Selfie que me hiciste mal: los impactos de exponernos a los filtros de las redes sociales
El uso excesivo de los filtros de la cámara de fotos afecta el bienestar digital y la salud mental de los usuarios, sobre todo cuando vienen predefinidos
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El uso excesivo de las selfies ya está definido como un trastorno y pueden generar malestar en los usuarios. Hace unos años se comenzaron a ver las consecuencias en los consultorios de cirugía estética a raíz de lo que se conoce como dismorfia de Snapchat, un trastorno obsesivo compulsivo ocasionado por la distorsión de los filtros en las autofotos. En todo el mundo son cada vez más los usuarios que quieren parecerse a la imagen generada a través de las cámaras embellecidas de los celulares. De hecho, la Academia Estadounidense de Cirujanos Plásticos y Reconstructivos Faciales afirma que el 55% de los cirujanos plásticos faciales recibieron pacientes que querían cirugías para verse mejor en selfies, un 30% de los cuáles tenían menos de 30 años.
Los años pasan y hoy ya más del 70% de las fotos que se sacan en los dispositivos Android utilizan la cámara frontal y más de 24 mil millones de fotos son etiquetadas como selfies en Google Photos, según la compañía. Muchas veces se utilizan filtros adrede pero en otras ocasiones es la misma cámara del celular la que aplica efectos belleza integrados. El problema surge cuando un usuario no sabe que esa imagen está retocada en forma automática; esas fotos pueden impactar negativamente en el bienestar mental.
Esto llevó a Google a hacer un estudio y una modificación de su software para desactivar los filtros inteligentes de algunos de sus teléfonos celulares. Maggie Stanphill es directora de UX de Google, un puesto pensado para analizar y mejorar todo lo que tenga que ver con la experiencia del usuario (UX). La ejecutiva brindó una conferencia sobre cómo la experiencia del usuario con los filtros de la cámara de fotos afecta el bienestar digital y a su salud mental, y cómo se establece transparencia y un control sobre las funcionalidades relacionadas a los efectos aplicados en la cámara.
Esta situación, según cuenta Stanphill a LA NACION, se vio intensificada por la cuarentena: “Nuestras vidas están sucediendo en línea cada vez más y todos sienten la presión de verse bien. Tu estado mental puede verse afectado por la cultura de las selfies. Las dudas sobre la apariencia pueden desencadenar ansiedad y depresión”.
Kit de herramientas
Junto con la consultora Material desarrollaron un kit de herramientas de bienestar digital que incluyen cambios en el software, la incorporación de interruptores de encendido/apagado e información transparente de cómo funciona una característica (incluido cómo se recopilan y utilizan los datos) y el uso de idiomas neutrales, visuales específicos, transparencia y educación.
Las palabras que utilizan las aplicaciones de las cámaras tampoco son inocentes: efecto belleza, realce de rostro, mejora facial, realce de ojos, mentón más angular, etcétera. Esto, extrapolado a la intensidad de las tomas de autofotos, tiene sus consecuencias. Según datos aportados por Stanphill todos los días se toman 93 millones de selfies y una de cada tres fotos de personas de entre 18 y 24 años es una selfie.
En la tienda de Google Play se pueden encontrar cientos de apps que aplican efectos de belleza a la cámara del celular. Entre ellas, la Cámara de Belleza y Filtro B612 ya tiene casi 7 millones de descargas y más de 100 millones de usuarios mensuales. Le sigue BeautyPlus con 4,6 millones de descargas y YouCam Makeup- Cámara Selfie y Espejo Mágico con casi 4 millones.
Por lo pronto, Google se comprometió a aplicar estos principios de diseño en los teléfonos Pixel de Google a partir del Pixel 4a, el nuevo Pixel 4a (5G) y el Pixel 5, que si bien tienen opciones de retoque facial están desactivadas de forma predeterminada. En una próxima actualización, afirman que se verán iconos y etiquetas descriptivos sin valor para las opciones de retoque facial. Lo mismo hizo Snapchat, que modificó su cámara principal sin filtros predeterminados.
En una encuesta reciente de la organización británica Girlguiding detectó que un tercio de las niñas y mujeres jóvenes no publicarían selfies sin usar un filtro. Un 39% de las encuestadas afirmó sentirse molestas por no podían verse iguales en la vida real que en internet. A raíz de esto, surgió una campaña en Instagram titulada #filterdrop (dejar los filtros) para mostrar más pieles reales en la red social. Sucedió algo similar en países de habla hispana con el hashtag #PielesReales y #SinFiltro.
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