Se afianzan los proyectos de impresión 3D en el país
A mediados del año pasado, Antonia Albarracín, una mujer que sufrió la destrucción total de la tráquea cervical, fue sometida a una inédita operación realizada en el Hospital Centro de Salud, en la capital tucumana. Los médicos reconstruyeron el órgano con una impresora 3D y Antonia comenzó una nueva vida.
Cada vez hay más implementaciones 3D en nuestro país, y esta tecnología se está aplicando en el área de salud, en el arte, el diseño, la decoración y hasta en la industria alimenticia. Gino Tubaro fue uno de los primeros, en el nivel local, en valerse de esta tecnología para fabricar prótesis de manos. A los 18 años (hoy tiene 21) comenzó a producirlas por un costo aproximado de $250.
Tubaro fundó Atomic Lab, que ayuda a chicos de todo el mundo, desde la Argentina hasta Tailandia, con estas prótesis. Posee una comunidad con más de 7000 voluntarios, 800 con impresoras 3D. Pero no se queda quieto. Hace un mes, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, junto al Servicio Penitenciario Federal, firmaron un convenio con Atomic Lab para que los internos alojados en establecimientos penitenciarios federales puedan fabricar brazos y manos mecánicos y se los den a los niños que los necesiten. El acuerdo, que tiene validez de un año, comenzó a ejecutarse con el Complejo Penitenciario Federal IV de Mujeres, en Ezeiza.
Impresión de órganos
Entre los emprendimientos locales relacionados con la salud se encuentra Mirai 3D. En 2015, durante unas vacaciones de verano en Bariloche, tres amigos de la Facultad Favaloro –Lucas Mey (24), Santiago Birkner (23) y Matías Bianucci (24)– tuvieron la idea de armar una impresora 3D. “En ese momento estudiábamos ingeniería biomédica y cuando terminamos de armar la máquina buscamos aplicaciones en medicina. Quisimos replicar el uso que se le estaba dando en Estados Unidos. Hoy, además de acercar la impresión 3D a la medicina, estamos implementando otras tecnologías como realidad virtual e inteligencia artificial para planificación quirúrgica y diagnóstico”, dice Bianucci, técnico electromecánico y estudiante de ingeniería industrial en la UTN.
Esta se convirtió en una empresa en 2017. “A fines de 2016 un cirujano utilizó, por primera vez, una impresión 3D realizada por nosotros. Hoy muchos médicos están implementando esta tecnología en distintas áreas como cirugía pediátrica, torácica, maxilofacial, cabeza y cuello y cardiovascular, entre otras”, señala Bianucci.
Una de las aplicaciones más comunes de sus producciones 3D es la de realizar biomodelos, que son réplicas exactas de la anatomía de un paciente. “Los cirujanos los utilizan para planificar la cirugía o incluso para practicarla antes de entrar a quirófano”, explica. Las impresoras utilizadas en Mirai 3D son diferentes según el insumo que necesiten. Algunas utilizan resinas fotosensibles; otras, filamentos plásticos, y otras, polvo.
Para Bianucci, la impresión 3D mejorará la salud del mundo por tres razones principales. “Antes los productos médicos eran estándar, ahora uno puede diseñar un implante con la medida exacta que necesita el paciente. Otro punto interesante es que los hospitales podrán fabricar los productos que necesiten. Y, por supuesto, la impresión 3D de órganos revolucionará el mundo del trasplante”, enumera.
Por otro lado, este emprendedor resalta que la impresión 3D baja los costos en el área de medicina porque permite lograr excelentes productos con equipos y programas accesibles.
Entre los proyectos de Mirai 3D se destaca Hospitales en Red con Tecnología 3D (HR3D). “Cualquier hospital público o privado se puede sumar a este grupo de trabajo. Nosotros le proveemos una cierta cantidad de impresiones 3D sin cargo para aplicar en casos reales. Como contrapartida, solo tomamos información de cada caso para ver si trajo beneficios, y con esos datos generamos contenido científico e impulsamos a financiadoras y autoridades a invertir en impresión 3D”, dice.
Diseño y decoración
La tecnología 3D también desembarcó en el mundo del diseño y la decoración. El emprendimiento del argentino Lucas Ferrara, llamado Doña3D, ofrece luminarias impresas. “Esta tecnología nos permite obtener gran variedad de productos muy complejos o imposibles de realizar en producciones de baja o media escala”, explica Ferrara. Este diseñador industrial comenzó a desarrollar las primeras pruebas a mediados de 2013 y lanzó sus productos en 2015.
Las lámparas se diseñan digitalmente y son fabricadas mediante la tecnología de impresión Fdm, que deposita filamento de ácido poliláctico (o PLA) en capas superpuestas. El material es un polímero biodegradable derivado, altamente versátil, que se produce a partir de recursos renovables.
Gracias a sus lámparas y veladores 3D esta empresa fue seleccionada para participar de Innovar 2015 y en 2017 ganó la Mención Honoraria en el 21° Salón de Diseño de Brasil.
“Las lámparas se imprimen bajo demanda, no tenemos stock. El consumidor puede elegir modelo, tamaño y color. Y los tiempos de producción pueden llevar entre cuatro y 20 horas, según el tamaño y el modelo elegido”, explica Ferrara.
Para el fundador de Doña3D esta tecnología acerca más al diseñador y el consumidor. “Además, está cambiando lo que consumimos. Ya no vamos a tener que elegir entre lo que hay disponible. Tendremos mayor poder de decisión sobre lo que deseamos y los productos se adecuarán totalmente a nuestras necesidades o deseos”, predice Ferrara.
¡A comer!
Otro de los grandes desafíos es la impresión de comida. Los expertos aseguran que las impresoras 3D ya han entrado en las cocinas de grandes restaurantes y que en un futuro no muy lejano serán un electrodoméstico más de las cocinas hogareñas. De hecho, algunas compañías como la estadounidense 3D Systems y la canadiense ORD Solutions ya han lanzado equipos que imprimen alimentos.
Estas máquinas funcionan de manera similar a una manga de pastelero, es decir que se van imprimiendo capas sobre capas de diferentes ingredientes. La gran cuenta pendiente es la cocción, ya que la mayoría de los platos deben terminar de prepararse en el horno o la sartén.
El mundo de los tragos también está experimentando cambios gracias a la impresión 3D. En nuestro país uno de los pioneros en utilizarla es Bar-on, de Jaime Moragues. Este emprendedor de 46 años creó un dispenser automático de bebidas. “Antes de empezar Bar-on trabajé dos años en una empresa de impresión 3D. Me enamoré de esa tecnología y me negaba a pensar que solo servía para imprimir muñecos. Vi un desarrollo de un sistema básico para servir bebidas con estas máquinas y de ahí surgió mi idea. Estuve tres años investigando y logramos hacer una máquina fabricada, en un 70%, mediante impresoras 3D”, relata Moragues.
El primer modelo cuenta con cuatro bombas que permiten la carga de cuatro botellas; con la combinación de sus bebidas se realizan los diferentes tragos. Esta máquina soporta un máximo de 50 personas y tarda 10 segundos en servir un vaso. Para funcionar se vale de una aplicación que corre en equipos Android.
¿Cómo funciona? El usuario solo debe elegir la combinación de bebidas y poner un vaso en la sección de carga, como en una máquina de café. Al hacer el pedido además puede configurar el tamaño del vaso, el porcentaje de cada componente y un sensor de la máquina detecta si el vaso está en la máquina o no. En caso de que el vaso se retire antes de tiempo la máquina dejará de servir.
Actualmente Moragues está desarrollando un modelo más avanzado, que incluirá entre seis y ocho bombas y un módulo de enfriamiento. “Se adaptará para barriles de cerveza y cervezas en botellas, que no necesitarán enfriarse previamente. Este equipo enfriará cualquier bebida en un minuto”, anticipa.
Por otro lado, la máquina también podrá ser una útil herramienta para las marcas. “Cuando los usuarios la utilizan ingresan, a través de la app, su nombre, edad, sexo, correo electrónico, y cómo suelen tomar determinada bebida. Toda esa información puede ser muy importante para que las compañías conozcan y se vinculen directamente con sus clientes”, observa.
Todos los entrevistados coinciden en que el poder de esta tecnología no tiene límites. “Podremos imprimir repuestos de equipos, muñecos para los chicos, comida. Podremos producir cualquier pieza que necesitemos en nuestra casa o empresa, sin tener que ir a buscarla, comprarla y esperarla”, vaticina el creador de Bar-on. Eso sí, el apoyo del Gobierno para capacitar a los chicos desde la primaria, y para difundir el alcance de esta tecnología es, según él, fundamental para su desarrollo.
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