Qué está pasando ahora con el mundo del empleo, qué sucederá en 20 o 30 años con las profesiones actuales
Como muchos niños, mis hijos, Toby de 7 años y Anton de 4 años, están obsesionados con los robots . En los libros infantiles que devoran antes de irse a dormir, robots felices, listos para ayudar, aparecen con mayor frecuencia que incluso dragones o dinosaurios. El otro día le pregunté a Toby por qué a los niños les gustan tanto los robots.
“Porque ellos trabajan para vos”, respondió.
No tuve el coraje para decirle que algún día él podría trabajar para ellos, o, lo cual es mi temor, que él podría no llegar a tener trabajo en absoluto, a causa de ellos.
No son solamente Elon Musk, Bill Gates y Stephen Hawking los que están asustados por el auge de las máquinas invencibles. Es cierto, los robots tienen el potencial de ser más astutos que nosotros y de destruir la raza humana. Pero antes de que eso suceda, la inteligencia artificial (AI, por su sigla en idioma inglés) podría hacer que incontables profesiones sean obsoletas para cuando mis hijos lleguen a los 20.
No es necesario ser Marty McFly para ver las amenazas obvias a las futuras carreras de nuestros hijos.
Digamos que tu sueño es enviar a tu hija a la Escuela de Medicina Yale para que estudie radiología. Y ¿por qué no? Los radiólogos en Nueva York suelen ganar unos 470.000 dólares al año, según el sitio Salary.com.
Pero el futuro de ese empleo se hace más dudoso a medida que la AI aprende a analizar aún mejor estos estudios. Una startup llamada Arterys, para citar tan solo un ejemplo, ya tiene un programa que puede realizar un análisis de resonancia magnética del flujo sanguíneo a través de un corazón en solo 15 segundos, en comparación con los 45 minutos requeridos por los seres humanos.
Tal vez ella quiera ser cirujana, pero puede que ese empleo tampoco sea seguro. Los robots ya ayudan a los cirujanos a eliminar órganos dañados y tejido canceroso, según la revista Scientific American. El año pasado, un prototipo de robot cirujano llamado STAR (Smart Tissue Autonomous Robot) superó a los cirujanos humanos en una prueba en la que ambos debían reparar el intestino cortado de un cerdo vivo.
Tal vez tu hija se desvíe hacia la facultad de derecho para convertirse en abogada de una de esas empresas a las que les llueve el dinero. Puede que haya más bien una sequía en esa profesión también. Cualquier profesión legal que implica grandes cantidades de mundana revisión de documentos (y eso es lo que los abogados hacen en gran parte) es vulnerable.
Empresas como JPMorgan Chase & Co. ya están utilizando software para escanear documentos legales y predecir qué documentos son relevantes, ahorrando así muchas horas facturables. Kira Systems, por ejemplo, ha informado que ha reducido el tiempo que los abogados necesitan para revisar contratos entre un 20 a un 60 por ciento.
Por instinto de supervivencia profesional, me gustaría asegurarles a mis hijos que el periodismo es inmune, pero eso es claramente una ilusión. Associated Press ya ha utilizado un software de una empresa llamada Automated Insights para generar notas pasables que cubren las ganancias de Wall Street y algunos deportes universitarios, y el año pasado les otorgó a los bots la cobertura de la liga menor de béisbol.
¿Qué hay de otros empleos con más glamour, como piloto de aerolínea? Bien, la primavera pasada, un copiloto robot desarrollado por la agencia Defense Advanced Research Projects Agency, conocida como DARPA, voló y aterrizó un 737 simulado. No me sorprende en absoluto, dado que, según una encuesta de 2015, los pilotos de vuelos comerciales Boeing 777 solo pasan siete minutos durante un vuelo promedio realmente volando la nave. A medida que avanzamos en la era de los automóviles sin conductor , ¿podrán estar los aviones sin piloto tan lejos?
Esto también sucede en Wall Street, donde los robots ya están haciendo su mejor esfuerzo para sacar a Gordon Gekko de su lujosa oficina . Los grandes bancos están utilizando programas que pueden proponer apuestas, crear fondos de inversión o actuar como robo-economistas, mediante el uso del lenguaje de procesamiento natural para analizar los comentarios centrales del banco para así poder predecir la política monetaria, según Bloomberg. BlackRock, la mayor empresa de fondos en el mundo produjo olas este año cuando anunció que iba reemplazar algunos stock pickers humanos (seleccionadores de acciones) altamente remunerados por algoritmos.
Acaso, ¿soy paranoico? ¿O no lo suficientemente paranoico? Un muy citado estudio de 2013 realizado por el Departamento de ciencia de la ingeniería de la Universidad de Oxford, seguramente la más sobria de las instituciones, estima que el 47 por ciento de los empleos actuales, tales como asegurador, árbitro y oficial de préstamos, están en riesgo de ser víctimas de la automatización, tal vez en una década o dos.
Justo por estos días, el McKinsey Global Institute publicó un informe que dice que es posible que un tercio de los trabajadores estadounidenses tengan que cambiar de puesto de trabajo en la próxima década a causa de la AI.
Sé que no soy el único padre que se pregunta si puede hacer algo para que las carreras de sus hijos sean a prueba de robots. Se me ocurrió empezar preguntándoles a los míos qué quieren hacer cuando sean grandes.
Toby, un niño al que le gusta complacer a la gente, y un actor nato, está obsesionado con los automóviles y las películas. Me dijo que quería ser conductor de Uber o actor. (Él es demasiado joven para entender que esos dos empleos van de la mano).
En cuanto a los conductores de Uber, no es ningún secreto que se dirigen a ese gran garaje en el cielo; la compañía recientemente anunció planes para comprar 24.000 vehículos utilitarios deportivos de la empresa Volvo para lanzarlos como flota autónoma entre 2019 y 2021.
¿Y los actores? Puede parecer impensable que un futuro actor generado por computadora pueda alcanzar los matices de expresión y la profundidad emocional de, digamos, Dwayne Johnson. Pero Hollywood ya es una sucursal de Silicon Valley. Pensemos tan solo en cómo los cineastas utilizaron gráficos generados en computadora para reanimar a la Princesa Leia, interpretada por Carrie Fisher, y a Grand Moff Tarkin, interpretado por Peter Cushing, tal como aparecieron en los ‘70 (sin importar que Cushing murió en 1994) para la película Rogue One: una historia de Star Wars.
Mi hijo menor Anton, un niño dulce, pero duro como Kevlar, dijo que quería ser jugador de fútbol americano. Él fútbol americano con robots puede sonar loco, pero ahora se me ocurre que un partido de lunes por la noche entre los Cowdroids de Dallas y los Seattle Seabots puede ser la única solución a los problemas de conmoción cerebral que sufre este deporte.
También dijo que quería ser soldado. Si lo que quiso decir fue soldado raso, sin embargo, será mejor que espere para alistarse. Rusia recientemente presentó a Fedor, un soldado robot humanoide que se parece a un RoboCop después de una dieta extrema; este androide listo para el combate en el espacio puede disparar armas de fuego, conducir vehículos, administrar primeros auxilios y, es de esperar, hacer el saludo militar. De hecho, los ejércitos del mundo se encuentran en una carrera de armamentos, desarrollando robots soldados y un experto en inteligencia británico predijo que las fuerzas estadounidenses tendrán más soldados robot que humanos antes de 2025.
Y una vez más, todo esto está sucediendo ahora, no en 25 años. Quién sabe cómo va a ser el mercado laboral para ese entonces. Es posible incluso que no seamos los seres más inteligentes del planeta.
¿Ha oído hablar de la “singularidad”? Es el término que los futuristas utilizan para describir un punto potencialmente cataclísmico en el que la inteligencia artificial alcanza a la inteligencia humana y es probable que la supere. Pueden llegar a gobernarnos. Pueden llegar a matarnos. No es de extrañar que Musk diga que la AI es “potencialmente más peligrosa que las armas nucleares”.
Una revolución diferente a las demás
¿Pero es realmente así de grave? El miedo a la tecnología es tan antiguo como los luditas, los trabajadores textiles británicos de principios del siglo XIX que destruían las máquinas. Generalmente, los temores resultan ser exagerados.
El auge del automóvil, por citar el ejemplo obvio, de hecho, dejó a los paleadores de estiércol sin trabajo. Pero creó millones de empleos para sustituirlos, no solo para los trabajadores de línea de montaje de Detroit, sino también para las constructoras de vivienda suburbana, los cocineros de hamburguesas Big Mac y los artistas de obras en Broadway. Este, en pocas palabras, es el proceso de destrucción creativa.
Pero la inteligencia artificial es diferente, dijo Martin Ford, autor de Rise of the Robots: Technology and the Threat of a Jobless Future (El auge de los robots: la tecnología y la amenaza de un futuro sin empleo). El aprendizaje de las máquinas no solo nos da nuevas máquinas para reemplazar a las viejas máquinas, empujando a los trabajadores humanos de una industria hacia otra. Por el contrario, nos da nuevas máquinas que nos reemplazan a nosotros, máquinas que nos pueden seguir a prácticamente cualquier industria nueva a la que podamos huir.
Puesto que el libro de Ford me envió por este camino en primer lugar, lo contacté para ver si estaba preocupado por sus propios hijos: Tristan de 22, Colin de 17 y Elaine de 10 años.
Dijo que los empleos más vulnerables en la economía del robot son los que involucran tareas predecibles, repetitivas, sin importar cuanto entrenamiento requieran. “Muchos empleos que se basan en el conocimiento son realmente rutinarios; sentarse frente a una computadora y enviar la misma solicitud una y otra vez, ya sea un informe o algún tipo de análisis cuantitativo”, dijo.
Las profesiones que dependen del pensamiento creativo gozan de alguna protección (el hijo mayor de Ford estudia Ingeniería Biomédica). Lo mismo ocurre con empleos donde prima la empatía y la comunicación interpersonal (su hijo menor quiere ser psicólogo).
Aun así, la capacidad de pensar de forma creativa puede no proporcionar la salvación final. Ford dijo que se alarmó en mayo cuando el software de Google AlphaGo derrotó a un maestro chino de 19 años en Go, considerado el juego de mesa más complicado del mundo.
“Si hablas con los mejores jugadores de Go, ni siquiera ellos pueden explicar lo que están haciendo”, dijo Ford. “Ellos lo describen como un 'sentimiento'. Se mueven en el plano de la intuición. Y sin embargo una computadora pudo demostrar que puede vencer a cualquiera en el mundo”.
En busca de un rayo de esperanza, pasé una tarde viendo TED Talks con títulos pegadizos como “¿Los androides nos están robando los empleos?”
En una de estas, Albert Wenger, influyente inversor de tecnología, promocionó el concepto de garantía de ingreso básico. También conocido como ingreso básico universal, este alegre concepto sostiene que una economía basada en el robot algún día podrá producir una cantidad ilimitada de cosas geniales mientras que al mismo tiempo nos libera de la pesadez del trabajo pasado de moda, dejando que nuestros hijos, financiados por el gobierno, disfruten de abundante vida de ocio como bailarines interpretativos o practicantes de la terapia de picadura de abeja, como la promocionada por Gwyneth Paltrow.
Esta idea hace furor entre las elites de Silicon Valley, las que no solo entienden el poder de la tecnología, sino que también desean pensar que se utilizará para el bien. En su visión de un mundo post AI sin puestos de trabajo tradicionales, todos recibirán un estipendio semanal o mensual mínimo (bienestar para todos, básicamente).
En otra charla del economista David Autor, él sostuvo que los informes de la muerte del empleo son muy exagerados. Casi 50 años después de la introducción del cajero automático, por ejemplo, más seres humanos de hecho trabajan como cajeros que antes. Las computadoras simplemente liberaron a los seres humanos de torturas como contar billetes de $ 20 para concentrarse en tareas más exigentes desde lo cognitivo como “forjar relaciones con los clientes, resolver problemas y presentarles nuevos productos como tarjetas de crédito, préstamos e inversiones”, dijo.
Las computadoras, después de todo, son realmente buenas para algunas cosas y, por el momento, terribles en otras. Hasta Anton intuye esto. El otro día le pregunté si él creía que los robots eran más inteligentes o más tontos que los seres humanos. “Intontos”, dijo después de una pausa larga. Confundido, le pregunté una vez más. “Más inteligentes y más tontos”, aclaró con una picara sonrisa.
Él estaba bromeando. Pero también resulta que estaba en lo correcto, según Andrew McAfee, teórico de administración en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, a quien entrevisté poco tiempo después.
Al hablar sobra otra de las aspiraciones de carrera de Anton, compositor, McAfee dijo que las computadoras ya eran lo suficientemente inteligentes como para crear una melodía mejor que muchos seres humanos. “Lo que es agradable para nuestros oídos, conocemos las reglas para ese tipo de cosas”, dijo. “Sin embargo, me va a sorprender muchísimo cuando haya un compositor digital, alguien que pueda ponerle palabras a esa música, palabras que realmente resuenen con la gente y les haga pensar acerca de la condición humana”.
No todos, por supuesto, nacen para ser un Springsteen cyborg. Le pregunté a McAfee qué otros puestos de trabajo pueden existir en diez años.
“Creo que los entrenadores de salud van a ser una industria importante del futuro”, dijo. “Los restaurantes con personal que brinda una muy buena hospitalidad no van a desaparecer, aunque tenemos más opciones para pedir a través de la tableta”.
“Quienes están interesados en trabajar con sus manos van a estar bien”, dijo. “El robot plomero aún está muy, muy lejos”.
TRADUCCIÓN DE ÁNGELA ATADÍA DE BORGHETTI
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