Probamos el Motorola Edge 30 Pro, el teléfono de alta gama que viene con un control remoto o un lápiz
Además de ser un celular y una cámara, como un smartphone moderno, suma un lápiz para escribir en pantalla y un control remoto para servir de centro multimedia
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Hace algo más de un mes, Motorola presentó en la Argentina su smartphone más poderoso, el Moto Edge 30 Pro, un modelo que debutó a nivel mundial a fin de febrero y que ya se vende en el país; lo estuve probando por estas fechas, y me interesaba encontrarme con este equipo, muy singular para Motorola, porque tiene cuatro oficios en una misma carcasa, algo inusual en el mercado local.
El teléfono se vende en la tienda de Motorola a 150.000 pesos, y la compañía ofrece seis cuotas sin interés. Se vende en dos configuraciones de accesorios: con un control remoto (en color “verde cosmos”), o con una funda y un lápiz (en “verde cosmos” o “blanco silver”); las prestaciones generales del equipo son las mismas.
1. Como smartphone
Claro, es un teléfono, así que su función principal será correr Android 12 y darle vida con su hardware; en este caso, de primer nivel: un chip Qualcomm Snapdragon 8 Gen 1, el mismo que lleva la familia Galaxy S22 de Samsung y que, junto al Mediatek Dimensity 9000, son lo más poderoso en el mercado para Android. Lo complementa con 12 GB de RAM y 256 GB de almacenamiento (no expandible). No hay nada para comentar aquí, salvo que es un tope de línea y se nota: todo carga muy rápido, ayudado además por la versión de Android 12, muy limpia (aunque mantiene los aciertos de la compañía, como las excelentes notificaciones con la pantalla bloqueada, los gestos para activar la cámara y la linterna, etcétera), ahora con mayores alternativas para cambiar la paleta de colores del teléfono.
La capacidad de este procesador se despliega en la pantalla pOLED de 6,7 pulgadas (2400 x 1080 pixeles), que ofrece una tasa de refresco de 144 Hz (esos Hertz refieren a la cantidad de veces por segundo que se actualiza la información que muestran los pixeles; cuanto más alta, más fluidos se ven los movimientos, sobre todo con los juegos; los teléfonos comunes hoy van a 60 o 90 Hz; otros equipos ofrecen 120 Hz). La pantalla es compatible con HDR10+, para películas y series. La pantalla es de funcionamiento correctísimo, lo mismo que la reproducción de colores; el manejo de la tasa de refresco es más limitado que en otros equipos (no hay saltos graduales, sino un pase -manual o automático- entre 60 y 144 Hz), pero son detalles. Tampoco conserva los bordes curvos que le dieron nombre a la familia Edge; esta pantalla es plana, lo que contribuye a un uso más cómodo.
El teléfono tiene también una batería de 4800 mAh, un buen número para un dispositivo de estas dimensiones, que se beneficia además de la carga rápida: con el cargador incluido en la caja, de 68 watts, puede recuperar el 50% de su carga en 15 minutos (si la batería está casi vacía; cuanto más carga tiene, más lento acumula energía). En el uso normal completa una jornada activa con una única carga sin inconvenientes, pero tener esta opción para recuperar mucha autonomía en poco tiempo es más que conveniente. Por supuesto, también se pueden usar otros cargadores USB-C, pero el ritmo de carga será más lento.
El Moto Edge 30 Pro admite también carga inalámbrica (por inducción, de 15 watts) y puede, a su vez, cargar otros dispositivos de la misma forma (a 5 watts) para darle energía a auriculares inalámbricos, el lápiz Bluetooth que usa para dibujar, etcétera. También tiene NFC, conectividad 5G, Wi-Fi 6E y Bluetooth 5.2. El equipo suma, además, parlantes estéreo de muy buen sonido, compatibles con Dolby Atmos.
Tanto el frente del teléfono como el dorso están protegidos por Gorilla Glass 5; otros smartphones de su generación usan una versión más moderna y resistente (Gorilla Glass Victus o Victus+), pero igual es una buena adición, y le da una buena sensación en la mano; la compañía mantiene su política de usar pantallas algo más alargadas que lo común, lo que define equipos apenas más angostos de lo usual, pero que generan un buen agarre en la mano. El sensor de huellas digitales es lateral, y permite activar con un par de toques un pequeño menú con un acceso rápido a seis aplicaciones; está ubicado un poco más alto de lo que resulta natural, así que tiene una breve curva de aprendizaje. Con 8,8 mm de grosor no está entre los más delgados, pero el beneficio ahí está en laterales que son más cómodos al tener el teléfono mucho tiempo en la mano.
2. Como cámara
Las cámaras de los teléfonos Motorola, sobre todo de la línea Moto G, han sido históricamente buenas, pero sin sobresalir; con la línea Edge la compañía está obligada a competir en otro nivel, y enfrentar a los titanes del sector. Lo hace en el Moto Edge 30 Pro con una combinación hoy algo inusual: una lente normal, un gran angular, y un sensor de profundidad. No hay teleobjetivo (ni mucho menos 2 lentes con zoom, como ofrecen otras compañías), algo que sí ofrece el Edge 20 Pro, su antecesor. Cuánto de esto será un problema depende del tipo de fotos que hagamos usualmente.
La buena noticia es que las cámaras que sí están presentes en el teléfono son muy buenas. La cámara principal tiene un sensor de 50 megapixeles, con apertura f/1.8, estabilización óptica del sensor y lo que Motorola llama PDAF omnidireccional. PDAF es la sigla de foco por detección de fases, un sistema para hacer autofoco usando la diferencia de luz entre dos elementos del sensor, y que suele implementarse en un eje (horizontal o vertical); la solución de Motorola mide la diferencia para todos lados, lo que según la compañía acelera el foco.
Comprobar que este método es efectivamente más veloz que el convencional es difícil: la mayoría de las cámaras modernas hace foco muy rápido. Sí se puede decir que la cámara del Moto Edge 30 Pro logra un foco en forma casi instantánea y, más importante, saca fotos excelentes. Está un paso detrás de los mejores del mercado (Samsung, Apple, etcétera), pero igual es una diferencia que, en general, solo se nota tomando la misma foto con los equipos uno al lado del otro y examinando la imagen con mucho detenimiento.
Las fotos, dicho sea de paso, son de 12 megapixeles: Motorola usa 4 pixeles del sensor para generar uno en la foto, lo que se conoce como pixel binning; todos sus competidores usan la misma técnica. Aunque permite tomar imágenes a 50 megapixeles (para luego hacer un recorte manual que simule el zoom) el efecto no es particularmente bueno, y es quizá la mayor falencia en el combo de cámaras de la compañía.
También es capaz de grabar video en 8K a 24 cuadros por segundo, lo que -como con Samsung- es más para cancherear que para lograr algo realmente impactante; más recomendable por ahora es ir por el 4K a 30 cuadros por segundo, algo que logra sin inconvenientes y con buena calidad de imagen.
La otra cámara trasera es un gran angular, también de 50 megapixeles, con apertura f/2.2 y un ángulo de visión de 114 grados; la cámara también sirve de macro (para tomar imágenes muy de cerca) y el resultado es muy bueno; ya lo era en modelos contemporáneos (como el Moto G200) y acá mantiene la impronta. Los retratos, en general, tienen buen recorte del fondo gracias a la cámara complementaria (ese tercer lente que tiene el teléfono).
La cámara frontal tiene 60 megapixeles, algo inusual (sobre todo, porque tiene una mayor resolución que la cámara trasera), para generar fotos de 15 megapixeles de resolución final. Esta cámara no tiene autofoco, pero sí muy buena detección de rostros para hacer retratos y jugar con el fondo desenfocado
El bloque de las cámaras, al igual en otros modelos de Motorola, Samsung, Apple y otras compañías, sobresale del plano dorsal del teléfono, lo que desbalancea el equipo cuando está apoyado en una superficie plana; una funda -sea la oficial u otra- corregirá esto.
3. Como centro multimedia
Parece una apuesta de otra época, pero es muy actual y es un acierto. Al igual que hace Samsung con la plataforma DeX, Motorola ofrece en el G100, el G200 y los Edge una plataforma llamada Ready For, que extiende el uso del teléfono para aprovechar sus prestaciones en una pantalla grande. Como DeX, se puede usar con un monitor, un teclado y un mouse para montar una interfaz similar a la de una computadora convencional (con las apps de Android en ventanas de tamaño variable, un escritorio, la interacción con un teclado y ratón, la posibilidad de responder las notificaciones en la pantalla grande, etcétera); el teléfono se encarga de todo. No es mejor que Windows, Chrome OS o Linux, pero para muchas tareas basadas en la Web, y cosas que ya se pudieran resolver con las apps de Android, va bien. Como el G200, se puede usar un cable USB-C a HDMI, o en forma inalámbrica con una pantalla compatible con el estándar Miracast (algo bastante común en los televisores más modernos). También se puede duplicar en el monitor lo que se ve en la pantalla del celular, y es posible reducir la resolución en la que transmite, si lo vinculamos a una pantalla algo antigua.
Pero Motorola le dio una vuelta de tuerca a esta idea: al conectar el teléfono a la pantalla externa presenta un lanzador de aplicaciones, que permite acceder a esta interfaz tipo escritorio; a apps de streaming de video; a videojuegos; o a apps de videollamadas (en este último caso, para usar el teléfono como cámara; permite incluso hacer seguimiento de rostros para mantenernos siempre bien encuadrados). En uno de los combos de venta, Motorola incluye el cable USB-C a HDMI -que tiene un puerto USB-C adicional para cargar el dispositivo al tiempo que lo usamos con la pantalla grande- y un control remoto Bluetooth (llamado Air Remote), que facilita la gestión de las aplicaciones, y es ideal para usar el Edge 30 Pro como motor para ver películas o series, estén almacenadas en el teléfono o en una app de streaming (YouTube, Netflix, etcétera). Permite pausar los videos, controlar el volumen, desplazarse dentro de una aplicación, etcétera. Incluso tiene un acelerómetro para reconocer gestos en el aire. Ready for también se puede manejar con el teléfono mismo, con un teclado o con el mouse, pero el control remoto permite un uso más natural.
Emparejado con un gamepad inalámbrico (o uno de cable vía una base) habilita el uso de videojuegos para verlos en pantalla grande, aunque aquí la limitación está en el dispar soporte que ofrecen los juegos de Android a controles externos, y que excede a la compañía. Pero en los que funciona (varios de carrera, de acción en primera persona, etcétera) permite aprovechar el poder del procesador gráfico del teléfono y ver todo en pantalla grande.
El Edge 30 Pro también es compatible con Ready for PC, una aplicación para Windows que reproduce la interfaz del teléfono en la PC, y es similar a la aplicación que ya ofrece Microsoft en forma nativa; lo más interesante de esta aplicación, para mí, es que habilita el uso del teléfono como webcam, aprovechando sus excelentes ópticas y sus múltiples micrófonos, y las funciones de reencuadre automático. Funciona con cualquier aplicación de Windows; solo hay que elegir a Ready For como una cámara más. Funciona vía Bluetooth o por cable USB.
¿Es Ready For un reemplazo para las funciones Smart de una tele moderna? Más o menos; casi seguro es más sencillo usar las aplicaciones integradas de la tele (si es un equipo más o menos moderno), pero Ready For y Android 12 permiten salvar cualquier ausencia de un servicio de streaming que tenga el televisor, y hacer “inteligente” cualquier monitor o pantalla con una entrada HDMI; la función de videollamadas que combina la pantalla grande con las cámaras del teléfono ya no es tan clave como hace 2 años, pero igual es muy buena alternativa para que alumnos o profesores no monopolicen una computadora si tienen que hacer una videollamada, y de paso vean a sus interlocutores en mayor tamaño. Y que el teléfono se pueda usar de webcam, con la calidad que aportan sus cámaras, es una noticia fantástica.
4. Con un lápiz para competir con del Galaxy Note
El Moto Edge 30 Pro se vende en dos combos: con el cable HDMI y el control remoto, o con una funda (que la compañía llama Folio) y un lápiz para escribir en pantalla, al estilo de la familia Galaxy Note de Samsung (ahora condensada en el Galaxy S22 Ultra que probé hace un tiempo). La funda tiene tapa, con un visor que deja visible una columna central de la pantalla, y un imán que le avisa al teléfono cuándo se cierra la tapa, y dónde mostrar las notificaciones; con la tapa cerrada, la funda permite ver la hora y los íconos de las notificaciones, y funciona muy bien. La tapa se puede plegar, además, para funcionar como pie para el teléfono, y es ideal para hacer una videollamada o ver un video sin tener que tener el teléfono en la mano.
La funda también lleva, en la parte de atrás, un bolsillito donde se guarda y carga el lápiz Bluetooth del Moto Edge 30 Pro. Que sea Bluetooth significa que se puede usar como control remoto para tomar fotos, para interactuar con Ready For, y también que necesita un mínimo de carga para funcionar como lápiz, algo que también sucede con las últimas versiones de los de Samsung. El lápiz de Motorola no queda guardado dentro del teléfono, así que sí o sí requiere la funda (o llevarlo fuera de ella, pero en algún lugar que no se extravíe). Lo bueno es que si el uso del lápiz es ocasional, no agrega peso ni le quita volumen al interior del Edge 30 Pro.
El diseño del portalápiz de la funda del Edge 30 Pro es, a la vez, un acierto y una incógnita. La funda recorre el dorso del teléfono de punta a punta y está hecha de tela, y esto es un acierto porque se puede quitar el lápiz y seguir usando la funda sin que el lugar para llevar el lápiz moleste (la parte de tela, vacía, se achata contra el teléfono). Y es una incógnita porque es tela, y no está claro hoy cuánto resistirá el ir y venir del lápiz cada vez que se guarda allí. A propósito, la ubicación del lápiz es para que aproveche la capacidad del Edge 30 Pro de ofrecer una carga inalámbrica bidireccional. Esto significa que el lápiz se puede cargar manualmente apoyándolo contra el teléfono sin la funda, o con cualquier cargador inalámbrico estándar, independientemente de dónde esté el teléfono (una pequeña luz en el lápiz indica si está cargando).
¿Pero sirve como lápiz? Sí, y como en los Galaxy hay una app para hacer anotaciones que se carga en forma automática cuando se quita el lápiz de la funda y se abre la tapa. Incluso reconoce nuestros garabatos y los transforma en texto digital, y permite generar figuras geométricas a partir de nuestros dibujos. También permite dibujar, comentar capturas de pantalla, etcétera. Como la mayoría de los equipos especializados en estos menesteres, la pantalla del teléfono reconoce 4096 diferencias de presión del lápiz en la pantalla, para hacer trazos más finos o gruesos; esto es estándar.
El lápiz es algo delgado para ser usado con comodidad por mucho tiempo, pero lo mismo puede decirse de otros modelos de otras marcas; y tiene más latencia que el Galaxy S22 Ultra (que el más rápido del mercado, con 2,9 ms.); esto es, el retraso entre que deslizamos el lápiz contra el vidrio de la pantalla y aparece el trazo en los pixeles. No encontré cuál es la latencia de lápiz del Edge 30 Pro, pero no era particularmente notoria. El lápiz funciona bien, tanto para escribir como para dibujar, aunque los fanáticos del rubro encontrarán que el Galaxy S22 Ultra de Samsung tiene un lápiz más preciso, con una sensación de mayor fluidez al escribir (o al menos, así me pareció al mirar cuán fiel era reproduciendo mi letra en pantalla; hay mucho de costumbre y gustos personales en esto). Y, de paso, ofrece mejores cámaras; la contra, claro, es que sale, hoy, 70.000 pesos más, es decir, un 50% más que el Edge 30 Pro.
Así, el Edge 30 Pro es, ante todo, un excelente teléfono, tanto por la pantalla como por el procesador, la autonomía y la memoria, al que se le suma un muy buen combo de cámaras, y una más que interesante propuesta de accesorios, sea por el control remoto o la combinación de la funda y el lápiz para escribir en pantalla. Y realmente justifica el precio de 150.000 pesos, sobre todo comparándolo como computadora de bolsillo con equipos de prestaciones similares de otras marcas, que rondan los 200.000 pesos.
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