Tropiezos y progresos para los smartphones modulares
Google dejará de desarrollar el Proyecto Ara, que proponía crear un teléfono con componentes intercambiables; cómo están las otras apuestas de la industria que avanzan sobre este concepto
Google suspendió su Proyecto Ara, la iniciativa que buscaba crear un smartphone modular, con componentes intercambiables al estilo de las PC de escritorio convencionales. Al menos, eso afirma Reuters: no hay voz oficial al respecto, aunque el anuncio no sorprende; el derrotero de esta idea, que nació cuando Motorola todavía era parte de la compañía, fue lento y tortuoso.
Lo último que se supo en forma oficial del Proyecto Ara fue que la venta inicial del sistema básico (una suerte de espina dorsal al que se sumaban los módulos con el procesador, la cámara, la pantalla, la batería, etcétera) se había detenido, y que los desarrolladores habían cambiado su apuesta todopoderosa por otra más básica: crear un teléfono (con pantalla, procesador, antenas y batería) y dejar ranuras en la espalda para complementar sus funciones con otras, que vendrían en forma de módulo. Todo esto, al menos por ahora, está frenado, aunque según Reuters en Google siguen trabajando para buscar socios que hagan realidad algunas de las ideas del proyecto Ara.
Así lo mostraban hace unos meses:
Esto no significa que el concepto del smartphone modular haya desaparecido, pero sí que los problemas para transformarlos en algo masivo no han sido superados del todo: hay al menos tres compañías que siguen con esta idea ambiciosa, y otras dos que apostaron a algo mucho más limitado, pero por eso mucho más factible. Eso, más allá de que en todos los casos sigue siendo una idea que, por ahora, está dirigida a un grupo muy reducido del mercado.
Flexible y rígido al mismo tiempo
Una de las ideas detrás de un smartphone modular (o de un dispositivo de electrónica de consumo modular, como proponen en la comunidad Phonebloks) es la posibilidad de la actualización a largo plazo, la misma que mantiene con vida a la clásica PC de escritorio, con un gabinete estándar en el que se montan múltiples piezas, todas ellas con conectores estándar. Lograr esto, no obstante, conlleva una penalización: esos conectores impiden lograr la miniaturización notable que logra hoy una notebook o un smartphone estándar.
También, potencialmente, suben el costo de los componentes, abren la puerta a incompatibilidades, problemas con los drivers, etcétera. Y obligan a hacer un diseño que debe perdurar en el tiempo, precisamente para que esos módulos sirvan para varias generaciones de un mismo dispositivo. Un ejemplo: Lenovo se comprometió a mantener la compatibilidad de los módulos de la línea Moto Z por tres años: no cambiará su tamaño general, ni la posición de la cámara. Pero si -como parece- las cámaras con doble lente se hacen más populares, Lenovo deberá encontrar la manera de ubicarlas en el mismo espacio. O prescindir de ellas, y entonces la inversión en esa familia de dispositivos (y sus accesorios) pierde atractivo. Los teléfonos de Apple, por ejemplo, conservan el diseño por dos o tres generaciones (si se cuenta el iPhone SE y el teórico iPhone 7), lo que facilita la venta de fundas, carcasas, etcétera.
Los beneficios también están claros: un sistema modular permite una actualización gradual, como mejorar la cámara pero mantener la pantalla, que es suficientemente buena; reducen el impacto económico para el usuario, ya que es posible cambiar una pieza, y sólo una (porque no tiene dinero para más, o porque es esa sola la que se dañó); se reduce la basura electrónica que se genera cada año.
El mejor ejemplo de esto (y una prueba de que el sistema puede ser posible) es Fairphone, una firma que vende smartphones sustentables, tanto por la provisión de materiales para los componentes (que deben venir de regiones en las que su minería no genera conflictos bélicos) como para su reemplazo: todo el teléfono, y muchas de sus piezas internas, se pueden reemplazar quitando un tornillo. ¿Sale una cámara mejor? Si Fairphone fabrica el módulo -y mantiene el mismo tamaño- se podrá reemplazar la vieja en unos minutos. Lo mismo, claro, si se rompió la pantalla, o el conector de audio, etcétera. La contra es un teléfono más voluminoso que lo usual, pero para muchos el poder extender la vida útil del teléfono bien lo vale. Fairphone ya tiene dos generaciones en la calle y 100.000 unidades vendidas (un número ínfimo en un mercado de 1600 millones de teléfonos al año, pero significativo por el tamaño de la compañía detrás).
El otro proyecto modular es el de Puzzlephone, con un sistema de tres piezas similar al de la última iteración del proyecto Ara: menos opciones de cambio, pero más fácil de lograr. La base es el procesador, la memoria y la cámara; la "espina" es la pantalla y el resto de la carcasa; el tercer módulo es la batería, que eventualmente permitirá más alternativas. La diferencia fundamental, claro, es que todavía no está a la venta: la compañía explicaba el martes último que por problemas de financiamiento los primeros equipos no estarán listos este año, como esperaban, y deberán esperar al año próximo para llegar a los primeros interesados.
Los accesorios modulares de LG y Lenovo
Hay dos compañías más, por supuesto, que están en el mismo tema: LG y Lenovo. Aunque hablan de módulos, ambas optaron, más bien, por estandarizar un sistema de accesorios que se unan al teléfono con una integración mayor a la clásica funda. No son teléfonos modulares, ya que no se pueden cambiar sus componentes. Pero toda la idea para lograr cierto control sobre los accesorios. Es una idea muy de nicho: presupone que alguien está dispuesto a comprar un teléfono y, además, un accesorio (como parlantes externos) que no es barato y que funciona sólo con ese teléfono. Es una demostración de confianza muy grande por parte del usuario, que encontrará alternativas para muchas de estas funciones en un accesorio Bluetooth, a precios similares o menores; el precio de estos módulos va desde los 50 a 300 dólares, dependiendo de la función.
En rigor, los accesorios modulares de LG funcionan en dos teléfonos (las 2 versiones del LG G5; la que se vende en nuestro país y otra más modesta); los de Lenovo, en los tres Moto Z presentados hasta ahora. Ambas compañías dicen que conservarán la compatibilidad con dos generaciones adicionales de teléfonos; si alguien compra hoy un accesorio para el LG G5 o el Moto Z, lo podrá usar en dos sucesores. El problema, claro, está es qué sucede si esos dos sucesores no son buenos.
Las implementaciones por parte de ambas compañías también son diferentes: la de LG requiere apagar el teléfono, quitar la base, extraer la batería e insertar la que traiga el accesorio. Los presentados hasta ahora: unos parlantes externos de Bang&Olufsen, y un grip para cámara, con botón de disparo físico y una batería adicional a la del teléfono, como tenía la funda especial del Lumia 1020.
En el caso de Lenovo, los accesorios modulares se ponen y sacan "pegándolos" al dorso del teléfono, donde quedan en posición gracias a unos imanes; no hay que apagar el teléfono, lo cual es una ventaja sobre el diseño de LG, por menor que sea. Las opciones disponibles para los tres Moto Z (el estándar, la versión Force y el flamante Play anunciado esta semana) van desde una cámara Hasselblad con zoom óptico 10x hasta cubiertas de colores, texturas y materiales diversos (uno de los elementos más populares de la línea Moto X), pasando por los parlantes externos JBL, un picoproyector para crear un cine en cualquier lado (un concepto que Samsung también exploró, sin éxito, aunque con más limitaciones), y baterías externas. Estas últimas son un caso interesante: su razón de ser está en que el Moto Z original -el más sofisticado de los tres- tiene un grosor de 5,2 mm, lo que limita su batería a 2800 mAh; el Moto Z Play tiene un grosor de 7 mm (perfectamente aceptable para los estándares actuales) y una batería de 3510 mAh, más que suficiente para un uso diario normal.
Una tercera compañía es Nexpaq, liderada por Dan Makoski, ex líder del Proyecto Ara en Google; ofrece una funda para iPhone 6/6S, Galaxy S5/S6/Notes y el OnePlus original, y permite agregarle nuevos componentes a esa funda; tiene 12 módulos, como una batería extra, parlantes, un sensor de temperatura y humedad, un láser, un lector de tarjetas de memoria, botones programables, etcétera. Y logró un cuarto de millón de dólares en financiación tras una campaña en Kickstarter.
Estas compañías dicen que están trabajando con terceros para crear más accesorios que aprovechen sus respectivos sistemas modulares, y que amplíen el atractivo que tienen hasta ahora. Los de Lenovo corren con una ventaja, más allá del sistema de conexión: las cubiertas con colores, con madera, etcétera, ofrecen un adicional respecto de las de LG, y son más baratas: ya hay cubiertas por 15 dólares. Esto puede contribuir a hacer popular la idea de sumar extras al teléfono con un imán, pero para inversiones más grandes siguen requiriendo algo fundamental, y más difícil de obtener: una apuesta a largo plazo por un modelo específico de teléfono, ya que no sirven, por ejemplo, para un teléfono de la misma línea, pero con un tamaño diferente de pantalla.