Sergio Díaz, el argentino que la rompe en Instagram dibujando billetes
Desde Star Wars a Los Caballeros del Zodíaco: Sergio Guillermo Díaz encontró en el dinero una manera de expresar su sensibilidad pero, lejos de las tendencias de Internet, asegura que lo que hace son verdaderas obras de arte
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Existe un sitio en el que los billetes argentinos cobran más y más valor cada día: no es ni en una realidad paralela ni en una novela distópica, sino en el perfil de Instagram de Sergio Guillermo Díaz, un artista salteño que decidió usar como lienzo la moneda nacional y que consiguió unir con talento a próceres nacionales con superhéroes, personajes de cómics e íconos del cine del siglo XX.
“Dibujo desde que soy chico, una pasión que me acompañó después durante mi secundario y que me hizo decidirme a la hora de pensar una carrera”, cuenta Díaz, quien en la actualidad trabaja en el Museo de Arte Contemporáneo salteño. Este hombre de 37 años nació en General Güemes, una ciudad a 50 kilómetros de la capital de la provincia, donde se mudó hace dos décadas para estudiar profesorado de artes visuales y la carrera de diseño gráfico.
Así, mientras avanzaba en su formación, nunca dejó de dibujar como hobbie y como forma de expresión: “Si bien no estudié específicamente ilustración, todo lo que aprendí me sirvió para especializarme en el dibujo y en la pintura. Aunque he hecho escultura, lo mío son los formatos medianos y pequeños. En un comienzo, mi camino artístico estaba vinculado con la naturaleza y los animales, pero también con las temáticas sociales y de protesta”.
Sin embargo, con el paso de los años, Díaz comenzó a explorar formas más personales de expresarse. Fue justo en ese momento que vivió un acontecimiento que cambiaría su vida en su sentido muy profundo: ser padre.
“El nacimiento de mi hija me trajo muchos cambios. Con su llegada yo pierdo mi taller, que era el espacio en donde yo trabajaba y quedaban mis obras, y tuve que adaptarme a nuevas formas de trabajo. Y a eso se sumó que pasaba muchas tardes cuidándola y ya no podía dedicarme varias jornadas a una misma obra. Sentí, entonces, una necesidad de cambiar pero no sabía cómo. Fue en ese momento en el que vi que mi mujer desechó un billete porque estaba roto…”, recordó.
Los garabatos en ese billete original pronto fueron un boceto y luego una obra terminada: con lápiz y lapicera logró su primera intervención. Fue en un billete de dos pesos, tal como era una suerte de tendencia en algunos tuits y posteos de Instagram: “Esos billetes aún estaban en circulación pero solo te alcanzaban para dos caramelos. Sentí que podía existir un valor artístico en revalorizar ese papel y volverlo más valioso que la moneda”.
Interesado por las posibilidades del formato, Díaz se puso a investigar y descubrió que existe una comunidad mundial de personas que trabajan con el dinero como formato para crear, que suele ser conocida como #MoneyArt.
“Yo quería ir un poco más allá de eso: si bien respeto la figura que está en el billete quiero llevarlo a lo pictórico. Y por eso retomé los pinceles, la búsqueda de color y mi propia capacidad para dibujar. El soporte es una excusa. Para mí son pinturas en pequeños formatos pero, claro, entiendo que no hubiesen tenido la repercusión que tienen si eran en meros papeles”, confesó.
Si bien en un comienzo cada billete le llevaba al menos tres horas de trabajo, con un especial cuidado en la mezcla de color, pronto comenzó a dedicarle más tiempo a cada pieza y hoy puede estar hasta cuatro días trabajando en un obra. La calidad lograda pronto lo hizo destacar dentro de Instagram y sus posteos fueron creciendo en repercusión.
“Mi cuenta me dio la posibilidad de hablar e interactuar con actores y actrices que participan de algunas de las ficciones que retrato o tener el like de Andy Muschietti en el billete sobre el payaso de IT. Pero mi mayor orgullo es cuando otros colegas artistas o del mundo del arte comparten lo que hago”, explicó.
Díaz nunca planeó vender sus obras, pero los pedidos eran tan insistentes que terminó accediendo. Cada pieza es única y, si bien le suelen pedir sus creaciones más populares, jamás repite un motivo y no le molesta que muchas veces se compartan sus creaciones sin citar su autoría: “Entendí que cuando subís algo a Internet es de dominio público, que si incluso ponés marca de agua habrá quien la quite o quien no le preste atención. Sé que, incluso, hay gente que imprime los billetes y los vende. No lo considero un robo, sino las reglas del juego”.
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