Programación verde: software para reducir el impacto ambiental
Para ejecutar un programa, una aplicación o una app se requiere energía eléctrica. Por lo tanto, la forma en la que se escribe el código puede impactar en el cambio climático.
La así llamada programación verde es un movimiento que busca disminuir esa huella de carbono. Los desarrolladores enrolados en esta tendencia tratan de utilizar la menor cantidad de líneas de código (más sobre esto enseguida), aunque sin alterar la experiencia del usuario; una vez escrito el código, se lo revisa para reducirlo al máximo.
Esta iniciativa surge de la mano del holandés Danny van Kooten, un programador que desarrolló una extensión para la plataforma de creación de sitios web WordPress para usar el servicio de envío de mails Mailchimp. Según sus propias estimaciones, “esos pequeños cambios han reducido mensualmente las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 59 toneladas, el equivalente a dejar de conducir mi coche unos 421.000 kilómetros”.
De todos modos, los expertos consultados por la nacion aclaran que la cuestión del impacto ambiental no reside simplemente en la extensión del código. Ignacio Barrea, director académico de Digital House, un centro que imparte cursos sobre disciplinas digitales, explica: “La eficiencia energética de reducir la longitud del código fuente es muy baja. Lo que ocurre es que creció tanto la cantidad de procesamiento de los dispositivos que los programadores le empezaron a prestar menos atención a la eficiencia del código. Esto no era así hace 10 años, porque los teléfonos tenían muy poca RAM y había que mirar muy en detalle la cantidad de bits que se estaban guardando para cada ejecución, porque eran muy limitados. En mis primeros desarrollos de aplicaciones móviles para Android tenía que estar muy consciente de qué información iba a usar y para qué, porque la capacidad de memoria de los celulares era ínfima”.
Barrea, que es especialista en desarrollo de aplicaciones móviles, tiene más de 15 años de experiencia como programador y actualmente escribe código por hobby, señala que el movimiento de programación verde viene a cuenta de que los desarrolladores están utilizando indiscriminadamente el procesador y la memoria de la computadora, y eso impacta en el consumo energético; por eso, su objetivo es tratar de que los algoritmos sean más simplificados.
Gabriela Chapperón, secretaria académica de la Escuela Superior de Ingeniería, Informática y Ciencias Agroalimentarias de la Universidad de Morón, y docente de programación en la Licenciatura en Sistemas y en Ingeniería en Informática, coincide con Barrea: “Cuando se programa, se pueden encontrar muchísimas maneras de resolver un problema. En cuanto a la programación verde, no se trata solo de reducir líneas de código. Puede ser que el consumo con una o dos líneas más de código sea menor que otro código con un par de líneas menos. Se debe analizar cada caso en particular”.
Chapperón aclara que los programadores no solo deben enfocarse en resolver un problema, sino que tienen que hacerlo de la manera más eficiente posible, y para eso hay distintas técnicas. “Siempre que sea posible optimizar un código reduciendo líneas es recomendable hacerlo, ya que, por más que esta reducción parezca poco, cuando es de utilización masiva, hace un aporte importante”.
Siguiendo esta iniciativa, han surgido herramientas que permiten medir el impacto del código en el cambio climático. Por ejemplo, el Instituto de Inteligencia Artificial de Quebec, Canadá, y la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, desarrollaron CodeCarbon, que sirve para cuantificar cuánto dióxido de carbono genera la programación. Para eso, tiene un rastreador que registra la cantidad de energía que utiliza la infraestructura sobre la cual corre un cierto software, y estima las emisiones producidas teniendo en cuenta la red eléctrica a la que está conectado el hardware. Después, muestra los resultados en comparación con, por ejemplo, los kilómetros conducidos en un vehículo. De ese modo, los programadores pueden dimensionar cuánto está contaminando (o no) su código.
Otra herramienta es WebsiteCarbon.com, que permite calcular la huella de dióxido de carbono de un sitio web. Además, comprueba si el servidor que la aloja funciona con energía renovable.
Qué pasa en la Argentina
El ingeniero Gustavo Andrés Brey es docente de la Licenciatura en Administración y Sistemas del ITBA, y hace más de 8 años que enseña a escribir código a niños, adolescentes y jóvenes a través de la técnica del pensamiento computacional. “Desde el punto de vista de la programación, impulsar la sostenibilidad es mucho más que líneas de código. Tiene que ver con tomar conciencia del uso de la capacidad computacional que ejecuta el software. Como el hardware es de alguna manera barato, no se toma consciencia del impacto que tiene en el planeta”, comenta.
Brey y Barrea señalan que, según sus experiencias y por lo que notan en el mercado, las organizaciones desarrolladoras de software están más focalizadas en mejorar la experiencia del cliente y el time-to-market, más que en disminuir el impacto en el medio ambiente. “Además, con la poca oferta de programadores, no he visto ninguna empresa que esté hoy pensando en la programación verde”, agrega Brey. Vale recordar la industria argentina del software necesita por lo menos unos 7000 profesionales más que los que tiene hoy. En 2019, 14.000 puestos quedaron vacantes, según datos de la Cámara de la Industria Argentina del Software.
¿Moda o tendencia?
Los entrevistados notan que la movida de la programación verde es más una expresión de deseo que una realidad, no solo en el país sino en el resto del mundo. “Los centros de estudio deberían incorporar la noción de la eficiencia energética al escribir código de la misma manera que el Estado debería exigirles a las organizaciones ciertos parámetros de calidad, como se hace en otras industrias”, comenta Brey.
De todos modos, puede que esta iniciativa sustentable sea el inicio de una movida más grande que haya llegado para quedarse, si tenemos en cuenta que las nuevas generaciones tienen más consciencia ecológica. “Con el interés creciente de las nuevas generaciones por el cuidado del medio ambiente, creo que estamos en un momento ideal con la madurez de la tecnología y las prácticas para tomar la programación verde realmente como un requerimiento o atributo de calidad de cualquier software que se construya de aquí en adelante”, concluye Brey.
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