The Sphere por dentro: cómo es el teatro con una monumental pantalla externa que sorprende a Las Vegas
Estuvimos en The Sphere, el teatro que tiene 1,2 millones de luces exteriores para generar una pantalla esférica que cubre todo el edificio, y otra pantalla interior de 15.000 metros cuadrados
- 5 minutos de lectura'
Entre los casinos y atracciones del hotel Venetian de Las Vegas (una bella pantomima de la ciudad italiana), hay carteles que conducen al MSG Sphere. La imponente esfera de millones y millones de LEDs abrió al público el 29 de septiembre de este año con el show de U2 UV Achtung Baby Live. La banda irlandesa inauguró así la esperada nueva atracción con una residencia de conciertos que terminará (por ahora) el 2 de marzo de 2024.
The Sphere es el nuevo hit de la ciudad. Costó más de 2000 millones de dólares, se demoró en su construcción, y ofrece un formato nuevo e inmersivo para vivir shows de todo tipo. Lo conocí a fin de noviembre y por esos días U2 no tenía shows agendados. Fui entonces a la proyección de Postcard from Earth, película del director Darren Aronofsky.
Durante mi estadía me llamó la atención que la esfera (una suerte de hermano muy mayor del Planetario porteño) está prendida de noche y de día. El exterior del edificio funciona como una pantalla, que muestra publicidades y diversas animaciones (un emoji, un ojo o unas medusas, por ejemplo). Es un punto de referencia nuevo de la ciudad.
Cuando llegué al aeropuerto McCarran, la vi asomar. Es inevitable (cuestión de FOMO) hacer fotos y videos (de forma compulsiva, tal vez) desde donde estés. Tomé imágenes desde varias perspectivas y en diferentes horarios. Al día 3 (siendo su vecina), la adopté como parte del “paisaje” de Las Vegas. Encastra perfecto en la ciudad.
Dónde está y cómo es estar ahí
Ubicada al este de Las Vegas Strip (el área de hoteles-casino de lujo), tiene 112 metros de altura y 157 metros de diámetro. Está cubierta de 1.200.000 (un millón doscientos mil, cuesta creerlo) paneles de 48 diodos de luz cada uno. Son 53.900 m2 de pantalla programable, prendidos las 24 del día.
Por dentro, es un modernísimo anfiteatro o una especie de cuenco tech en donde pasan muchas cosas al mismo tiempo. Apenas entrás, hay que pasar por un control con scanner. No está permitido entrar con cámaras profesionales, mochilas, cigarrillos electrónicos y otros objetos. Entré con dos celulares y unas golosinas (y adentro compré bebida).
Subí por una escalera mecánica hacia un gran hall. Lo primero que me llamó la atención es que hay fórmulas matemáticas por varios lugares (Pi por todos lados). Después leí que muchas son ecuaciones centenarias en las que se basaron los ingenieros y arquitectos al construir la esfera.
Hay mucho para mirar por todos lados. Mis preferidos: los hologramas en el techo y cinco robots humanoides que tienen su residencia en el lugar y que no podés dejar de mirar. Se llaman Aura y su misión es dar la bienvenida a los visitantes.
Responden preguntas (en inglés) y están programados para dar datos del lugar. Éramos muchas personas alrededor de cada Aura. Muy difícil interactuar. Me quedo con el simpático “hello, humans” que escuché decir.
Llegó el momento esperado de entrar al lugar del show. Al principio, me pareció bastante empinado al bajar. Después me acostumbré. Tiene capacidad para 18.000 personas (10.000 en los asientos de las plateas y el resto abajo, cerca del escenario). Cuando fui había muchísimos lugares libres. Tiene una pantalla cuadrada enorme de cine de ultraalta resolución 16K x 16K (la pantalla de mayor resolución del planeta) y cubre 15.000 m2 para ver. La experiencia es totalmente inmersiva y la película de Aronofsky va de menos a más.
Comienza, de forma “modesta”, en la pantalla de cine que se ubica en el centro y se expande luego para cubrir 170 grados de la visión. La gran pantalla va desde el suelo hasta los 76 metros de altura.
No estoy segura de si hay malas ubicaciones en The Sphere. Es algo así como vivir una experiencia de realidad virtual pero sin visor, y con absoluto registro de las personas a tu alrededor.
Los asientos vibran por momentos (cuando amerita según la escena). Hay efectos de viento, y baja o sube la temperatura por momentos. Hasta dicen que hay aromas simulados (esto no lo percibí). La evolución del cine 4D.
Hay escenas de la película que están filmadas con drones en donde la cámara se acerca lentamente a un elefante, por ejemplo. Y de pronto sentís que viene hacia vos, gracias al sonido también, y lo que sucede en tu asiento. Es emocionante y multisensorial.
El sonido 360 llega a través de 168.000 altavoces. Los graves y agudos son perfectos. El sistema fue diseñado por la empresa Holoplot. Proyectan audio con la asistencia de algoritmos programados para controlar ondas sonoras a larga distancia.
Toda la experiencia duró 50 minutos. Si bien escuché decir a algunas personas que les pareció un poco largo, me hubiese quedado una hora más. Entiendo también que la película no deja de ser una demo impecable, pensada para mostrar todas las bondades del lugar.
Igual, me hubiese quedado más tiempo en esa nebulosa inmersiva. Me despedí con más fotos y videos, y con una absurda sensación de gratitud.