Probaron con éxito un prototipo del motor que usará el cohete nacional Tronador II
Los ensayos realizados en componentes del motor del vehículo espacial Tronador II obtuvieron buenos resultados y permiten avanzar en el desarrollo del cohete desarrollado por la CONAE y VENG. El proyecto, que busca posicionar a la Argentina entre los pocos países con capacidad para construir y transportar sus propios satélites, tiene previsto lanzar un prototipo en 2025
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El primer día de agosto, en las instalaciones de la empresa Valthe, en General Ordoñez, provincia de Córdoba, se hicieron las pruebas de una parte esencial del motor del Tronador II, el prototipo de cohete lanzador satelital que está fabricando la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).
El liner, o tobera, es el lugar adonde se hace la combustión y luego se genera el empuje para el vehículo espacial. La pieza que se probó es un prototipo a escala, con el objetivo de confirmar que las decisiones de diseño hayan sido las correctas. La empresa de ingeniería Valthe diseñó el banco de pruebas para este motor bajo la dirección de VENG, la empresa pública que está desarrollando el proyecto Tronador y es la principal contratista del proyecto. VENG tiene sus propios bancos de pruebas para motores de cohete, pero son de escalas más grandes y se usarán para las siguientes etapas de diseño.
En diálogo con TSS, Pablo Rimonte, gerente de propulsión de VENG, dijo: “A lo largo de los años, VENG se ha dedicado a desarrollar proveedores en el área de ingeniería, y especialmente en metalmecánica. Proveedores que no estaban acostumbrados a hacer piezas tan complejas y que se los calificó para que puedan hacerlo, aunque también fabricamos muchos componentes dentro de VENG”. Al tratarse de tecnologías sensibles de alto costo, los países que han hecho el trabajo y dedicado la inversión para desarrollar motores de cohete suelen ser muy celosos en el manejo de la información sobre estos desarrollos.
El motor probado tiene un empuje de 420 kilos y es autogenerativo y enfriado. En este tipo de motores, el combustible circula por conductos exteriores para mantenerlo por abajo del nivel en que sus paredes se funden, ya que los gases de combustión se encuentran por arriba de 3000 grados Celsius. Los combustibles y oxidantes suelen conservarse a temperaturas varios grados bajo cero y una vez que ya se ha transferido la temperatura al combustible y oxidante, estos son inyectados en la cámara de combustión. Esta técnica se ha convertido en un estándar de la industria de propulsión espacial.
En el mundo, solo 10 países tienen la capacidad de completar el proceso de diseñar, construir, y lanzar satélites (a lo que aspira la Argentina con el proyecto Tronador), y la mitad de ellos no producen sus propios motores de cohete. “Son piezas que están muy exigidas estructuralmente, se las lleva al límite, porque así funcionan, y pasaron los ensayos perfectamente”, dijo Reimonte.
El ensayo sirvió para validar la ingeniería, y ya superada esta prueba se podrá pasar a la siguiente etapa, que es el motor a escala final. Se hicieron tres ensayos, uno de 15 segundos de encendido, otro de 30 segundos y el último de 100 segundos. También se ensayó el rendimiento de los inyectores y funcionaron según lo esperado.
El programa ISCUL (Inyector Satelital de Carga Útil Liviana) consta de tres vehículos espaciales diferentes: el Tronador II-70, el Tronador II-150 y Tronador II-250. El número indica el diámetro de su fuselaje y el primero de estos estaría listo para su lanzamiento en dos años. Llegará a una altura de 150 kilómetros y podrá llevar carga tecnológica. El segundo todavía no tiene fecha de lanzamiento, pero se espera que llegue a los 400 kilómetros, con la misma carga, y el Tronador II-250 podrá alcanzar una altura de 600 kilómetros con una carga satelital de hasta 500 kilos. El motor probado a principios de este mes corresponde a la segunda etapa del Tronador II-250, pero funcionará como impulsor de primera etapa del Tronador II-70.
El motor definitivo de la etapa superior tendrá tres toneladas de empuje y servirá para colocar el vehículo lanzador en el lugar exacto adonde se quiere dejar la carga. El motor de la primera etapa tendrá 35 toneladas de empuje y su función es vencer la fuerza de gravedad en los primeros segundos del vuelo.
En este momento, se están terminando las obras para el banco de ensayos del motor de etapa superior en las instalaciones de VENG, en la localidad cordobesa de Falda del Carmen, para poder empezar las pruebas antes de finalizar el año y seguramente extenderlas durante todo 2024.
Toda esta planificación depende del éxito de la ingeniería, que en este tipo de proyectos tiene mucha incertidumbre. y también de que se mantenga el flujo presupuestario. La iniciativa es de larga data, pero se ha visto frenada en diversas oportunidades por la falta de presupuesto y la interrupción del proyecto durante la gestión de Cambiemos.