Probamos The Freestyle, el proyector de Samsung que parece una lámpara
Ofrece un diseño compacto, resolución Full HD y un formato que le permite ajustar la proyección en cualquier dirección; viene con las mismas aplicaciones que los televisores de Samsung
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Esta semana Samsung puso a la venta en la Argentina su proyector The Freestyle, que había presentado a nivel mundial a principios de año. Lo estuve probando unos días, y aquí va un breve análisis sobre este dispositivo, bastante singular. El Freestyle tiene un precio local de 199.999 pesos; quienes lo compren antes del 1ro de agosto acceden a un voucher para tener gratis la batería externa, o para tener descuentos en otros productos de la compañía.
Qué es (y qué no)
The Freestyle es un proyector LED; es Full HD nativo y su diseño lo hace parecer un aplique grandote, o una lámpara direccional. Es muy compacto y bastante minimalista, y puede proyectar una imagen de entre 30 y 100 pulgadas. No es ni por asomo el único en el mercado local capaz de hacer eso; hay modelos más baratos, de mayor brillo e incluso que ofrecen una resolución 4K. Pero son, quizá, para gente que busca algo más profesional y, sobre todo, más estático: tienen dónde dejarlo, proyectarán siempre al mismo lugar; The Freestyle parece apuntar a otro público, más casual, y lo hace con algunas características distintivas.
Un cilindro basculante
Por empezar, el diseño que le da su aspecto de lámpara (un cilindro con una base basculante) permite ubicarlo en casi cualquier superficie y apuntar a una parte de una pantalla, pared o techo, como si fuera una lámpara direccional, y ajustar el punto de proyección con la mano y sin tener que girar las patitas como en los proyectores convencionales; se suma a eso el nivelado automático y que ajusta la imagen para que se vea rectangular, lo que permite iluminar una pared en diagonal y ver la imagen en forma correcta (es decir, sin que se deforme), y corregir luego unos centímetros si es necesario y que se autoajuste; este ajuste trapezoidal (que también tienen otros proyectores modernos) funciona bien, casi siempre. Si el sistema de ajuste automático (que también incluye el foco y la temperatura de color de la imagen) no logra corregir el aspecto del video, es posible hacerlo en forma manual, con buenos resultados.
La potencia de la lámpara
Además del precio, el punto que suele generar más polémica sobre el Freestyle es la potencia de su lámpara; Samsung dice que es de 230 ANSI lúmenes (una forma estandarizada de medir el brillo de un proyector). Es un número relativamente modesto para un proyector. ¿Significa que no sirve? No, pero que al no ser tan potente su lámpara, necesitará más oscuridad para que la imagen se vea bien (y tendrá más limitaciones cuanto más grande sea la proyección); hay proyectores Full HD más baratos y con mayor brillo. Para un uso general, no obstante, esos 230 lúmenes son más que suficientes. La vida útil de la lámpara LED, según la compañía, es de 20.000 horas.
Las mismas funciones que un televisor
A eso se suma que Samsung incluyó en el Freestyle el sistema operativo de sus televisores (Tizen) por lo que están disponibles la mayoría de sus aplicaciones de streaming (Netflix, YouTube y YouTube Kids, Disney+, Amazon Primer, Apple TV, Star+, Paramount, Cine AR, Flow, Spotify y varias más). Combinado con el control remoto y el Wi-Fi incorporado, es como tener una tele que se puede ubicar en cualquier lado, y evita tener que usar dos dispositivos (un proyector y una fuente de contenido) y permite resolver todo con uno solo. Incluso incorpora la posibilidad de usar Bixby, el asistente digital de Samsung (en otros países incluye a Alexa y al Asistente de Google, que hubiera sido más útil). Este esquema tipo televisor funciona muy bien, aunque la interfaz es algo lenta. La versión de Tizen y -probablemente- del chip interno que gestiona la imagen impiden acceder a los juegos vía streaming de Xbox (Cloud Gaming), que sí están para otros televisores de Samsung, aunque tiene un modo “juego” que intenta mejorar la imagen. Mientras lo probé el proyector recibió dos actualizaciones, por lo que evidentemente la compañía sigue optimizando las funciones y corrigiendo errores; muchas reseñas hablan de demoras enormes para cargar una aplicación; no lo experimenté así, aunque es cierto que la interacción podría ser más veloz. En cualquier caso, una vez que comienza la reproducción en cualquier aplicación funciona sin interrupciones.
Wi-Fi, Bluetooth, microHDMI
Además de Wi-Fi 5 (de 2,4 y 5 GHz), The Freestyle tiene Bluetooth 5.2, tanto para complementar su parlante interno de 5 watts, de excelente sonido, como para conectar un teclado y mouse inalámbricos; incluye un navegador web y el acceso directo a la versión online del Office de Microsoft. También tiene una entrada microHDMI para conectar dispositivos externos (como una notebook, o una consola, aunque habrá que comprar el cable; el conector no es tan común como el HDMI convencional), y es compatible con SmartThings, el estándar de la compañía para vínculos inalámbricos entre equipos: es posible enviar al proyector la imagen de un smartphone Samsung (incluyendo DeX) o un televisor. que le reenviará los canales de televisión convencional. También se puede usar como pantalla externa vía Miracast, un estándar que usan otros fabricantes de celulares como Motorola, la mayoría de las notebooks modernas, etcétera; en este caso, es ideal lograr un vínculo Wi-Fi a 5 GHz para asegurar una buena calidad de imagen.
USB-C y una batería
Además del conector microHDMI, el Freestyle tiene dos micrófonos para interactuar con Bixby; uno en el control remoto y otro en la carcasa, que se puede anular (con una perilla junta al conector de video) y una entrada USB-C para recibir energía. Lo bueno de esto es que se podrá usar cualquier cargador que provea 20 voltios a 3,5 amper, o más. También una batería externa con potencia Power Delivery, un estándar de la industria, de 50 watts; en la medida en que consolas, notebooks y otros dispositivos adopten este estándar serán más populares. Samsung vende una batería propietaria que mantiene el perfil tubular del equipo, se engancha en la base y ofrece, según el fabricante, hasta 3 horas de autonomía. También vende, en otros países, una base con una rosca E27 que permite enganchar el Freestyle como si fuera una lámpara común. El control remoto también se carga por USB-C, aunque no requiere tanta potencia.
El modo ambiente
Como otros proyectores de su tipo, el Freestyle tiene un ventilador moderadamente silencioso; el zumbido que genera es suficientemente bajo como para quedar oculto mientras se está viendo una película, pero estará presente -bajito y de fondo, pero presente- si se usa el Freestyle como proyector semiestático: viene con una función para proyectar algunas frases en inglés sobre una pared (feliz cumpleaños, feliz año nuevo; una pena que no estén en español), unas incomprensibles ventanas que dan a un paisaje, fotos propias que hay que enviarle en forma inalámbrica o unas imágenes tipo caleidoscopio, que se mueven en loop para, por ejemplo, hacer más dinámica la iluminación en una fiesta. No permiten, no obstante, complementar esa imagen con música (de Spotify, por ejemplo) del mismo proyector, lo que es una pena. También, por supuesto, puede hacer mirroring: mostrar la interfaz de un dispositivo iOS o de un Android en forma inalámbrica.
Un uso flexible
Lo que el Freestyle intenta lograr es ocupar un nicho diferente del de un proyector convencional: en su venta del equipo Samsung insiste en la portabilidad, en la posibilidad de usarlo dentro de una carpa o de llevarlo de viaje, en el poco espacio que ocupa cuando no se usa. Tiene un tamaño similar a una yerbera (9,5 cm de diámetro, 15 cm de largo); es más bajo y más ancho que un termo; pesa unos 800 gramos sin la batería.
En eso, me parece que conceptualmente es más cercano al televisor portátil StanbyME de LG, o a mini proyectores como el que vendía Noblex en una época. El Freestyle, como sugiere su nombre, está pensado para un uso más nómade (Samsung hasta vende un estuche para transportarlo en un viaje); para llevar de acá para allá, dentro de la casa o fuera de ella (a lo de un amigo, a una escapada de fin de semana); para ajustar la proyección a la superficie disponible en ese momento: una pared entera o la parte que queda libre encima de una biblioteca; un cielorraso o una tela; colgado de la pared, apoyado en una repisa o puesto sobre la punta de la mesa, en un ángulo apuntando a una esquina de la pared, o al piso; si quedará siempre en la misma habitación, como una TV, o si boyará entre los diferentes integrantes de una familia como pantalla alternativa cuando el televisor está ocupado, y queremos que se disimule cuando no está en uso.
Si lo que buscamos es un proyector para usar en más o menos siempre el mismo lugar (contra la misma pared, etcétera), tendremos mejores resultados con un proyector convencional, sea porque invertimos el mismo monto para una proyección mejor, o porque obtenemos una calidad de imagen similar por menos que los 200.000 pesos que pide Samsung. Para algo más flexible, más casual y sencillo de configurar, el Freestyle es una opción distinta, y muy interesante.
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