Privacidad y pandemia: auge del uso de dispositivos electrónicos de monitoreo físico
En Rochester, Michigan, la Universidad de Oakland se prepara para entregar a los estudiantes dispositivos que registran la temperatura de la piel una vez por minuto —o más de 1400 veces al día— con la esperanza de identificar las primeras señales del coronavirus.
En Plano, Texas, los empleados de la oficina general de Rent-A-Center recientemente comenzaron a usar detectores de proximidad que registran los contactos cercanos entre ellos y que pueden utilizarse para alertarlos sobre una posible exposición al virus.
Y en Knoxville, Tennessee, los estudiantes del equipo de fútbol americano de la Universidad de Tennessee colocan rastreadores de proximidad bajo sus hombreras durante los partidos, lo que le permite al director médico del equipo determinar cuáles jugadores podrían haber pasado más de 15 minutos cerca de un compañero de equipo o un jugador rival.
Los nuevos y poderosos sistemas de vigilancia, dispositivos que se pueden usar en la vestimenta y que monitorean continuamente a los usuarios, son los aparatos de alta tecnología más recientes usados en la batalla para frenar el coronavirus. Algunas ligas deportivas, fábricas y asilos de ancianos ya han comenzado a utilizarlos. Los complejos turísticos están apurándose para implementarlos. Algunas escuelas se preparan para probarlos. La industria de organización de conferencias los considera como una potencial herramienta que los ayude a reabrir los centros de convenciones.
"Todo el mundo está en las primeras etapas de esto", afirmó Laura Becker, directora de investigación enfocada en la experiencia de los empleados en International Data Corp., una empresa de investigación de mercado. "Si funciona, el mercado podría ser enorme porque todo el mundo quiere volver a experimentar algún tipo de normalidad".
Las empresas y los analistas de la industria afirman que los rastreadores usables llenan un vacío importante en la protección pandémica. Muchos empleadores y universidades han adoptado herramientas de detección de virus como aplicaciones que identifican síntomas y cámaras que miden la temperatura. Sin embargo, estas herramientas no están diseñadas para detectar al aproximadamente 40 por ciento de personas con la COVID-19 que quizás nunca desarrollan síntomas como fiebre.
Algunas oficinas también han adoptado aplicaciones de monitoreo del virus para celulares, que detectan la proximidad de los usuarios. Pero los nuevos rastreadores sirven a un público diferente: lugares de trabajo como fábricas donde los trabajadores no pueden llevar sus teléfonos o equipos deportivos cuyos atletas pasan tiempo juntos.
Esta primavera, cuando las infecciones por coronavirus comenzaron a dispararse, muchos equipos profesionales de fútbol americano y baloncesto de Estados Unidos ya utilizaban tecnología de monitoreo de rendimiento deportivo de Kinexon, una compañía de Múnich cuyos sensores rastrean datos como la velocidad y la distancia generada por un atleta. La compañía adaptó rápidamente sus dispositivos a la pandemia, con la presentación de SafeZone, un sistema que registra contactos cercanos entre jugadores o entrenadores y emite una luz de advertencia si se acercan a menos de dos metros. En septiembre, la NFL comenzó a exigir que los jugadores, entrenadores y personal llevaran puestos los rastreadores.
Desde septiembre, los datos han ayudado a detectar los contactos de unos 140 jugadores y miembros del personal de la NFL que dieron positivo, incluyendo un brote en el equipo Titanes de Tennessee, dijo Thom Mayer, director médico de la Asociación de Jugadores de la NFL. El sistema es útil en particular para descartar a personas que hayan pasado menos de 15 minutos cerca de colegas infectados, añadió.
Los equipos de fútbol americano universitario de la Southeastern Conference también utilizan rastreadores Kinexon. Chris Klenck, médico jefe del equipo de la Universidad de Tennessee, dijo que los datos de proximidad ayudaron a los equipos a saber cuando los atletas pasaban más de 15 minutos juntos. Descubrieron que rara vez sucedía en la cancha durante los juegos, sino a menudo en la banca.
"Podemos tabular esos datos y, a partir de esa información, ayudar a identificar a las personas que son contactos cercanos de alguien que dio positivo", dijo Klenck.
Los expertos en derechos civiles y privacidad advierten que la propagación de este tipo de dispositivos de monitoreo continuo podría conducir a nuevas formas de vigilancia que perduren más allá de la pandemia, pues traerían al mundo real el mismo tipo de seguimiento exhaustivo que compañías como Facebook y Google han desarrollado en línea. También advierten que algunos sensores podrían permitirles a los empleadores, universidades u organismos de seguridad reconstruir las ubicaciones o las redes sociales de las personas y así frenar su capacidad de reunirse y hablar de manera libre. Además, afirman que estos riesgos de extracción de datospodrían afectar de manera desproporcionada a ciertos trabajadores o estudiantes, como inmigrantes indocumentados o activistas políticos.
"Es escalofriante que estos dispositivos invasivos y no probados puedan convertirse en una condición para conservar nuestros empleos, ir a la universidad o formar parte de la vida pública", dijo Albert Fox Cahn, director ejecutivo del Proyecto de Supervisión de Tecnología de Vigilancia, una organización sin fines de lucro ubicada en Manhattan. "Peor aún, no hay nada que impida que la policía o el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por su sigla en inglés) les exija a las escuelas y a los empleadores que entreguen esos datos".
Los ejecutivos de Kinexon y otras compañías que comercializan rastreadores de uso continuo dijeron en entrevistas recientes que habían pensado a fondo en los nuevos riesgos de la extracción de datos y habían tomado medidas para mitigarlos.
Los dispositivos de Microshare, una empresa de análisis de lugares de trabajo que fabrica sensores de detección de proximidad, utilizan tecnología Bluetooth para detectar y registrar a las personas que llevan puestos los rastreadores y que entran en contacto cercano entre sí durante más de 10 o 15 minutos. Sin embargo, el sistema no monitorea de forma continua las ubicaciones de los usuarios, aseguró Ron Rock, director ejecutivo de Microshare. Además, utiliza códigos de identificación, no los nombres reales de los empleados, para registrar los contactos cercanos.
Rock agregó que el sistema había sido diseñado para que los gerentes de recursos humanos o funcionarios de seguridad de las empresas clientes lo utilizaran para identificar y alertar a los empleados que pasaron tiempo cerca de una persona infectada, no para mapear las conexiones sociales de los trabajadores.
GlaxoSmithKline, el gigante farmacéutico, recientemente comenzó a trabajar con Microshare para desarrollar un sistema de rastreo de virus para los emplazamientos donde se fabrican medicamentos de venta libre. Budaja Lim, jefe de tecnología de la cadena de suministro digital para Asia y el Pacífico en la división de atención de la salud de los consumidores de la empresa, dijo que quería garantizar la máxima privacidad de los trabajadores que usaran los sensores de detección de proximidad.
Como resultado, dijo, el sistema compartimenta los datos que recoge. Registra los contactos cercanos entre los trabajadores usando números de identificación, advirtió. Y registra por separado los números de identificación de los trabajadores que pasaron tiempo en ciertos lugares —como una estación de embalaje en un almacén— lo que permite a la empresa limpiar con especial atención áreas específicas donde una persona infectada haya pasado tiempo.
GlaxoSmithKline recientemente probó el sistema en un sitio en Malasia y lo está extendiendo a otras plantas de salud del consumidor en África, Asia y Europa. Los datos de rastreo también han permitido a la empresa ver dónde los trabajadores parecen pasar una cantidad inusual de tiempo juntos, como en una oficina de seguridad, y modificar los procedimientos para mejorar el distanciamiento social, dijo Lim.
"Fue realmente diseñado para ser un tipo de solución reactiva" para rastrear a los trabajadores con posible exposición al virus, dijo. "Pero en realidad se ha convertido en una herramienta muy poderosa para manejar y proteger proactivamente la seguridad de nuestros empleados".
La Universidad de Oakland, una universidad pública de investigación cerca de Detroit, está a la vanguardia de las escuelas y empresas que se están preparando para dar el salto al BioButton, un sensor del tamaño de una moneda que se adhiere a la piel en todo momento, que utiliza algoritmos para tratar de detectar posibles síntomas de la COVID-19.
Aún no se sabe si esta vigilancia continua de estudiantes, una población joven y en gran parte sana, será beneficiosa. Los investigadores apenas están en las primeras fases de estudio para determinar si la tecnología que se usa en el cuerpo puede ayudar a indicar señales de la enfermedad.
David A. Stone, vicepresidente de investigación de la Universidad de Oakland, afirmó que las autoridades académicas habían examinado cuidadosamente el BioButton y concluyeron que era un dispositivo de bajo riesgo que, sumado a medidas como el distanciamiento social y el uso de cubrebocas, podría ayudar a frenar la propagación del virus. La tecnología alertará a los servicios de salud de la universidad sobre la presencia de estudiantes con posibles síntomas del virus, dijo, pero la institución no recibirá datos específicos como sus temperaturas.
"En un mundo ideal, nos encantaría poder esperar hasta que este sea un diagnóstico aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos", dijo Stone. Sin embargo, agregó, "nada en esta pandemia ha sucedido en un mundo ideal".
James Mault, director ejecutivo de BioIntelliSense, la empresa detrás del BioButton, dijo que los estudiantes con preocupaciones en torno a la privacidad pueden pedir que sus datos personales sean eliminados de los registros de la empresa. Añadió que BioIntelliSense se preparaba para llevar a cabo un estudio a gran escala para examinar la eficacia de su sistema para la COVID-19.
Oakland había planeado inicialmente requerir que los atletas y los residentes de los dormitorios usaran el BioButton. Pero la universidad alteró el rumbo este verano después de que casi 2500 estudiantes y miembros del personal firmaron una petición objetando la política. El rastreador será ahora opcional para los estudiantes.
"Muchas universidades están usando mascarillas y haciendo distanciamiento social", dijo Tyler Dixon, un estudiante de último año de la universidad que comenzó la petición, "pero esto parecía un paso demasiado lejos".
Natasha Singer es una reportera de negocios que cubre tecnología de la salud, tecnología de la educación y privacidad del consumidor. @natashanyt
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