Probamos cómo puede llegar a ser manejar un auto volador con el simulador del Aska en la CES 2022
Aska es uno de los prototipos de autos voladores que se presentaron en la feria; un simulador permitía una aproximación a cómo sería manejarlo
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Como Ícaro, el sueño de los seres humanos fue, desde tiempos inmemoriales, llegar lo más alto en el cielo. La posibilidad de que el ser humano volara fue mejorando hasta llegar a los globos y luego a los aviones, que se convirtieron en una realidad recién a comienzos del siglo XX. Por otro lado, desde la invención de la rueda el ser humano buscó crear algo que le permitiera poder ir de un lado a otro de manera más rápida, y es así como el desarrollo de los automóviles evolucionó -un poco más temprano que los aviones- hasta tener vehículos cada vez más sofisticados y veloces. Y desde hace bastante tiempo, combinar estas dos invenciones para crear un único vehículo que pueda andar tanto por la tierra como por el aire ronda por la mente de muchos innovadores.
Desde hace más de una década que los autos voladores dejaron de ser una utopía propia de libros o películas de ciencia ficción para transformarse en una promesa cercana. Pero los años fueron pasando y, un poco porque la tecnología todavía no estaba lista o porque su precio era demasiado elevado, los modelos desarrollados no pasaron nunca de la etapa de prototipos.
En 2006 la empresa Terrafugia parecía hacer realidad este sueño al presentar el Transition, un modelo que había ganado el principal premio en un concurso del MIT con su auto de alas plegables. Varios hicieron reservas del auto que iba a costar 148.000 dólares. Algunos ya estaban prometidos para 2019 como el holandés Liberty de Pal-V o para el aún futuro 2025, como el Pop.Up Next, de la alianza entre Airbus, Audi e Italdesign, mientras que iba un poco más allá el Alauda Mk3, el primer auto volador eléctrico de competición o todo parecía hacerse palpable con el AirCar, modelo que había llegado a cumplir un exitoso vuelo de prueba. entre varios más.
Pero ninguno logró despegar más allá de los prototipos presentados a los medios o en demostraciones a potenciales inversionistas. Las principales trabas que encontraban era que algunos requerían el uso tanto de nafta común como de la especial para el formato avión; que la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos ni las de otros países no terminan de dar el visto bueno para que estos vehículos surquen los aires, además de resolver dónde y en qué momento se desplegaban las alas, porque varios de ellos las tenían. Con el paso de los años, la tecnología siguió evolucionando. Las complejas propuestas de hace más de una década ahora se simplificaron. En la reciente feria CES 2022 que se llevó a cabo en Las Vegas, varias compañías volvieron a insistir con la posibilidad de hacer realidad el sueño de los autos voladores, pero ahora con muchas menos complejidades.
Los prototipos de los autos voladores actuales los asemejan más a grandes drones que a un auto convencional. La mayoría están encasillados dentro de la categoría eVTOL (aeronaves eléctricas de despegue y aterrizaje vertical, por sus siglas en inglés), utilizan motor eléctrico (en algunos casos combinado con gas) y ya no despliegan alas, sino que utilizan hélices para el vuelo. No alcanzan grandes velocidades ni tienen mucha autonomía, pero sí la suficiente para hacer un viaje de hasta (depende el modelo) unos 300 km.
La prueba
Con San Francisco como lugar de origen, la startup NFT presentó a ASKA, un modelo de 4 asientos, eléctrico y capaz de andar por tierra a unos 110 km/h y de ir por los cielos hasta unos 400 km. Su precio ronda los 800.000 dólares y la empresa sigue buscando inversionistas para hacer realidad la fabricación masiva de estos vehículos, así como abaratar su precio. En el stand ubicado en el West Hall o Salón Oeste de Las Vegas Convention Center, fue difícil rechazar la invitación a tener la experiencia de manejar un auto volador, aunque fuera en un simulador.
Una vez sentado al mando del ASKA, lo primero fue saludar al piloto e instructor, Robert, que tuvo la suficiente paciencia para explicar todo lo que vendría a continuación. “Esto es obviamente una simulación, pero brinda una sensación bastante aproximada de lo que es utilizar nuestro vehículo”, sostuvo.
Delante de mí, tres pantallas. Una con un mapa satelital en 3D, otra mostrando los comandos básicos de un avión, pero simplificados al extremo y una tercera del lado del acompañante, destinada al entretenimiento, para poder ver películas o poner música.
Al poner la mano en el volante (que no es un círculo completo, sino más bien parecido al de un Fórmula 1) se podía notar su extrema sensibilidad, ya que respondía dócilmente. Cuenta con dos pedales: acelerador y freno; y la palanca de empuje o aceleración (autothrottle) para el modo avión. Lo último en cuanto a controles: una botonera, para intercambiar entre el modo auto y el modo avión.
“Oprimí este botón -el de auto- y vamos hacia la pista”, me dijo el instructor. Activé así el modo Drive (conducir) y al presionar el acelerador el vehículo respondió (siempre mirando la pantalla principal, claro) sin problemas. Al llegar a la pista, doblé a la izquierda siguiendo las instrucciones y luego frené. Mi instructor me indicó que oprimiera el botón que ponía a ASKA en modo avión. Así lo hice y, al mover suavemente la palanca de empuje las hélices -virtuales- se pusieron en movimiento y lentamente ASKA empezó a tomar altura.
“¿Es la primera vez que volás?” Ante mi respuesta afirmativa, Robert continuó: “este es el altímetro: lo azul es el cielo y lo marrón es el suelo. Acá te marca la altura a la que estás. En la otra pantalla podés ver la bahía de San Francisco. Vamos a dar una vuelta por ahí”, dijo, y empezó el viaje. Ante tanta pantalla y, obviamente, el saber que no estaba realmente “en el aire” la sensación de estar en un simulador de vuelo no se va nunca, y de hecho el experimentado piloto sostuvo que uno estaría mirando el paisaje a través del vidrio y no en una pantalla, pero de esto se trataba la prueba, de poder sentir lo que es volar en un auto.
Una de las cosas que faltaron para tener una experiencia más completa fue que el prototipo se moviera, tal como lo hacen muchos simuladores de Realidad Virtual. Tirando del volante hacia mí, tenía la sensación de que ASKA subía; haciendo el movimiento opuesto, bajaba. Al mirar los controles de altitud podía tener una idea de cómo se estaba desarrollando el vuelo.
Luego de aprender a mantener el horizonte nivelado, Robert me desafió a hacer un “loop”, es decir, elevar el aparato hasta dar una vuelta sobre sí mismo y luego volver a nivelarlo. Para eso solo fue necesario tirar del volante hacia mí con todas mis fuerzas y mantenerlo derecho. Parece sencillo, pero no lo es tanto, incluso en el simulador. Luego de haberlo logrado, el siguiente desafío fue hacer unos giros, volviendo a quedar nivelado tras haberlo completado. De esa manera, todo se hizo mucho más entretenido aún.
Con un ojo en el altímetro, otro en la pantalla del mapa y las manos en los controles, los oídos atentos a las indicaciones, todos los sentidos están alertas, a pesar de saber que se está cómodamente sentado en un prototipo que está en el medio del salón del Centro de Convención de Las Vegas. De hecho, varios visitantes sacaron fotos o grabaron videos, pero realmente es necesario estar concentrado para llevar a cabo la demo sin perder el control del vehículo.
Unos 20 minutos después de recorrer toda la bahía de San Francisco, pasar cerca de los renderizados Alcatraz, Sausalito, Berkeley y otras áreas cercanas, fue tiempo de volver al aeropuerto de SF para el aterrizaje. Siempre bajo la guía del piloto, fui bajando la altitud y guiando al vehículo hasta la pista indicada para después reducir la velocidad al máximo y llevar la palanca de empuje hacia el lado contrario del despegue, hasta que en la pantalla se mostrase que ASKA ya estaba en tierra.
“Buen trabajo” me dijo Robert. “Veo que te gustó. Si me fuera y volviera mañana seguramente seguirías volando”, acotó. No estaba muy alejado de la realidad, porque si hubiese dependido de este cronista, el vuelo virtual no hubiese concluido tan pronto. Ahora, el próximo desafío es poder probar el vehículo real. Pero para eso aún falta un poco.