los cuales fueron entrenados. Con IA se pueden crear nuevas canciones combinando notas musicales, pero no se crean nuevas notas musicales.
En estos días, existen empresas que trabajan en crear una AGI. Por ejemplo, OpenAI, los creadores del ChatGPT. Al ingresar a su página web, se destaca un gran título que dice “Creando una AGI segura que beneficie a toda la humanidad”. Tal vez faltaría explicar en qué podría beneficiar a la humanidad. Y aún no se sabe realmente cómo debería ser definida una AGI, para saber si se está cerca o es solamente una utopía.
Por ejemplo, no se conoce aún en detalle cómo es la mente humana. En 2011, en una entrevista en Barcelona, el roboticista japonés Hiroshi Ishiguro, al ser consultado si los robots serían como los humanos, expresó que primero habría que entender a los humanos. Para copiar la conciencia humana, primero habría que saber realmente cómo es.
Algunos investigadores están diciendo que la AGI sería la siguiente etapa de las herramientas generativas como ChatGPT. Pero de crear respuestas significativas en forma de palabras a tener sentimientos, hay un largo trecho.
En junio del 2022, Google suspendió a un empleado que reclamaba que el chatbot LaMDA que estaban desarrollando en ese momento, hablaba como si tuviera sentimientos. La empresa expresó que la suspensión se debía a que la persona filtró conversaciones con la máquina. Los chatbots, los robots, etc. pueden simular emociones y probablemente ese chatbot respondía como si los tuviera. Pero mientras no exista la AGI, las máquinas solamente pueden simular, pero no tienen emociones ni están vivas.
¿Sería peligrosa una AGI?
Si alguna vez en algún momento de la historia se llegara a crear una AGI, habría que considerar varias cosas. Primero: ¿por qué la gente piensa que sería peligrosa? Un ente autoconsciente dentro de una computadora no necesariamente podría hacer mucho. Llegado el caso, se podría hasta desenchufar.
Además, ¿por qué ser autoconsciente implicaría que sea “inteligente”? Por otro lado, sería importante enseñarle a convivir entre humanos y que conozca la moral, ética, leyes. Pero también podría estar feliz de conocer la música, el arte, la ciencia, que son creaciones humanas.
Algunos investigadores están diciendo que luego de una AGI se podría evolucionar a una SúperIA, que superara la inteligencia. Considerando nuevamente que también se podría desenchufar, ¿qué sería “superar la inteligencia”? Las películas imaginan los peligros de alguien con una “inteligencia superior”, pero volviendo a lo dicho: la inteligencia se basa en emociones, experiencias, habilidades, conocimientos. Y sería muy difícil determinar qué podría ser superior al humano, cuando cada persona, cada humano es importante y especial.
En octubre de 2019, Andrew Ng, profesor de Stanford y creador de Coursera, indicó que preocuparse por los peligros de una AGI era como preocuparse por una superpoblación en Marte. Primero hay que ver si alguna vez se llega a Marte. Pero, si alguna vez en algún momento de la historia se llegara a crear una AGI, quien lo haga tendría la responsabilidad de darle a la AGI las herramientas para convivir entre humanos, que no sufriera (ya que tendría sentimientos) y que pudiera lograr una calidad en su subsistencia.
La buena noticia
La Inteligencia Artificial sí existe y permite crear proyectos y aplicaciones para empresas, investigación, emprendimientos. Ya se está utilizando en Finanzas, Medicina, Arte, Agricultura y más, para mejorar costos, conocer mejor a los clientes, detectar fraudes, predecir ventas, etc. En vez de esperar a que la IA, la AGI, los robots o lo que sea, te cambien ese trabajo que ya te cansó, o la vida que no te llena, buscá tu pasión. Buscá eso que pueda inspirarte cada día. Caminar, contar estrellas, fútbol, música, cocina, arte, aprender IA. Cantá, pintá, escribí, creá. Y hacé crecer la alegría, las emociones y la inteligencia que son propiedad solamente de los seres vivos.
Marcela Riccillo es Doctora en Ciencias de la Computación. Experta en IA y Robótica