Si hay 3600 aprobados: ¿por qué siempre usamos los mismos emojis?
Aunque la variedad de emojis disponibles para intercalar en una conversación es cada vez mayor, seguimos usando los mismos emojis una y otra vez; las autoras exploran los motivos
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Si hubo una costumbre que trajo la pandemia fue la de evitar la muchedumbre. Junto al lavado de manos y el uso del barbijo, la distancia social se convirtió en una aliada de nuestra salud.
Esta tendencia a evitar las aglomeraciones, tal vez nueva entre nosotros, parecería llevar ya mucho tiempo incorporada al mundo de los emojis. Aunque estos sean cada vez más, raramente salen todos juntos: el concepto de “grupo de convivencia estable” puede ser aplicado sin problema alguno a los emojis que habitan en nuestros teléfonos.
El ranking de emojis más utilizados en el 2021 repitió, casi sin variaciones, los de 2019. Algunos subieron posiciones, pero, en su mayoría, los diez emojis más frecuentes del mundo prepandemia siguieron vigentes.
Aún más, en un estudio que realizamos en 2016, las autoras de este artículo comprobamos que en España y Argentina esos ya eran los emojis más usados. ¿Cómo se explica que, a pesar de contar con un gran número de opciones, elijamos siempre las mismas?
El “verdadero” significado de cada emoji
A pesar de disponer de más de 3600 pictogramas, no siempre encontramos aquel que se ajusta perfectamente al sentido, la emoción o el significado que queremos transmitir: ¿cuál es el emoji que expresa orgullo y alegría al mismo tiempo?
Por ejemplo, en una reunión familiar, alguien pregunta: “¿Soy un extraterrestre porque nunca encuentro el emoji que necesito?”. Su hijo había sido elegido como mejor compañero en su grado y el padre quería incluir, además de la información, un emoji para ilustrar su sentimiento. No encuentra ninguno y acaba enviando un “❤️”. El polifacético corazón rojo suma un punto más.
Frecuentes son las conversaciones sobre los emojis que faltan o los que no se entienden: ¿Por qué no hay un emoji de…? ¿Qué significa el corazón azul? Estas preguntas derivan de dos prejuicios.
El primero tiene que ver con la creencia de que un conjunto cerrado de elementos sea capaz de dar cuenta de un espectro infinito de objetos, sentimientos, gestos, animales o comidas. El segundo, que cada emoji tiene un significado relativamente estable, preciso. Sin embargo, los usos y funciones de los emojis son tan amplios y su posibilidad de combinación los vuelve tan versátiles que, en general, no presentan conflicto.
Dime qué emoji usas y te diré quién eres…
De hecho, entre los emojis más populares están aquellos que, más allá de su significado literal, representan un espectro amplio de significados y, por lo tanto, pueden ser usados en diferentes ocasiones.
Los usos metafóricos o la polisemia de estos elementos no revisten ambigüedad: casi siempre significan cosas positivas que se ajustan al contexto en el cual aparecen. Por ejemplo, esto ocurre con los corazones o emojis gestuales, como los bíceps que indican fuerza, ánimos. Salvo raras excepciones, solemos optar por aquellos que menor riesgo presentan y que coinciden con lo que se plantea.
A diferencia de otras redes sociales que tienden a la polémica (como Twitter), en WhatsApp priman los lazos afiliativos. Así, la mayoría de los emojis que aparecen en los primeros puestos manifiestan empatía, acuerdo y otros significados positivos.
En una cultura de acercamiento, y ante la necesidad de contar con elementos expresivos propios del discurso digital, resultan muy productivas aquellas imágenes que sirven para agradecer (🙏🙌) o que indican acuerdo (👍👌). Pero, cuidado, que si usamos un emoji viejuno (😂🤣) podrán catalogarnos de antiguos.
Más vale malo conocido que bueno por conocer
Si bien gran parte de los intercambios comunicativos digitales se reducen a conversaciones de contacto (saludos de buenos días, por ejemplo), organización de encuentros y, en caso de otros ámbitos comunicativos como el comercial o institucional, al intercambio de información, es esperable que la lista de emojis siga circunscrita a estos tópicos recurrentes (muy ligados a la manifestación de acuerdo y al agradecimiento).
Además, los emojis se combinan bien con el texto escrito. Igual que usábamos abreviaturas cuando teníamos teclados alfanuméricos porque resultaba difícil incluir todas las letras, ahora optamos por los elementos de nuestro pequeño mundo controlado de los “emojis recientes”, que nos permiten introducir elementos expresivos sin tener que estar buceando en el repertorio completo.
Contraté un flete para traer la bici. Me acaba de mandar este stiker: pic.twitter.com/ehQVHw7xZ4
— La Jojó (@jojoldani) December 10, 2021
En el menú también están los stickers (pegatinas). A diferencia de los emojis, aparecen aislados en cada mensaje y cada usuario tiene un conjunto personal: una pequeña colección que se va agrandando a medida que se guardan más. Es decir, se diferencian de los emojis en que no están estandarizados y tampoco están organizados por categorías. Es como un álbum de figuritas personalizado que nunca se completa. Esta diversidad, muy celebrada, hace que los stickers se consideren confusos en determinados ámbitos o que su uso sea de carácter lúdico.
Emoji de besito, chau
Sin embargo, como sucedió con los cambios de hábitos pospandemia, una nueva actualización en nuestras aplicaciones produjo un temblor en un grupo tan habituado a la estabilidad: la aparición de las reacciones de WhatsApp. Quizás, haciéndose eco de las necesidades gráficas y expresivas de los usuarios, se propusieron estas seis alternativas fijas para responder a los mensajes.
Ya no tenemos más que presionar durante un milisegundo para informar a nuestros interlocutores de si estamos de acuerdo con lo que han dicho, si nos gusta, si nos da risa, sorprende, entristece o si rogamos porque así sea.
¿Será el comienzo del destierro para el emoji del corazón rojo y para el del pulgar hacia arriba? ¿O se reafirmarán en el podio al haber ganado un lugar entre el grupo selecto de las reacciones? Tendremos que esperar al año próximo para saber cuáles elegimos dentro del amplio menú de elementos multimodales.
Lucía Cantamutto es Investigadora en el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Derechos, Inclusión y Sociedad. CONICET-UNRN, Universidad Nacional de Rio Negro; Cristina Vela Delfa es Profesora del Departamento de Lengua Española en la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación, Universidad de Valladolid
Este texto se republica de The Conversation bajo licencia Creative Commons
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