¿Qué emojis usan los ciberacosadores? La ciencia busca determinarlo para identificarlos
Una investigadora de la Universidad Politécnica de Valencia desarrolla herramientas para prevenir y detectar el ciberacoso sexual a menores
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La creación de perfiles lingüísticos es el primer paso para el desarrollo de herramientas digitales forenses con el objetivo de prevenir y detectar el ciberacoso sexual a menores. En ello trabaja la profesora de Lingüística Aplicada de la Escuela Superior de Ingeniería Informática de la Universidad Politécnica de Valencia, Carmen Pérez Sabater, dentro del proyecto stoponsexgroom.com. Lingüistas, psicólogos, criminólogos, juristas e ingenieros informáticos especialistas en inteligencia artificial de universidades de tres países, además de policías y guardias civiles, trabajan en la obtención de un modelo analítico sobre la conducta verbal de los acosadores y de los menores. Con ese modelo, se creará un algoritmo que detecte a los ciberdelincuentes o a las víctimas de manera que las fuerzas de seguridad detecten detalles que sirvan para incriminar a los acosadores.
El trabajo se está realizando en colaboración con el Ministerio del Interior español. Como parte del mismo, una estudiante de doctorado de la UPV, Andrea García Montes, bajo la tutela de Pérez Sabater, están analizando un corpus de texto cedido por el Ministerio del Interior español de agresores condenados por ciberacoso sexual a menores. Así, está determinando el uso que hacen de los emoticonos los ciberacosadores en las redes. La hipótesis de partida era que los acosadores iban a utilizar elementos gráficos que hicieran alusión implícita al sexo, como berenjenas, cerezas y duraznos. “Sin embargo, son conversaciones con una gran presencia de emojis de corazones y besos”, apunta García Montes. La profesora Pérez Sabater explica que la intención de los delincuentes es “disfrazar” la relación, atrapar a las víctimas como si se tratara de una relación convencional. “Solo hemos encontrado una berenjena entre 100.000 palabras”, desvela la investigadora. La diferencia, según señala, es que los acosadores no utilizan habitualmente stickers personalizados y se limitan a los prestablecidos por los teléfonos.
El procedimiento suele ser el mismo. Primero trabajan la confianza del menor, con intercambio de información personal y cumplidos, sociabilidad; a continuación se utiliza el lenguaje sexual, de forma explícito o implícito para trivializar las conductas sexuales; posteriormente se busca el aislamiento de la víctima de su entorno afectivo-social y, por último, el contacto físico fuera de la red.
Los emojis, según la edad y el género
El trabajo de Carmen Pérez Sabater no se limita a la búsqueda de herramientas para detectar ciberacosadores. Además, ha analizado 90.000 mensajes para determinar el uso actual de los emoticonos en las conversaciones de WhatsApp. Entre sus conclusiones señala que hay muchas diferencias en las que influyen diferentes factores, desde los culturales, hasta la relación entre los interlocutores, la tipología de conversación o si quien escribe es un hombre o una mujer. “La gente joven, de menos de 30 años, usa muchos GIFs y stickers personalizados, no tantos emojis convencionales que, como dicen, no son los suficientemente expresivos para ellos. No sucede así con los usuarios mayores de 50 años, cuyas conversaciones ‘son una fiesta de emojis constante’”, explica Carmen Pérez.
Por género, el trabajo de esta investigadora valenciana desvela que, en las conversaciones de grupo, el comportamiento de los hombres varía en función de si el grupo es mixto o no. “Si no lo es, no usan tantos emojis como las mujeres, cuyo comportamiento no varía independientemente de por quién esté formado el grupo. Y si es mixto, los hombres se suelen acomodar al tono general del grupo y a lo que hacen las mujeres”, explica la investigadora.
“Los emoticonos han dejado de tener su significado real para pasar a ser elementos con los que nos relacionamos y como herramienta de diversión”, desarrolla Pérez Sabater. Por ejemplo, cuando en un mismo chat hay muchos participantes, el uso de un emoji sirve para evitar el silencio y reforzar los lazos de unión con el resto del colectivo que forma parte del grupo. Según la profesora de Lingüística, en chats grandes, los emoticonos sin ningún tipo de texto solo se dan en el 35% de las ocasiones, mientras que las respuestas en una conversación entre dos personas los emoticonos aparecen unidos a un texto en el 54% de las veces.
“Nos queremos diferenciar del resto, cada vez buscamos más ser originales en nuestras conversaciones y para ello creamos nuestros propios stickers y GIFs. Sobre todo en las conversaciones grupales de jóvenes, cada comunidad tiene su propia batería de GIFs y stickers a la carta, que son la seña de identidad del grupo”, añade Carmen Pérez.
El primer emoji fue creado en 1999 por el japonés Shigetaka Kurita, aunque no fue hasta 2010 cuando empezaron a utilizarse de forma masiva. Aquel emoticono se hizo con signos de puntuación: punto y coma y cierre de paréntesis para dibujar un guiño sonriente. Actualmente, se sigue utilizando, pero en colectivos muy determinados. “Los ingenieros siguen usando los signos de puntuación en lugar de los emojis preestablecidos. Es como su código secreto. Dan a entender que aprecian más la relación existente porque hacen un esfuerzo añadido por crear esos símbolos”.